La historia es larga pero podemos partir de 2017:
El 29 de agosto de aquel año -1 año y cinco meses antes de convertirse en fiscal de la República-, Alejandro Gertz contó una historia en Aristegui en vivo, que tenía como fin acusar a tres familiares políticos de provocar la muerte de su hermano Federico Gertz Manero para saquear sus bienes y cuentas bancarias.
La acusación de Gertz Manero contra las tres mujeres -dijo- es por el abandono que sufrió su hermano Federico en los últimos meses de su vida, descuido que minó su salud hasta provocarle la muerte el 27 de septiembre del 2015. Así lo dijo:
Ya en el poder, la historia dio un vuelco.
El periodista Pablo Ferri publicó en El País el pasado lunes:
La muerte del hermano de Alejandro Gertz en 2015 y la disputa que mantiene el fiscal general con su familia política desde entonces ha derivado en una trama de acusaciones cruzadas, negociaciones encubiertas y conversaciones grabadas a escondidas. Alejandra Cuevas, la hija de la que fue pareja de su hermano, está en la cárcel desde octubre, acusada de su asesinato. El mismo Gertz la denunció a la muerte de éste en 2015. Los hijos de Cuevas critican que el fiscal les embarcó en una negociación a finales del año pasado para sacarla de prisión. Gertz niega cualquier tipo de negociación: “Ellos están tratando de establecer que existió una negociación entre mi persona y ellos para poder salvar el caso de su madre, que está en la cárcel por haber cometido un delito”, asegura el fiscal a EL PAÍS.
Sobre ello, este miércoles en Aristegui en vivo, habló Ana Paula Castillo Cuevas, sobrina política de Alejandro Gertz, quien es la hija de Alejandra Cuevas, a quien se le acusa de haber recibido 3.5 millones de pesos de la cuenta de su mamá, Laura Morán, en el momento de la muerte de Federico Gertz.
Ana Paula da su versión de los hechos:
“Yo soy nieta de Laura Morán, que fue la pareja de Federico, el hermano de Alejandro. Mi yaya fue pareja de Federico por más de 50 años, yo tengo 46 años y toda la vida recuerdo que de alguna manera Federico fue parte de nuestras vidas. Crecí y viví con Federico, para nosotros fue como un abuelo…
“Federico era 6 años menos que mi abuela, mi abuela en el momento que sucedió todo esto de lo que narra Alejandro que fue en 2015, recuerdo que Federico tenía 82 y mi abuela tenía 88 años.
“En el 2015 yo recuerdo que Federico tenía el deterioro de le edad y mi abuela empezó a ver cómo empezó a deteriorarse más, se le contrataron cuidados cotidianos… en el momento que llegaron los cuidadores, Federico no los quería… mi yaya lo llevó a un doctor, a otro doctor, lo que percibí en ese momento fue que nosotros hicimos todo lo que estaba en nuestras manos para que Federico estuviera bien.
“Mi yaya todo este tiempo, estos 50 años, lo que percibí de mi parte, siempre vi una mujer amoroso, que lo atendía, que lo procuraba… y de pronto pasa esto.
“Mi mamá tiene 68 años y ella es la que está en la cárcel… para nosotros ha sido algo inimaginable. Lo único que he tratado de hacer es conseguir la libertad de mi mamá… todo lo que hemos hecho es porque creemos que mi mamá no merece estar en la cárcel“, narró.
El País publicó también que “el fiscal general de México, Alejandro Gertz, exigió cuadros, piezas de plata, alfombras persas y otros objetos valiosos, que consideraba que le pertenecían, a su familia política. Esta, que pretendía sacar a Alejandra Cuevas de la cárcel, consideraba estas devoluciones como parte de una negociación”.
Al respecto, Ana Paula indicó que “hemos cedido en todo con tal de ver a nuestra mamá de regreso”.
Y detalló más sobre el caso: “en 2015, mi abuela giró cheques a nombre de mi mamá. Mi abuela, en el momento que ella es pareja de Federico, por 50 años, ella era la que tenía esas cuentas, a nombre de ella y de él, era de donde pagaba todos los gastos… en el momento en que pasa esta semana caótica, donde el hermano de Federico (Alejandro Gertz) manda a los doctores de la Universidad de las Américas, de la que él es rector, manda al doctor que refería como el mejor geriatra, para que tuviera los cuidados en la casa, Alejandro llegó, entró, vio a Federico y le dijo a mi abuela: voy a ponerle si es necesario aquí un quirófano, para que Federico esté bien.
“Nos puso la pauta para que cuidáramos a Federico de esa manera, mi mamá nunca se acercó a Federico, no le dio una pastilla, nosotros no somos médicos, yo estuve ahí, te puedo decir que todo esto para mí es algo impresionante. Lo único que pido y he hecho estos meses es luchar por la libertad de mi mamá que tiene 68 años”.
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