La palabra «morbo» suele utilizarse siempre mucho en relación a la sexualidad, pero lo cierto es que se podría decir que el término «morboso» es algo que se puede aplicar también a otros aspectos de la vida. Veamos a continuación, qué es el morbo y por qué a la gente le gusta.
¿Qué es el morbo y por qué a la gente le gusta?
En general, el adjetivo «morboso» o la palabra morbo se asocia al tema sexual, pero existen otros tipos de comportamiento que también pueden definir a alguien «morboso». Por ejemplo, a las personas que desean saber todos los detalles de la vida íntima de alguien o cuando una persona disfruta viendo imágenes que son de alto contenido violento.
De este modo, el morbo suele estar relacionado siempre con la perversión, pero entonces ¿por qué gusta tanto a algunas personas el ser morboso? Pues porque el morbo es uno de nuestros impulsos básicos. Es parte de nuestro bagaje instintivo , aquel en el que también se guardan todas las necesidades básicas como comer, dormir, socializar y tener relaciones sexuales.
Por otro lado, el morbo se podría definir como la necesidad de ver, oír, oír, oler o interactuar de alguna manera con lo que socialmente se categoriza como prohibido. Algo que produce placer por el simple hecho de tener esa relación con lo prohibido y de ahí, que guste tanto.
¿Qué despierta el morbo?
Generalmente, lo que despierta el morbo es todo lo que encierra un misterio o enciende la idea de lo inescrutable. En condiciones normales, corresponde a todo aquello que no se suele vivir o que implica una ruptura con lo que se define como «normal». Cuando se relaciona específicamente con el sexo, tiene que ver con todos aquellos deseos sexuales que no solemos cumplir o que sencillamente nos erotizan.
Pero puede darse también una forma de «morbo» patológico. Aquel que implica atracción por objetos prohibidos por las reglas de parentesco, salud mental u orden social. Son los casos en los que uno se siente atraído por ejemplo por familiares, hijos, etc … En estos casos, el morbo se sitúa en el terreno de la perversión y la ilegalidad.
Por ello no todos los impulsos morbosos serían algo malo, o de hecho, la gran mayoría de ellos se pueden controlar y no dominan la vida de la persona que los siente. Sin embargo, el problema está cuando el placer o el morbo entra como hemos indicado, en lo patológico o en un deseo incontrolable que se transforma en perversión.
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