Post Neoliberalismo y el Tren Maya (Artículo)

Resulta muy contradictorio que para combatir al neoliberalismo y promover la 4T, el gobierno de López Obrador instrumente programas tales como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Corredor Transístmico y una carboeléctrica en Coahuila, que tienen todos los elementos de proyectos típicamente neoliberales.

Por: Raúl Benet

Tanto el presidente como las autoridades responsables del llamado Tren ‘Maya’, afirman que la construcción y puesta en operación del megaproyecto detonará de manera sustentable procesos económicos que favorecerán a la región de la Península de Yucatán, además de Chiapas y Tabasco, que se generarán miles de puestos de trabajo dignos y bien remunerados y que esto permitirá a la gente salir de la pobreza que prevalece en la región.

Tantos empleos generará este tipo de proyectos, se dice, que se contribuirá también a mitigar la crisis de pobreza y migración asociada al desempleo que se vive en los países centroamericanos, formando una ‘cortina de empleo’ ante la migración.

El presidente López Obrador ha decretado el fin del neoliberalismo como política económica para México, por considerar que ese modelo económico ‘de pillaje, antipopular y entreguista’ sólo ha permitido que un puñado de ricos (la mafia en el poder) se vuelvan más y más ricos, mientras la fracción de la población que vive en pobreza crece día con día. El neoliberalismo, según este concepto, consiste en maximizar en el menor tiempo posible la renta de los inversionistas privados mediante la especulación financiera y la apropiación extrema de territorios, recursos naturales y mano de obra, sin mayor respeto por los derechos humanos y sin importar realmente lo que pase con el clima, el agua, la biodiversidad. AMLO habla de que la Cuarta Transformación será un modelo viable y justo de desarrollo económico para México.

(Foto: Cuartoscuro)

López Obrador pretende terminar en México con el modelo neoliberal que ha prevalecido durante casi cuarenta años en buena parte del mundo, para regresar a un ‘estado benefactor’ fuerte. El presidente se plantea combatir la concentración extrema en manos de grandes empresas privadas, de actividades como la educación, la salud y la infraestructura pública, que en el pasado se han instrumentado mediante una reducción drástica del gasto público y promoviendo el financiamiento privado de la obra social.

Una característica clave del neoliberalismo al que se busca combatir es la maximización de las ganancias privadas y corporativas derivadas de la especulación financiera sobre actividades basadas en el uso del territorio y los recursos naturales. Otro rasgo característico del neoliberalismo es la expectativa discursiva de que la pobreza sólo será remontada mediante el progreso promovido por los megaproyectos privados que generarán oportunidades de empleo.

El hecho es que cuarenta años de neoliberalismo en México han provocado que la desigualdad social crezca de manera vertiginosa y extrema, han fomentado la precarización del empleo, han mantenido en la pobreza a millones de familias, y han generado graves procesos de deterioro del medio ambiente, que afectan ya la vida y el bienestar de la mayoría de los mexicanos. La etapa neoliberal ha propiciado también un estancamiento económico y un desmantelamiento de la planta productiva de la nación. En ese sentido, la intención de dejar atrás el neoliberalismo e instrumentar una transformación profunda de la economía del país no sólo es loable sino que es urgente. 

(Foto: Presidencia de la República)

Pero resulta muy contradictorio que para combatir al neoliberalismo y promover la cuarta transformación, el gobierno de López Obrador instrumenten programas tales como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Corredor Transístmico y una carboeléctrica en Coahuila, que tienen todos los elementos de proyectos típicamente neoliberales y que es de esperar que provoquen el mismo tipo de consecuencias negativas de otros proyectos neoliberales.

Entre los principales aliados de la Cuarta Transformación se encuentran algunos supuestos ‘conversos’ de la mafia del poder, como el jefe de la oficina de la presidencia, el empresario e inversionista transgénico Alfonso Romo Garza, varios directivos de Televisa, como Bernardo Gómez, quien le organiza a AMLO y a Romo las cenas de negocios con el yerno de Trump; directivos de la Asociación Mexicana de Bancos y de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción; Javier Jiménez Espriú quien fuera Secretario de Comunicaciones y Transportes de Carlos Salinas de Gortari y ahora lo es de AMLO; y de manera muy destacada el dueño del grupo Azteca, Ricardo Salinas Pliego, propietario de minas, bancos, tiendas de autoservicio y partidos políticos. También llaman la atención otros personajes clave de la época de oro del neoliberalismo salinista, como Manuel Bartlett, uno de los responsables de la caída del sistema llevó a Carlos Salinas a la presidencia y que ahora funge como director de la Comisión Federal de Electricidad, también subida al tren. Desde los finqueros de Chiapas hasta los magnates de la industria fósil del carbón, todos caben en el equipo de la 4T con el que se pretende terminar con el neoliberalismo.

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Las que parecen no tener cabida son las organizaciones que defienden y protegen a mujeres víctimas de la violencia, o maestras y educadoras que se dedican a la atención de hijos de madres trabajadores, u organizaciones que luchan por los derechos humanos y en contra de la militarización, o que procuran la protección del medio ambiente y los territorios comunitarios, ni las uniones y redes de  pobladores, maestros, campesinos o indígenas que tengan propuestas o que levanten cuestionamientos o críticas, o que se les ocurra preguntar algo. Las organizaciones civiles son vistas como una imposición neoliberal diseñada para suplantar y socavar las responsabilidades de un estado benefactor fuerte y con autoridad plena.
 
El tren maya en la vía neoliberal

El director del Fondo Nacional de Turismo (Fonatur) y ‘cabeza’ (por así decir) del proyecto Tren Maya, Rogelio Jiménez Pons (ex secretario de turismo priista en Tabasco y responsable del cuestionado proyecto de recuperación de Villahermosa), ha anunciado que los 15 ‘polos de desarrollo’ asociados a las estaciones del tren Maya se financiarán mediante el esquema conocido como FIBRA (Fideicomisos para la Inversión en Bienes Raíces). Es un esquema de financiamiento nítidamente neoliberal, basado en la renta de tierras, propiedades y recursos naturales para maximizar la ganancia en el menor tiempo posible. Se puede prever que los ejidos por los que pasarán las vías y en donde se establecerán los ‘polos de desarrollo’, serán presionados e incluso chantajeados para obligarlos a rentar a largo plazo o vender sus tierras para incorporarlas a un Fibra, y eventualmente cotizar en la bolsa de valores en beneficio de inversionistas privados. Así se han financiado varios conjuntos residenciales, comerciales e industriales en las principales ciudades del país. Fibra es por cierto uno de los esquemas financieros predilectos de las corporaciones neoliberales que invirtieron en la reforma energética de Peña Nieto. La multinacional Deloitte, contratada ahora por asignación directa por el gobierno mexicano para el diseño financiero del proyecto Tren Maya, fue la misma empresa consultora que participó en la negociación y el diseño del esquema financiero mediante el que el Pemex de Emilio Lozoya re-compró Fertimex en tiempos de Peña Nieto, compra que resultó ser otro inmenso desfalco para el país. Deloitte es una de las entidades que más claramente representa al neo liberalismo en el mundo y a la mafia del poder en México. Ahora son también arquitectos del tren de la Cuarta Transformación.

(Foto: Rogelio Morales / Cuatoscuro)

Para la construcción de las vías y los vagones del ferrocarril, se utilizará, según informa Jiménez Pons, un esquema de inversión mixta, mediante el cual las empresas privadas que resulten beneficiadas tendrán un 90 por ciento de la participación y tendrán derecho a manejar las vías al menos durante los próximos 30 años, hasta más allá del 2050, emulando en todo los contratos del gobierno del estado de México de Peña Nieto con OHL. El gobierno estima el costo del proyecto entre los 120 y los 160 mil millones de pesos, aunque el Instituto Mexicano de Competitividad calcula que este presupuesto podría incrementarse hasta diez veces. Varias empresas españolas han manifestado ya su interés por invertir en el proyecto y Jiménez Pons ha declarado que esperan la participación de PwC, Deloitte y otros consorcios multinacionales en todas las fases del mismo.

El combate al neoliberalismo no parece transitar por las vías del Tren Maya. Lo que sí transitaría por ahí serían cientos de miles de turistas que anualmente visitarían puntos sensibles, como Chichen-Itzá, Xpuxil, Uxmal, Bacalar, Cobá, Mahaual y otros que ya fenecen después de varias décadas en las que Fonatur ha promovido un turismo depredador, que ha deteriorado muy severamente regiones como Cancún, Holbox, Playa del Carmen y Tulum, y que ya está avanzando preocupantemente en Bacalar y Mahaual.

El modelo de turismo que ha sido promovido hasta ahora por Fonatur, y que hace financieramente atractivo un fideicomiso tipo Fibra, incluye la oferta de hoteles de diversos niveles, plazas comerciales, restaurantes, casinos y bares, michelódromos, giros negros y de todos colores, gasolineras, cuarteles de policía, Starbucks y Oporporos, bodegas, escaparates y vitrinas con la cultura maya en su interior, artesanías típicas y souvenirs, agencias para la renta de autos, motos, lanchas, tanques de buceo, parapentes… perforación de pozos y construcción de sistemas de bombeo para la extracción de agua limpia, cloacas para su posterior expulsión hacia lagunas, cenotes y dolinas, basureros a cielo abierto o encubiertos. Nada hasta ahora hace pensar que el modelo será diferente: mismos esquemas de inversión (Fibra, inversión mixta a 30 años con participación privada del 90 por ciento y adjudicación directa de contratos a corporaciones multinacionales), mismas instituciones (Fonatur, SCT), mismas corporaciones (Price Waters, Deloitte) y cómplices (Jiménez Pons, Salinas Pliego, Romo, Jiménez Espriú), misma narrativa desarrollista: ‘los megaproyectos salvan a los pueblos’ y quienes se atreven a cuestionar el modelo son ‘santones de la ecología’, como caracterizó Fonatur al Maestro Francisco Toledo por su cuestionamiento.

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El modelo económico encarrilado en el proyecto del Tren Maya no termina en la movilización de turistas. Tan preocupante o más aún resulta el modelo planteado para el transporte de mercancías. El tren conectará los grandes centros de producción agroindustrial hipermecanizada, como los extensos y crecientes territorios dedicados a monocultivos de soya, sorgo y palma de aceite, que provocan una gigantesca pérdida de selvas, desplazamiento y despojo de comunidades mayas, contaminación de acuíferos y muerte de millones de abejas. También conectará a las granjas para la producción masiva de puercos y pollos, que producen diariamente decenas de miles de toneladas de estiércol, con las empresas productoras de aceites y oleicos vegetales y las empacadoras de carne, y con los puertos para la exportación de tales productos.

¿Cómo descarrilar el tren neoliberal?

Sin duda hace falta empleo y medios que permitan que los jóvenes tengan opciones para su inserción en la economía y que promuevan el bienestar de las familias. El reto es ¿cómo lograr que proyectos como el tren maya dejen de ser iniciativas de corte neoliberal, que provocan devastación ambiental, exclusión y pobreza, que crean cinturones de miseria y precarización, que financian, promueven y eternizan la desigualdad y que barren con la cultura tradicional?

Esta semana un grupo de líderes comunitarios, autoridades ejidales, académicos, pobladores, artistas y representantes de organizaciones de la sociedad civil estaremos en Bacalar analizando los retos económicos, sociales y ambientales del Tren Maya. No será la primera vez que las organizaciones y la población busquemos y encontremos la forma de hacer que nuestra voz se escuche. Apelamos a la sensibilidad y sensatez del gobierno por el que votamos muchos millones de personas precisamente para terminar con el neoliberalismo, y estamos convencidos de que tenemos derecho a participar en la construcción de un nuevo proyecto de nación en el que hemos contribuido y por el que hemos peleado por décadas, pese a que Andrés Manuel insista en bulearnos, ofendernos y desacreditarnos con calificativos tales como ‘abajo firmantes’, ‘organizaciones fifi’, ‘conservadores’ y ‘radicales’.




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