Jota, de Los Planetas: “Las malas críticas de los fachas me dan una alegría enorme”

Juan Ramón Rodríguez Cervilla, popularmente conocido como Jota, nos ha citado en un restaurante en el barrio granadino del Albaicín, con deslumbrantes vistas a la Alhambra. Acude al encuentro con gafas de sol, una gorra y camiseta de Apartamentos Acapulco, uno de los nuevos valores del indie pop de su ciudad. El vocalista, letrista, ideólogo y portavoz de Los Planetas lleva contemplando estas vistas desde que nació, en 1969, y dice que le ha resultado imposible escapar del antiguo reino nazarí. Allí, cuando ambos estudiaban en la Universidad, hace aproximadamente 30 años, conoció al guitarrista Florent Muñoz y decidieron formar el que iba a acabar siendo uno de los grupos más influyentes y carismáticos de la historia del pop en España. Desde entonces, su trayectoria ha pasado por numerosos vericuetos, aunque con la virtud de mostrarse inquieta y comprometida con su presente, sin caer ―salvo alguna excepción― en las recurrentes tentaciones de la nostalgia. Sus últimos movimientos la han reinventado como una banda que va lanzando canciones a la red sin previo aviso, y sin anticipar cuáles serán sus próximos pasos. Solo una cosa sabemos: el 21 de mayo llegará un nuevo tema, titulado Apocalipsis zombi.

¿Habrían sido posibles Los Planetas en otra ciudad que no fuera esta? Seríamos otro grupo. Nosotros lo que hacemos es compartir la cultura de nuestro entorno, del lugar en que hemos crecido. Yo conocí el rock a través de 091, que fue el primer grupo de verdad al que vi tocar, y ellos bebían de Los Ángeles y otra tradición anterior. La cultura de Granada, si te detienes a observarla y a entenderla, tiene algo muy ancestral y diferente. Aquí vinieron Joe Strummer y Leonard Cohen buscando a Lorca, que fue la primera víctima del fascismo internacional. Lo mataron en Granada por defender ideales de libertad, por ser más listo y más brillante que ellos. Es casi como la muerte de Jesucristo, y define toda la gran batalla ideológica que caracterizó al siglo XX.

La mayoría de grupos de su generación han sido muchísimo menos longevos que ustedes. ¿Cuáles cree que han sido las claves para durar tantos años juntos? Una planificación a largo plazo (risas). No sé, tío, nos interesaba esto, veíamos entonces que el rock and roll era una forma de expresión muy adecuada a la forma en que nosotros entendíamos el mundo, y hemos mimado siempre esa idea y esas posibilidades. Para mí eso es lo más importante, yo nunca me he preocupado por ganar más dinero ni por ser más famoso. Siempre he estado muy atento, me he negado a hacer un montón de cosas que consideraba que no eran adecuadas a pesar de que todo el mundo me dijera: “Esto hay que hacerlo porque hay mucho dinero, hay mucha publicidad”. Para mí siempre ha sido más importante preservar esa capacidad de expresión que me permitía el grupo de rock. Por eso ha durado, y esperemos que siga, vamos a ver.

Uno de sus caballos de batalla es el mantenerse fiel a sus principios sin que ninguna fuerza externa manipule su discurso. ¿Es algo que haya llegado a ver en peligro? No lo he visto peligrar, pero sí que estamos obsesionados con controlar que no peligre. Siempre he intentado anticiparme a lo que pudiera pasar. ¿Por qué me sucede eso? Porque he visto a muchos de mis artistas favoritos perdiendo su capacidad de expresión. He seguido sus vidas, sus obras, y un error común que observo es la sobreexposición, que es algo a lo que casi ningún artista sobrevive. Hemos visto a todos estos artistas increíbles que se han perdido por el camino, que hicieron obras magníficas cuando eran jóvenes y se han quemado en ese proceso. Y también hemos observado a otros que han seguido hacia delante, como Lou Reed, Bob Dylan o David Bowie. Es importante no perseguir el concepto de éxito que promueve este sistema, que está corrupto.

Este año solo están publicando temas sueltos, desde la urgencia y por sorpresa. ¿Cómo surgió esto? Cuando empezaron las revueltas por lo de George Floyd. Empecé a mirar en todas las redes imágenes que iba colgando la gente de negros atracando las tiendas de la Quinta Avenida en Nueva York y en todas partes. Estuve hasta las siete de la mañana viendo vídeos. Al día siguiente dije: “Voy a poner el telediario, a ver lo que ha pasado”, y no decían nada de eso, así que pensé: “¿Lo habré soñado?”. Volví a mirar, estaban ahí las imágenes, así que las descargué, las monté e hice una canción, La nueva normalidad. Entonces me dije: “Esto tengo que sacarlo ya”. Funcionó muy bien. La gente pensaba que eran imágenes de Venezuela, lo cual me resulta muy irónico. Luego empecé a hacer algunas canciones más, quedé con los músicos, y grabamos El negacionista y El rey de España.

Jota (a la izquierda) y el resto de los componentes de Los Planetas.
Jota (a la izquierda) y el resto de los componentes de Los Planetas.Adrián N. Maeso

El rostro que aparece en la portada de El negacionista es el de Miguel Bosé, ¿no? Sí, pero hay muchas más cosas en ella. Nos estamos tapando los ojos, Miguel Bosé y nosotros, no tenemos ni idea de lo que está pasando. Esa es la sensación que yo tengo. La canción no se mete con los negacionistas, se mete con el sistema. Si seguimos con esta situación tan estrambótica, hasta yo me voy a convertir en un seguidor de Miguel Bosé. Este es un guiño a mis fans, que saben que no lo soy (risas).

El rey de España también podría ser una canción de amor y arrepentimiento. Está contada en primera persona. El primer verso dice: “Lo siento mucho, me he equivocado”. La pensé como una canción para mí (risas) y luego vino lo demás. Me puse en la cabeza del personaje que estaba describiendo, que en este caso es una persona con sus condiciones mentales reducidas por las drogas y el alcohol y que, sin embargo, tiene el control, es el jefe mayor del Ejército. Entonces, sí, yo tengo la culpa. La culpa es de los rockeros estos que están por ahí de fiesta, ¿sabes? Intento dilucidar, en esta organización social tan jerarquizada, quién es el responsable de las cosas. ¿Quién es el responsable de que haya muerto tanta gente, de que nadie haya podido salir de su casa durante meses, de que no se puedan hacer conciertos, de que no puedas ver a tus amigos o a tus padres? Yo siempre he querido una sociedad no jerárquica, horizontal, donde nadie tenga un poder sobre otro, pero si en una jerarquía nadie quiere señalar quién es el responsable, ¿para qué sirve entonces?

Y después grabaron El antiplanetismo. Básicamente es una celebración de la vida. No tiene sentido estar insultando a la gente en Facebook, porque eso ¿a dónde nos lleva? A ningún sitio. Sí, yo puedo utilizar eso para tener más seguidores, pero creo que es más importante saber dónde estamos, quiénes estamos de un lado, quiénes estamos del otro. Y, si de verdad es así, todos estamos de un mismo lado menos unos poquitos que están en el otro.

La interpreta con acento andaluz y con seseo. ¿Eso es porque encarna un personaje o porque es más usted mismo? Nosotros llevamos reivindicando el habla andaluza desde que creamos Grupo de Expertos Solynieve. A veces no es tan comercial, tan asequible como el habla castellana. Sin embargo, el andaluz es un lenguaje más musical, mucho más evolucionado, mucho más fácil de cantar. Yo siempre he usado el castellano porque creía que era más fácil de entender, pero ahora a veces opto por el andaluz por criterios musicales. Con Los Planetas lo he hecho menos que con Grupo de Expertos. La primera vez fue en Islamabad, que funcionó brutalmente, también porque lo copié de los traperos de aquí del Albaicín y el Sacromonte. Yung Beef tiene el acento puro de aquí, tío.

Aunque Los Planetas originales son Florent y usted, es usted quien toma todas las decisiones. ¿Siente mucha responsabilidad? Desde el principio, cada cosa que decía se interpretaba, se fiscalizaba… ¿Hasta qué punto eso le agobia, o las malas críticas? Las malas críticas depende de dónde vengan. Las de los fachas me dan una alegría enorme. Muchas veces hacemos canciones para provocar a la gente más conservadora o más retrógrada. Si reaccionan, es un trabajo conseguido. Otra cosa que contamos en El antiplanetismo es que, cuando hablan de uno, en realidad están hablando de sí mismos. Me interesa mucho saber lo que opina la gente y cómo son las personas que me escuchan.

Tras flirtear con un sonido más aflamencado, en estos temas han vuelto al noise pop de sus inicios. Incluso ya entonces escribía letras que ironizaban sobre la percepción que de ustedes se tenía. Todo el mundo somos más o menos iguales siempre. Puedes cambiar, puedes evolucionar, pero en el fondo somos los mismos. Es cierto que estas canciones ya las hacíamos al principio. Todo esto lo copié de un grupo llamado McCarthy, del que luego salieron Stereolab. Cuando yo los escuchaba de chico decía: “Tío, ¿están diciendo esto en serio? No me lo puedo creer”. Luego ya descubrí que esto lo habían inventado Guy Debord y los situacionistas, cambiar el contexto en el que se reproduce un mensaje para ver cómo cambia el significado. Eso siempre me ha interesado mucho, y me resulta muy fácil hacer canciones así. Para la urgencia utilizo mucho mejor el lenguaje del rock alternativo, que es más inmediato para mí. Con el flamenco no me sale tan natural esto.

También, después de años sin hacerlo, han vuelto a colaborar con Javier Aramburu, su portadista más emblemático. ¿Cómo es su relación con él? Al principio, cuando nadie nos conocía, ni a él ni a nosotros, teníamos afinidades artísticas que no había mucha gente que compartiera. Fue lo que me pasó con Florent, él fue el primer indie al que conocí en Granada, ¿sabes? Del mismo modo, en San Sebastián había dos o tres, otros dos en Gijón… Era algo muy minoritario. Aramburu ha hecho algunas portadas icónicas, con mucho calado, que representan gráficamente el sentir de toda una generación. A los noventa los representa este hombre. Luego se retiró, empezó a pintar y a hacer algo más artístico. Yo he vuelto a conseguir que nos haga portadas a partir de la creación de Fuerza Nueva, el grupo que compartimos con Niño de Elche.

¿Ha visto muchas cosas de su música que ustedes no hubiesen percibido? Sí, cada vez que nos manda una portada nos explica algo que es súper evidente y ni se nos había pasado por la cabeza. Nosotros le enviamos la canción y, pasado un tiempo, él nos manda su diseño. Siempre lo esperamos como un regalo de Reyes. La interpretación que tiene un artista de ese calibre sobre tus canciones es muy importante. Él es muy tímido, pero yo hablo con él horas y horas, de conceptos artísticos y de mogollón de cosas interesantísimas. A mí me da reparo llamarle, igual que me sucede con Yung Beef, porque me impone mucho respeto, no quiero molestarlo ni nada, pero si me da cancha empiezo a consultarle todas mis dudas. Yo confío en muy poca gente, pero él es una de esas personas.

¿Cómo les ha afectado la pandemia? A mí personalmente me está volviendo loco. Mi contacto con el mundo es a través de la gente, a pesar de que tampoco soy una persona muy social. Salgo un par de días o tres al mes, veo a la gente, me cuenta las cosas y de ahí saco yo la información. Lo que sí me doy cuenta es de que lo que cuentan los medios no tiene nada que ver con la realidad que yo observo.

¿Y económicamente? Nosotros tenemos una organización muy porosa y muy abierta, todo el mundo hace otras cosas y tiene otras formas de vida, aunque Los Planetas es la más lucrativa. No dejamos de movernos en un mundo underground, y ahí no es normal que un grupo genere tanto dinero, así que la gente está acostumbrada a vivir con pocos recursos. Los Planetas tampoco hacemos esto de una forma profesional exhaustiva, con un equipo organizado. Todo funciona de modo orgánico cuando surge la posibilidad de tocar o grabar, somos todos amigos e intentamos hacer las cosas sencillas. Cuando las cosas crecen mucho yo ya me empiezo a sentir incómodo y prefiero volver a tener una ilusión que yo pueda controlar. Eso es lo que te decía antes: si pierdes el control, pierdes la capacidad de expresión, y eso es lo que me da miedo de verdad.

El nuevo 7″ de Los Planetas, ‘El rey de España/ Apocalipsis zombi’, se publica el 21 de mayo en El Ejército Rojo

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