Tras el fin del Estado de Alarma las comunidades autónomas han vuelto a abrir sus fronteras, de forma que podemos movernos con libertad por toda España. Por supuesto, la pandemia no se ha acabado, así que debemos hacerlo con prudencia y responsabilidad. Hay algunos pueblos en el norte que nos dan la oportunidad de evitar las aglomeraciones y huir del calor. Pequeños municipios con un encanto de lo más especial que realmente merece la pena visitar.
Potes (Cantabria)
Potes es uno de esos destinos que todo el mundo debería ver al menos una vez en la vida. Con una temperatura promedio de 17 grados en el mes de agosto, es un lugar estupendo para disfrutar de la naturaleza y desconectar de la rutina. La Iglesia de San Vicente es impresionante, así como la Torre del Infantado. En los alrededores, el Monasterio de Santo Toribio de Liébana es una visita imprescindible.
Frías (Burgos)
Uno de los pueblos más bonitos del norte es Frías, en la provincia de Burgos y con una población de apenas 250 habitantes. El Castillo de los Duques de Frías es el monumento más importante, cuyo origen se remonta al siglo X. Se puede subir hasta lo alto de la Torre del Homenaje, desde donde hay unas vistas espectaculares de la localidad. Las casas colgadas de Frías se han convertido en todo un atractivo turístico, con su arquitectura popular a base de entramado de madera.
Aínsa (Huesca)
En la provincia de Huesca se encuentra Aínsa, considerada uno de los pueblos con más encanto cerca del Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido. El Castillo de Aínsa está catalogado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico. Son muchas las excursiones que se pueden hacer la zona, como por ejemplo la del Cerro Cotón, que comienza en el pueblo y tiene un recorrido de 8,5 kilómetros, con 250 metros de desnivel.
Ezcaray (La Rioja)
La temperatura media en el mes de agosto en Ezcaray es de 16,5 grados, así que es un destino fantástico para decir adiós al calor. Uno de los edificios históricos más importantes es la Real Fábrica de Tejidos de Paños de Santa Bárbara, construido a mediados del siglo XVIII. A escasos kilómetros del centro del pueblo se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de Allende, desde donde parten varias rutas de senderismo. Una de las más recomendadas es la que lleva a la Picota de San Torcuato.
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