España e Italia tienen muchos puntos en común. Desde el estilo de juego al sistema. Desde las parecidas características individuales de algunos de sus jugadores a la forma de expresarlas dentro de la organización colectiva. Son dos equipos creados para atacar más que para defender y tienen el balón como seña de identidad. Por primera vez en lo que va de campeonato ninguno de los dos tendrá que enfrentarse al siempre peliagudo empeño de superar un muro de contrarios encaramados detrás del balón y podrán jugar al fútbol y no al balonmano o al frontón. Ni Italia ni España muestran futbolistas rutilantes. No hay galácticos. Sus referencias están en los banquillos. Ellos, Luis Enrique y Mancini, son los líderes. Los creadores de dos conjuntos tallados a su imagen a semejanza.
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Los banquillos
Los dos técnicos se hicieron cargo de sus respectivas selecciones en 2018 con dos meses diferencia. Ambos apostaron por un estilo de juego innegociable y parten de un mismo patrón futbolístico: posesión de balón, ocupación del campo contrario, presión alta, amplitud, defensa adelantada…. Todo ello plasmado en un 4-3-3 en el que los laterales y los extremos tienen un gran protagonismo. Luis Enrique esperó a Busquets, a pesar de sufrir la covid en plena concentración, por considerarle imprescindible en su organización táctica. Mancini hizo lo propio con Verratti, su centrocampista más completo y con mayor zona de influencia. Otro gesto de identidad común ha sido su confianza en las posibilidades de su equipo, proclamando que estaban entre los favoritos para luchar por el torneo.
Línea defensiva
Con Donnarumma y Unai Simón como fijos en la portería y en plena fase de reforzamiento moral, ambos equipos se plantan a la hora de defender con una línea de cuatro hombres bastante adelantada, pero en cuanto comienzan la salida del juego uno de los dos laterales, preferentemente el izquierdo, se incorpora por su banda y se convierte en una zaga de tres. Jordi Alba y Spinazzola, hasta su lesión, representaban roles parecidos, con libertad para llegar al área rival, alcanzando gran protagonismo en el juego colectivo al bascular muchos los ataques de sus respectivos equipos por sus bandas. El triángulo Verratti-Spinazzola-Insigne tiene su fotocopia en el que forman Pedri-Alba-Sarabia. Para la salida del juego en largo, Laporte, con sus cambios de orientación y conducciones superando líneas, intenta ejercer de Bonucci. Todavía le falta. Y además no tiene al lado un Chiellini. Azpilicueta y De Lorenzi, por la derecha, se incorporan al ataque con más sorpresa y se responsabilizan de formar la línea de tres cuando el lateral de la banda contraria se ha convertido en extremo.
Centro del campo
Un mediocentro y dos interiores. Jorginho es Busquets. Verratti hace de Koke y Barella de Pedri, aunque uno por el carril del 8 y otro por el del 10. Una organización casi simétrica. Busquets y Jorginho mantienen la posición y son los encargados de las coberturas. Cuando saltan a la presión saben que automáticamente Koke y Verratti cubrirán su zona. Barella, como Pedri, es más profundo. Intenta estar más cerca de los delanteros que de los defensas. Los dos juegan bien de cara y tienen buena visión del último pase. Los dos interiores italianos son más perpendiculares y profundos que los españoles, lo que permite a su equipo llegar al área contraria con menos retórica de pases. Posiblemente hasta ahora también han demostrado un punto más de energía y un mejor sentido de la anticipación en los balones divididos.
Delanteros
Tres referencias arriba. Luis Enrique pide a sus dos hombres de las bandas que se abran más, mientras que Mancini concede a Insigne mayor libertad de movimientos. Baja mucho a recibir y en cuanto escuchaba las zancadas de Spinazzola, a partir de ahora Emerson, se metía en zona de remate cerca de Immobile. Para estas tres posiciones más adelantadas, Mancini ha utilizado básicamente cuatro hombres. En la banda derecha comenzó con Berardi (zurdo) y ahora juega Chiesa (diestro). Luis Enrique también ha alternado a Sarabia, Ferran Torres y Dani Olmo. Incluso Gerard Moreno ha cumplido el doble juego de extremo-delantero centro.
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