Venezuela ha renovado a la autoridad electoral y por primera vez en casi 18 años, al menos dos de los cinco rectores principales del Consejo Nacional Electoral no están vinculados directamente con el chavismo. La trascendencia de esta jugada dependerá de la voluntad del Gobierno de respetar el acuerdo, la confianza que genere entre los ciudadanos para recuperar la credibilidad del voto y la respuesta de la comunidad internacional.
La presencia opositora en el CNE es fruto del esfuerzo de algunos sectores de la sociedad civil y de la oposición y del chavismo más moderado. Este martes, como jefe del Parlamento casi totalmente chavista, Jorge Rodríguez presidió la sesión en la que finalmente se hicieron oficiales las listas. En un proceso bastante ajustado a la norma, pese a las fallas de origen del Legislativo, se analizaron las postulaciones y se eligió un nuevo cuerpo de rectores que se instalará este miércoles 5 de mayo y estará al frente de los procesos electorales por siete años. El calendario incluye la elección de gobernadores y alcaldes y un posible nuevo intento de revocatorio al mandato de Nicolás Maduro en 2022.
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El oficialismo está representado en el CNE por Pedro Calzadilla, historiador y exministro de Educación Universitaria de Hugo Chávez y Nicolás Maduro; Tania D’Amelio, que da continuidad a su mandato desde 2009 como exmilitante del Partido Socialista Unido de Venezuela; y Alexis Corredor, militante de la Liga Socialista, muy vinculada a Maduro, y también del PSUV. Por la oposición están Enrique Márquez, político curtido y exvicepresidente de la Asamblea Nacional que en 2015 conquistó la oposición, separado de su partido Un Nuevo Tiempo por apostar a las salidas electorales y negociadas; y Roberto Picón, ingeniero y asesor técnico de la Mesa de la Unidad Democrática y expreso político, detenido en 2017 por supuesta traición a la patria.
En la conformación del nuevo CNE tiene relevancia la presencia de cuatro de los postulados por el llamado Foro Cívico, como Picón. Esta coalición de organizaciones sociales ha intentado abrir una tercera vía, apartada de la oposición que lidera Juan Guaidó. El líder opositor ha armado una nueva plataforma, con el ancla todavía puesta en la comunidad internacional, para pedir elecciones presidenciales y legislativas libres.
No es el mejor CNE, pero es uno preferible, dice Luis Lander, director del Observatorio Electoral Venezolano, quien espera ver la distribución de los cargos y su actuación antes de rechazarlo de plano. “La señal que están enviando no es para dar hurras, pero obviamente es positiva y manifiesta una cierta disposición a establecer diálogos”, señala el analista. “Esto, sin duda, se inscribe en una corriente de concesiones y de señales que está dando un gobierno que en el terreno internacional está cada vez más aislado. Ahora habría que ver cómo la sociedad responde a esto. Y hay que ser muy cuidadosos y cautos, porque hay siempre una dinámica extremadamente polarizada entre la élite política”.
Juan Guaidó ha respondido rápidamente a la nueva designación. “Las consecuencias de querer imponer un árbitro electoral serán las mismas que en 2018 y 2020: arrastrar a Venezuela a un desastre mayor”, escribió en Twitter. Aunque desconoce la designación, mantiene el reclamo por unas elecciones libres, justas y verificables con la mediación internacional. Desde la llamada Plataforma Unitaria, que lo respalda, también rechazaron una negociación que consideraron “hecha de espalda y sin la participación de la de la gran mayoría de los factores legítimos democráticos”. “Las negociaciones parciales responden a la estrategia de Maduro de tratar de producir fracturas en las filas democráticas y en la comunidad internacional”, sostuvo la dirigencia de la plataforma en un comunicado.
En este punto Lander ve dificultades, pues los sectores de la oposición que han tenido mayor interlocución con Estados Unidos y la Unión Europea son los que, en su opinión, ven las cosas en blanco y negro. “Está por verse la capacidad de la comunidad internacional para entender matices”, dice.
Dirigentes opositores como Henrique Capriles Radonski, en cambio, consideran que lo ocurrido fue “un primer paso indispensable para abrir caminos en la reconstrucción constitucional y democrática de Venezuela”. En un comunicado, Capriles advirtió que los cambios requieren más que un contrapeso en el árbitro electoral. “Esta es una oportunidad que ocurre en medio de una crisis política estancada. Se trata de ir creando espacios de confianza que rescate, para todos los venezolanos, el valor del voto como mecanismo de elección y solución del desastre que impera”.
En agosto pasado, Capriles Radonski hizo filas aparte en la posición de su partido Primero Justicia y del bloque que respalda a Guaidó de apostar a la abstención para las parlamentarias de diciembre pasado. Una negociación con el gobierno permitió liberar a varias decenas de presos políticos, pero no logró mejorar las condiciones de participación electoral, por lo que terminó retirándose del proceso.
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