Positivo no es descalificación

El director general de la OMS, a la izquierda, recibe del presidente del COI la antorcha olímpica.
El director general de la OMS, a la izquierda, recibe del presidente del COI la antorcha olímpica.GREG MARTIN / AFP

“Tokio 2020 no será una competición de unos contra otros como en los Juegos Olímpicos habituales, sino los de todos unidos contra el virus”, advierte el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que se dirige a la 38ª Sesión del Comité Olímpico Internacional (COI) celebrada en Tokio, para, entre otras cosas, elegir a la australiana Brisbane sede de los Juegos de 2032 (2024, París; 2028, Los Ángeles). “Serán los Juegos de la pandemia”, advierte. El presidente del COI, Thomas Bach, se unió a la consigna.

El miedo se extiende por la Villa Olímpica, también las dudas sobre cómo puede afectar un positivo. En el caso de un contagio por covid en una modalidad individual, el atleta en cuestión será baja y figurará en la lista de resultados como DNS (Did Not Start; No empezó) en lugar de como DSQ (descalificado). Las variables son numerosas, según el tipo de disciplina. En un deporte de contacto, por ejemplo, el atleta contagiado quedaría fuera y su rival avanzaría a la siguiente ronda. En atletismo, si un deportista avanza a la siguiente ronda pero luego da positivo, antes de correr, cedería su lugar al mejor clasificado en la ronda anterior. Además, según el COI, cada federación nacional se encarga de readjudicar plazas dentro de su grupo si esto fuera posible. En el caso de los deportes de equipo, si un conjunto no puede disputar una final al no poder contar con los participantes necesarios, será sustituido por otro —presumiblemente su último rival—.

Los estadios vacíos, sin público por primera vez en la historia olímpica, reconvertidos en gigantescos sets televisivos, no serán el único síntoma de la nueva realidad, ni tampoco una ceremonia de inauguración oficial, este viernes (12.00, hora peninsular española) en la que no quiere que salga su nombre Toyota, uno de los principales patrocinadores olímpicos, y en los que la representación de los diferentes países será muy reducida.

La declaración de Ghebreyesus, y su recordatorio de que en los 17 días (desde el 23 de julio hasta el 8 de agosto) en que permanezca ardiendo la llama en el Estadio Olímpico más de 100.000 personas morirán en el mundo por la covid-19 no fueron sino la proclamación oficial de una realidad que se palpa nada más pisar las moquetas de los aeropuertos tokiotas, que cada día descargan a miles de acreditados para los Juegos que, pese a llegar armados de certificados de test negativos, apps de control, geolocalización y contactos y declaraciones firmadas de estar sanos, son sometidos inmediatamente a un test salivar.

“Y todos los días, todos los deportistas se someten a un test de saliva”, explica Cesáreo Rodríguez, médico de la selección española de ciclismo, que se aloja (Alejandro Valverde y compañía) en un hotel en Shizuoka, al pie del Monte Fuji, a 100 kilómetros de Tokio. “Y yo, como CLO [oficial de enlace covid) debo introducir sus datos en una plataforma web donde se centralizan. Quien da positivo es aislado inmediatamente y trasladado a un centro sanitario donde con la misma saliva se le hace una PCR. Si vuelve a dar positivo y tiene síntomas permaneces hospitalizado, y si es asintomático debe aislarse 14 días en un hotel reservado para las cuarentenas de covid. Si la PCR da negativo, puede volver a la vida normal”.

Cada persona acreditada en los Juegos debe instalar dos aplicaciones en sus teléfonos y tener activada la localización y el rastro. Una es la OCHA, donde se informa diariamente de la temperatura y de la posible aparición de síntomas, y la otra la COCOA, la que detecta los contactos con contagiados.

El cómputo total del número de contagiados entre la familia olímpica ascendía este miércoles a 79 entre las más de 20.000 pruebas (PCR y antígenos) efectuadas. “Los casos registrados son más o menos los esperados”, señala en conferencia de prensa Brian McCloskey, el médico inglés responsable del comité independiente de control de la pandemia en los Juegos. “Y más que el número, lo importante es la rapidez con la que se rastrean y localizan los contactos”.

A los deportistas, sin embargo, más les ocupa más la cabeza el miedo a dar positivo algún día que la propia tensión por la cercanía de una competición para la que llevan cinco años preparándose, incluidos los 12 meses de retraso.

Candy Jacobs, una deportista holandesa, especialista en monopatín (skateboard, deporte que debuta en los Juegos), Fernanda Aguirre, luchadora de taekwondo chilena, el jugador de tenis de mesa checo Pavel Sivucek y el especialista en vóley playa norteamericano Taylor Crabbs, serán los primeros deportistas que deban renunciar a los Juegos una vez establecidos en la Villa Olímpica de Tokio al resultar positivos sus test. “Estoy deshecha, pero debo seguir las reglas”, dijo Jacobs, quien deberá seguir una cuarentena de 10 días. “Al menos, como hemos seguido todas las normas de máscara, distancia y lavado de manos, no he contagiado a ninguno de mis compañeros”.

Dos jugadores de la selección surafricana de fútbol, Thabiso Monyane y Kamohelo Mahlatsi, fueron los primeros deportistas que dieron positivo mientras residían en la Villa Olímpica. Pasados los 10 días de cuarentena y si no vuelven a dar positivo, podrán volver a jugar. Ambos tenían como contactos a los 21 futbolistas restantes, identificados rápidamente y controlados. Debutarán justamente el jueves 22 con la selección anfitriona, Japón, en Tokio. “Los contactos que señale la aplicación se someten a PCR”, explica el médico el ciclismo español. “Si dan negativo no se aíslan, pero para poder competir deben dar negativo en una nueva PCR efectuada menos de seis horas antes de comenzar su competición”.

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