Carne y motor

Atasco en la autovía A2 en Madrid.
Atasco en la autovía A2 en Madrid.Víctor Sainz

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Tras la tremebunda crisis del chuletón, donde la fantasía publicitaria se ha impuesto a la gobernanza racional, da miedo imaginar la que se va a montar con la legislación europea sobre vehículos de combustión. Si todo lo que han podido balbucir nuestros políticos sobre el grave problema del consumo de carne que ha planteado el ministro Garzón consiste en una discusión de cuñados cocinillas sobre el punto idóneo del chuletón, adornada con acusaciones de estalinismo e incompetencia a su proponente, verás tú la que se va a formar con la prohibición europea de vender cualquier vehículo que emita CO2 para 2035. Una niña que nazca hoy no podrá comprarse cuando cumpla 14 años un coche de gasolina, ni diésel, ni híbrido, ni de gas. Puestos a enfrentarse a una hidra cabreada, ¿tú qué prefieres, un vaquero o un magnate de la automoción? Vale, ya me lo figuraba.

España y algunos otros países miembros se habían propuesto ese objetivo para 2040 o más tarde. Es evidente que Bruselas quiere acelerar las cosas, y parece que esta vez va en serio. “La economía de los combustibles fósiles ha llegado a sus límites”, dice la presidenta europea, Ursula von der Leyen. Según ella, los planes climáticos han dejado de ser un objetivo bienintencionado y vaporoso. Ahora son también “una obligación legal”. El mensaje está bien claro para la industria europea de la automoción, y para cualquier otra que quiera vender coches en la UE. Consiste en un incentivo que las empresas no podrán rechazar para desarrollar cuanto antes los vehículos eléctricos —no híbridos, sino puramente enchufables— con un precio admisible y no disuasorio.

La tremebunda crisis del chuletón nos da pistas de lo que puede ocurrir con los vehículos de gasolina o diésel. Con la carne, el principal debate que han conseguido promover los políticos estos días es si el chuletón debe estar al punto o poco hecho, un tema fascinante. Con las emisiones de CO2, esa salida por la tangente tomará la forma de un piloto de fórmula uno frustrado que no se puede ni imaginar cómo va a adelantar a los camiones sin un motor de gasolina, por el amor de Dios. Allí donde el ministro Garzón ha sido lapidado por perjudicar al sector cárnico, los climaescépticos defenderán a pecho descubierto los empleos y la generación de riqueza que nos proporciona la automoción. Puesto que tanto Von der Leyen como la ministra española de Transición Energética son mujeres, me temo además las peores invectivas de forocoches y algún lector de algún escritor próximo a Vox. Un panorama seductor.

Al final, los avances sociales suelen salir adelante gracias a unos pocos políticos inteligentes y concienciados, capaces de enfrentarse a la marabunta de la irracionalidad, dispuestos a sacrificar su puesto por defender un objetivo deseable, social, justo y asumible por la economía. Cualquier decisión gubernamental tiene sus beneficiarios y sus víctimas. Si Lincoln hubiera hecho caso a los hacendados sureños, el gran poder económico de su época, los negros habrían seguido siendo esclavos de esos magnates. Los sectores ganadero o automovilístico tendrán que renovarse. No verlo es miopía empresarial y política. Justo lo que no necesitamos.


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