Isaac Herzog, nacido para ser presidente de Israel


Isaac Herzog nació en Tel Aviv hace 60 años para ser presidente de Israel. Hijo de un general –Chaim Herzog– que llegó a ser jefe del Estado, nieto del primer gran rabino askenazí del país, sobrino de legendario diplomático Abba Eban, pertenece a una influyente dinastía política, a una aristocracia del Estado judío que se asemeja al clan de los Kennedy en Estados Unidos. Exministro y exlíder del Partido Laborista, Herzog ha sido designado este miércoles presidente de Israel con el voto de dos tercios de los diputados de la Kneset (Parlamento) en un inusual y amplio consenso, mientras los partidos de la oposición seguían pugnando contra el reloj por alcanzar un pacto de Gobierno.

Su nuevo puesto, del que tomará posesión el mes que viene, intenta mostrar al exterior en las visitas de Estado la cara más amable de Israel, y es marcadamente protocolario. Pero con funciones arbitrales en medio de bloqueos políticos como el que sufre el país desde hace más de dos años, en los que se han celebrado cuatro elecciones.

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Bougie, el apodo familiar por el que es conocido, se parece más a un astuto letrado judío de Nueva York que a un temerario comandante israelí. Sigue la línea de su predecesor en el cargo y también patriarca laborista Simón Peres, al contrario que otros dirigentes de la izquierda que, como Isaac Rabin y Ehud Barak, llegaron al poder después de haber sido jefes del Ejército. El nuevo presidente dedicó precisamente su vida a la abogacía –en uno de los más prestigiosos bufetes de Tel Aviv, fundado por su padre– antes de entrar en política en 1999 como jefe del Gabinete interno del primer ministro Barak y desempeñarse al frente de carteras tradicionales del laborismo, como Vivienda o Asuntos Sociales.

En 2013 asumió la dirección del histórico partido del centroizquierda, que se encontraba en horas bajas tras dos derrotas consecutivas ante el Likud de Benjamín Netanyahu, quien derrotó a Herzog en toda regla en las urnas dos años después. Sin el fuerte carisma y la habilidad oratoria del líder conservador, Bougie quedó arrinconado en minoría en el Parlamento y acabó arrojando la toalla en la política en 2018. Renació, sin embargo, como presidente de la Agencia Judía, organismo que gestiona la relaciones con la diáspora del judaísmo y favorece su inmigración a Israel, cargo en el que destacó por su habilidad negociadora con los partidos, que le han granjeado ahora un amplio respaldo parlamentario.

“Es esencial que restañemos las heridas abiertas recientemente en nuestra sociedad”, resaltó en su discurso de aceptación del cargo tras la votación en la Kneset, en referencia al estallido de violencia sectaria entre ciudadanos judíos y árabes en las denominadas ciudades mixtas. Entre las escasas funciones no ceremoniales que tendrá el nuevo jefe del Estado destaca la potestad de indultar a condenados, en un momento en el que el todavía primer ministro Netanyahu está siendo juzgado por corrupción.

Con buenas conexiones en Estados Unidos y Europa, partidario de la solución de los dos Estados con los palestinos, y como político experimentado y de consenso, Herzog puede contribuir al giro reconciliador que parece avecinarse en Israel tras un periodo de intensa polarización, ha destacado el diario Haaretz en un artículo editorial. “Solo queda el mal sabor de boca sobre si existe efectiva igualdad de oportunidades en Israel”, cuestionaba no obstante el diario de Tel Aviv, “al contar con un presidente nacido precisamente para el cargo”.


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