La esperanza de encontrar sobrevivientes bajo los escombros del edificio parcialmente derrumbado en Miami se desvanece. En la última sesión informativa de este domingo, las autoridades locales han comunicado a los familiares que el número de muertos asciende a nueve -el mismo que por la mañana- y 152 desaparecidos, levemente menor que la cifra conocida el viernes. Por primera vez desde el colapso de la torre residencial la madrugada del jueves, quienes esperan noticias sobre sus allegados pudieron visitar la zona siniestrada en Surfside. Los bomberos decidieron llevarlos para que vieran los avances que se han hecho en los casi cinco días de búsqueda y rescate e intentar apaciguar su angustia.
Cerca de 350 rescatistas trabajan en quitar los escombros de las 55 viviendas destruidas. Ayudados por perros, ultrasonidos, micrófonos y drones, los equipos de emergencia buscan restos humanos que les permita identificar a los desaparecidos. “Todos los que se necesitan están en el sitio, y están haciendo el trabajo, y continuamos nuestros esfuerzos para encontrar personas con vida”, señaló la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, quien agregó que las autoridades están teniendo conversaciones “muy francas” con los familiares. El domingo llegó un equipo de emergencia israelí y está previsto que hoy se sume uno de México.
“El problema no son los recursos, sino la suerte”, ha dicho en varias ocasiones el alcalde de Surfside, Charles Burkett. Como es común en esta época del año en Miami, ha habido varias tormentas eléctricas que han obligado a paralizar momentáneamente los trabajos de búsqueda para evitar poner en riesgo a los rescatistas. Hasta este sábado también hubo una serie de incendios que, por los escombros, no podían identificar su origen. El humo dificultaba la visibilidad y la respiración de los equipos de emergencia. “Los escombros caen sobre ellos mientras hacen su trabajo. Tenemos ingenieros estructurales en el sitio para asegurarnos de que no se lesionen”, ha explicado Cava.
El Grand Beach Hotel es el foco de la incertidumbre. Agentes de la policía, rescatistas y bomberos acuden dos veces al día al lugar convertido en centro de reunificación familiar para actualizar a los seres queridos de las víctimas. Pero las noticias no llegan y la desesperación de los que esperan nuevas informaciones se acentúa. Con el objetivo de tranquilizar en la medida de lo posible la angustia, los familiares fueron trasladados al mediodía del domingo desde el hotel a otro edificio frente a la zona del derrumbe. Ubicados en balcones, pudieron observar la pila de escombros y el trabajo de los rescatistas.
Una empresaria argentina se desmayó en la zona, a la que la prensa no tuvo acceso. Cuando regresaron al Grand Beach Hotel, la mujer, amiga de una pareja que vivía en la torre con su pequeña de seis años, se disculpó con las autoridades por haberles “faltado el respeto” producto de la “frustración, impotencia, nerviosismo, ansiedad y angustia” que le produce saber que los suyos están abajo y ellos arriba, dijo en la sesión informativa que transmitió en su cuenta de Instagram.
Además de querer saber sobre las víctimas, las familias cada vez están más ansiosas por conocer la razón del derrumbamiento que ha provocado esta tragedia. Hasta ahora no se ha dado a conocer ninguna y las investigaciones de los expertos, según las autoridades, pueden tardar meses. Lo que sí se supo el viernes por la noche es que el edificio, ubicado frente al mar, tenía un “daño estructural importante” en la losa de hormigón debajo de la plataforma de la piscina y “abundantes grietas y desconchados” en las columnas, vigas y paredes del estacionamiento, según un informe de ingeniería realizado en 2018.
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