El prestigioso chef José Andrés, nacido en Mieres (Asturias) hace 51 años y residente en Maryland, a las afueras de Washington DC, celebra el premio Princesa de Asturias de la Concordia, que le ha sido concedido este miércoles, pero lo considera un motivo para volver aún más al pragmatismo que caracteriza la trayectoria de su ONG World Central Kitchen. “Estamos viendo lo que está sucediendo en tantas partes del mundo, como Siria y Gaza, donde está habiendo problemas reales no solamente creados directamente por huracanes o terremotos, sino por los efectos negativos de las decisiones de gobiernos que generan problemas donde no tendría que haberlos”, comenta.
Más información
La alimentación es igualdad, justicia social, inmigración, cambio climático. Son las cocinas sucias en las que las mujeres cocinan y se enferman, y mueren por inhalar esos humos, porque no tienen energías limpias y eficientes para alimentar a sus familias. La alimentación es también defensa, seguridad nacional, es guerras por falta de agua, es obesidad, es desperdiciar alimentos cuando en la otra parte de la ciudad hay gente pasando hambre. Así es como José Andrés define, al otro lado del teléfono, su visión sobre cómo un tema aparentemente menor atraviesa casi todos los aspectos de la vida. “En vez de construir muros más altos, construyamos mesas más largas”, dice el chef.
Uno de los problemas principales para José Andrés es que los líderes de los países más ricos del mundo, igual que los de los más pobres, no tienen expertos en alimentación a su lado. “Muchas de las políticas de alimentación se llevan a través del Ministerio de Agricultura y, sin desmerecer nada a esos departamentos, la alimentación es mucho más”, señala. “Tenemos que tener una acción mucho más conjunta”, prosigue.
La solidaridad brota en él de forma natural. Sus padres fueron enfermeros en el Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, y asegura que ha crecido rodeado de esa empatía que le empuja a querer crear un lugar mejor. “Lo hemos visto en esta pandemia, donde millones de sanitarios en el mundo entero han luchado en esta guerra para salvar cuantas más vidas pudiesen, hospital a hospital, enfermo a enfermo”, declara. No pierde la fe en que es posible dar un giro al guion. “Yo lo he visto cada día, la empatía existe. Lo que necesitamos son líderes que quieran sacar lo mejor de cada uno de nosotros y no líderes que se aprovechen de estar sacando lo peor”, prosigue.
A pesar de haber estado del lado de los más desfavorecidos y de haber acudido al auxilio en incendios, terremotos y otros desastres naturales, José Andrés cree que las situaciones son muy distintas, pero todas en esencia son lo mismo. “Lo mínimo que podemos hacer es estar al lado de esas personas en su peor momento o al menos evitar que sufran más de lo necesario. En un momento de gente que habla de construir muros más altos, yo hablo de construir mesas más largas. La forma en la que voy a proteger a mis hijas es trabajando por ofrecer a las hijas de otro lo mismo que yo lucho por darle a las mías. No quiero formar parte de esos muros porque lo único que van a hacer es que poco a poco nuestras sociedades se degraden”, afirma.
El cocinero y World Central Kitchen han sido reconocidos por el jurado del premio Princesa de Asturias por sus “diversos proyectos de cooperación con la cocina como elemento central” y por volcar su experiencia en el ámbito gastronómico “para desarrollar formas de asistencia humanitaria ejemplar, atenta a ayudar a los más desfavorecidos en las situaciones más extremas”. La entidad, que ha desarrollado una eficaz y novedosa herramienta de respuesta a las catástrofes reclutando a chefs para alimentar a los afectados, ha actuado ya en España en la pandemia y con el temporal Filomena. José Andrés considera que en ese proceso de ayudar siguen aprendiendo a tener una acción más rápida y más inteligente. “Quién nos iba a decir que de haber estado aquí con la covid, responder a Filomena con la ayuda del ejército, repartiendo alimento a los diferentes hospitales que no pudieron activar sus cocinas, nos iba a servir de entrenamiento en la nevada de Texas una semana después”, explica.
Su objetivo es cubrir necesidades básicas a las que a veces los gobiernos no llegan. Reconoce que no es una tarea fácil: “Hay que dejar a la gente que sabe hacer lo suyo. Cuando tienes que reconstruir te llevas a ingenieros, y quienes te van a ayudar a dar de comer más rápido son los cocineros. Lo único que decimos es que estamos aquí para mejorar los sistemas y para hacerlo de una forma más eficiente y económica”.
La petición final que lanza José Andrés es que haya acciones más comprometidas, con dinero detrás de las ideas, y donde se dejen de lado los discursos fáciles que se aplauden y pasan al olvido. “Que esas personas se pongan la mochila y las botas y se vayan al lado de esas familias que lo pasan mal, esa es la única forma de solventar los problemas. Menos discursos y más acción”, concluye.
Source link