Desde hace meses los científicos ya lo venían avisando: la Antártida se está rompiendo. El pasado mes de marzo el conocido como A74, el que era hasta ahora el iceberg más grande del planeta, se desintegró por completo en el mar. Era del tamaño aproximado a Cantabria.
Hace unas horas, el iceberg A-76 se ha desprendido de la Antártida de la plataforma de hielo Brunt. Ahora viaja por el mar de Weddell mientras científicos de todo el mundo lo vigilan para que no cause problemas a los barcos de la zona.
Y es que esta inmensa capa de hielo tiene un tamaño de unos 170 kilómetros cuadrados de largo y 25 de ancho, lo que vendría a ser un poco más grande que la extensión de la isla de Mallorca. Las imágenes recientes las captó la misión Copernicus Sentinel-1, un conjunto de satélites que se dedican a observar constantemente la actividad en el lugar más remoto del planeta.
Se ha desprendido en el mar de Weddell, Antártida, el iceberg más grande de la Tierra, es un poco más grande que la isla de #Mallorca 😮
Captado por @BAS_News y confirmado desde @usnatice con imágenes de la misión #Sentinel1 de @CopernicusEU https://t.co/wJNfQXNVUt@ESA_EO pic.twitter.com/UFnnw7bDic— ESA España (@esa_es) May 19, 2021
En comparación con el A74 que se desprendió en febrero, este iceberg es inmensamente grande y podría causar problemas a los barcos y navegantes de la zona ya que ahora mismo viaja a la deriva por las aguas de Weddell.
El deshielo
Desde hace meses se está produciendo un deshielo acelerado de algunas de las partes más remotas de la Antártida. Los satélites que se encargan de observar el terreno ya han datado varios desprendimientos en los últimos meses, algo que podría afectar al ecosistema del lugar y de la Tierra.
En este sentido, el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona está llevando a cabo un estudio donde quieren demostrar que estos deshielos podrían ayudar a la formación de nubes, por lo que se podría contener la radicación solar que recibe la región.
Este fenómeno, según la investigación, podría tener consecuencias en el clima ya que las nubes ayudarían que las temperaturas del planeta no fueran tan cálidas y la radiación fuera menor gracias a estos gases que las masas desprendidas soltarían en la atmósfera.
Una investigación que podría ser muy importante para controlar los cambios climáticos que se puedan producir en los próximos años fruto de estos desprendimientos en la Antártida.