El Parlamento ha adelantado la reanudación de su periodo de sesiones para rendir homenaje a Felipe de Edimburgo. Boris Johnson y el líder laborista, Keir Starmer, han coincidido en ensalzar la dedicación y el servicio del esposo de Isabel II. Han acordado suspender por unos días la campaña de las elecciones locales de mayo. Igual que el Gobierno nacionalista escocés, que también ha dado tregua a su mensaje independentista. La muerte del príncipe consorte ha provocado un momentáneo espíritu de reconciliación nacional en el Reino Unido.
No ha sido un duelo completamente unánime. La BBC, que inundó durante horas su programación con imágenes de archivo de Felipe de Edimburgo y múltiples declaraciones de elogio hacia su figura, tuvo que abrir un buzón virtual de quejas ante la avalancha de usuarios que consideraron excesivo el despliegue. Pero fue la única muestra de discordia en un país que, durante la tregua iniciada el viernes con el anuncio del fallecimiento del esposo de Isabel II, ha decidido darse un baño de unidad nacional. Justo después de años de división alentada por el Brexit, tensión en las calles por el debate sobre el racismo o la nueva Ley de Seguridad del Gobierno de Johnson, y un clima político tan polarizado como en otras naciones, el Reino Unido ha decidido darse un baño de orgullo británico. Los principales diarios han realizado una cobertura extraordinaria de la noticia. Portadas elegantes y respetuosas para ensalzar las virtudes de un príncipe consorte que, durante años, tuvo sus más y sus menos con los periodistas. Y cuyas salidas de tono y aparente soberbia provocaron amores y odios igual de intensos.
“Su matrimonio fue un símbolo de fortaleza, estabilidad y esperanza, a pesar de que el mundo alrededor suyo no dejaba de cambiar, sobre todo recientemente, durante la pandemia. Fue una relación que inspiró a millones de personas en Gran Bretaña y en todo el mundo”, decía el líder de la oposición, Starmer, en un discurso que difícilmente se habría escuchado de boca de su predecesor, el veterano izquierdista Jeremy Corbyn.
Los más optimistas han llegado a considerar que el duelo que vive el país es la ocasión idónea para que la familia real recomponga sus maltrechas relaciones y remonte la crisis desatada después de la incendiaria entrevista del príncipe Enrique y Meghan Markle a la presentadora estadounidense Oprah Winfrey. “Será una reunión familiar para superar tensiones y relaciones maltrechas durante el funeral. Algo muy profundo volverá a unirles de nuevo”, vaticinaba el cardenal Vincent Nichols, la cabeza de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, en Times Radio.
Este sábado, el príncipe Carlos ha hablado sobre su fallecido progenitor desde su casa en Highgrove, en el oeste de Inglaterra. “Como pueden imaginar, mi familia y yo echamos enormemente de menos a mi padre”, al que se refirió como “querido papá” y “una persona muy especial”.
Ya se ha confirmado la presencia en la ceremonia del príncipe Enrique, que goza aún de un estatus oficial que le permitirá suavizar las rígidas reglas de cuarentena impuestas en el Reino Unido a los viajeros procedentes del extranjero. En cambio, “el médico ha recomendado” a la duquesa de Sussex, embarazada de su segundo hijo, que no viaje, ha informado un portavoz del Palacio de Buckingham.
41 salvas de honor se pudieron escuchar este sábado en ciudades como Londres, Edimburgo, Cardiff o Belfast. Cada minuto, desde las doce del mediodía (una de la tarde, hora peninsular española) retumbaron los cañones por todo el país en homenaje a Felipe de Edimburgo. A pesar de la insistencia del Gobierno en pedir a los ciudadanos que se abstuvieran de participar en concentraciones espontáneas, Downing Street ha mirado para otro lado ante el reguero de personas que no dejaban de presentarse ante la verja del Palacio de Buckingham o los alrededores del Castillo de Windsor para depositar flores o mensajes.
La ministra principal del Gobierno Autónomo escocés, Nicola Sturgeon, se presentaba el viernes ante las cámaras de luto riguroso para resaltar “una vida profundamente dedicada al servicio público y una enorme devoción a la Reina”, así como para subrayar todos los lazos que habían unido al duque de Edimburgo con Escocia y con sus ciudadanos. El Partido Nacional Escocés, que Sturgeon preside, se encuentra embarcado en una campaña electoral con el único mensaje de un nuevo referéndum de independencia. Acordó sin embargo, con el resto de partidos, suspender la tensión política y preelectoral para rendir duelo al príncipe consorte.
Johnson, quien tenía previsto acudir el lunes a un pub londinense y tomarse una pinta ante los medios para celebrar la primera fase de la desescalada, ha suspendido sus planes. A cambio, será el primero en intervenir en una sesión extraordinaria de la Cámara de los Comunes dedicada en exclusiva a que los diputados rindan un último homenaje a Felipe de Edimburgo.
El funeral oficial, el sábado en el Castillo de Windsor
El ataúd con los restos mortales de Felipe de Edimburgo saldrá de la entrada principal del Castillo de Windsor a las 14.45 (15.45, hora peninsular española) del próximo sábado, portado por un grupo de fieles que incluirá a su secretario personal, uno de sus guardaespaldas, dos de sus asistentes y otros dos de sus mayordomos. Sobre el féretro reposarán el estandarte personal del esposo de Isabel II, su gorra de oficial de la Armada y su espada. Una banda de guardias de granaderos encabezará el cortejo fúnebre.
La ceremonia religiosa tendrá lugar en la capilla de San Jorge, en el mismo recinto del castillo, y será oficiada conjuntamente por el decano de Windsor y el arzobispo de Canterbury. Antes, a las tres en punto, se guardará un minuto de silencio en todo el país.
En consonancia con las reglas del confinamiento, solo treinta personas acudirán a un funeral que, sin embargo, será retransmitido en parte por la televisión pública británica.
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