Irán ha aceptado este lunes extender un mes el compromiso de vigilancia de sus instalaciones nucleares alcanzado con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) el pasado febrero, después de que el Parlamento iraní legislara para limitar el trabajo de los inspectores. La decisión, que ha estado en el aire durante dos días, da un respiro a los esfuerzos diplomáticos para reactivar el acuerdo nuclear de 2015, que esta semana se reanudan en Viena, sede del organismo.
El director general del OIEA, Rafael Mariano Grossi, ha comparecido ante la prensa 24 horas después de lo anunciado, clara señal de que las negociaciones con Irán se han prolongado hasta el último momento. “El equipo y las actividades de verificación que acordamos continuarán como hasta ahora durante un mes [más], y expirarán entonces el 24 de junio”, ha confirmado.
La alarma sonó la víspera, cuando el presidente del Parlamento de Irán recordó que el “entendimiento técnico” de febrero había vencido y que los inspectores nucleares de la ONU ya no tendrían acceso a las imágenes grabadas en las instalaciones iraníes bajo vigilancia. El arreglo se concibió como si fuera la caja negra de un avión: recoge los datos para su posterior análisis. El director del OIEA ha dicho que la información compilada hasta ahora “se va a guardar bajo la custodia de la Agencia de la Energía Atómica de Irán” hasta que sea entregada al organismo.
“No es lo ideal”, ha admitido Grossi, quien en una entrevista con EL PAÍS en marzo calificó ese compromiso de “remiendo”. “No equivale al nivel [de vigilancia] de las medidas de transparencia adicionales contempladas en el PIAC [Plan Integral de Acción Conjunta, nombre oficial del acuerdo nuclear] y el Protocolo Adicional, pero nos permitirán reconstruir lo que ha pasado entre tanto”, ha explicado durante su comparecencia.
Ello siempre que las negociaciones de Viena den resultados antes de un mes, algo que parece complicado con las elecciones presidenciales de Irán el 18 de junio. Los portavoces del Gobierno iraní insisten en los avances y aseguran que todo depende de “una decisión política de Washington”. Sin embargo, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, echó un jarro de agua fría el pasado domingo al declarar que, en su opinión, “Irán sabe lo que tiene que hacer”, pero que no está claro que “esté listo para dar el paso”.
Apenas unos minutos antes de la intervención de Grossi, el embajador de Irán ante el OIEA, Kazem Gharibabadi, había adelantado la noticia de la extensión del acuerdo de vigilancia a varios medios iraníes. El diplomático también instó a Estados Unidos a “aprovechar la oportunidad” y “levantar las sanciones”.
Desde principios de abril, representantes de ambos países mantienen conversaciones indirectas en la capital austriaca para intentar reactivar el acuerdo nuclear. Aquel pacto, que limitaba la capacidad de Irán de hacerse con armas atómicas a cambio del levantamiento de sanciones, quedó en agua de borrajas cuando la Administración de Donald Trump, lo abandonó tres años después. La República Islámica respondió descolgándose de sus compromisos poco a poco. Un informe del OIEA el pasado junio aseguraba que había violado todas las restricciones que le imponía el PIAC. A pesar de ello, Teherán insiste en que EE UU debe dar el primer paso y levantar todas las sanciones impuestas por Trump “de forma práctica y verificable”, una coletilla que ha vuelto a repetir su enviado ante el OIEA.
En ese contexto, numerosos analistas interpretaron las limitaciones de acceso a los inspectores nucleares que legisló el Parlamento iraní a finales de 2020, como una forma de presionar a la Administración de Joe Biden para que regrese al acuerdo y retire las medidas punitivas de su predecesor. Fue un órdago arriesgado. Sin la vigilancia del OIEA, Biden hubiera tenido muy difícil enviar un negociador a Viena.
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