La lentitud de las labores de rescate entre los escombros del edificio derrumbado en Miami el pasado jueves desconcierta a los familiares. Pero la minuciosidad de los trabajos realizados a los pies de lo que fue una torre de 12 plantas y las inclemencias meteorológicas que han entorpecido los trabajos amenazan con prolongar la agonía. Conscientes de la urgencia por conocer el destino de los desaparecidos, los equipos de emergencia argumentan que están siendo extremadamente cuidadosos para evitar que al remover una pieza se desarme la pila de escombros y bloquee los vacíos que hay debajo, donde todavía confían en que pueda haber alguien con vida.
Los trabajos de rescate tomarán tiempo, advirtió este lunes Raide Jadallah, jefe asistente de bomberos de Miami-Dade Fire Rescue. “No estamos levantando planta por planta. Estamos hablando de cemento pulverizado. Estamos hablando de acero. Cada vez que hay una acción, hay una reacción”, añadió Jadallah en una rueda de prensa. Más de 300 rescatistas trabajan por turnos de cuatro horas en quitar los escombros. Ayudados por perros adiestrados para rastrear restos humanos, ultrasonidos, micrófonos y drones, los equipos de emergencia buscan supervivientes y tejidos que les permitan identificar a los desaparecidos.
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Las autoridades han estado recogiendo muestras de ADN de los seres queridos de las víctimas que llegan al centro de reunificación familiar para cotejarlas con los restos que encuentran en el derrumbe. Ninguno de los restos humanos recuperados ha sido todavía identificado. Un equipo de emergencia israelí y uno de México se han unido a las labores de rescate en los últimos días. Desde el pasado domingo cuentan con un dispositivo de radar de microondas desarrollado por el llamado Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y el Departamento de Seguridad Nacional capaz de captar imágenes a través de 20 centímetros de hormigón sólido. Así lo ha explicado Adrian Garulay, director ejecutivo de Spec Ops Group, al diario The New York Times. El dispositivo, del tamaño de una maleta, puede detectar respiración humana y latidos del corazón.
Como es común en esta época del año en Miami, varias tormentas eléctricas han obligado a paralizar momentáneamente los trabajos de búsqueda. También ha habido incendios bajo los escombros, ya controlados. A esas dificultades se les han sumado el calor y la humedad tradicional del territorio. En ese contexto, los rescatistas han tenido que lidiar con el humo de las llamas, lo que dificultaba la visibilidad y la respiración. “Dentro de allí, hay de todo, desde químicos tóxicos hasta fuego, humo y todo tipo de otros peligros”, sostuvo el sábado el senador Marco Rubio de Florida tras visitar la zona.
Los expertos han creado trincheras para desplazarse debajo de la pila de escombros. Una de ellas mide 38 metros de largo, seis de ancho y 12 de profundidad. Cada vez que los rescatistas o los perros encuentran restos, limpian el área y retiran los escombros con las manos. Como muchas de las víctimas son judías, los equipos de emergencia trabajan con un rabino para garantizar que los rituales religiosos se realicen correctamente. Si encuentran documentos, fotografías o dinero, se los entregan a la policía. El laborioso proceso se repetirá, previsiblemente, durante muchos días.
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