Derecha Unida, la coalición que gobernaba Polonia, quedó finiquitada este miércoles tras formalizar la ruptura uno de sus socios, cesado por el primer ministro Mateusz Morawiecki, en medio de un panorama de dimisiones e incertidumbre política. En menos de 24 horas, el mapa político polaco ha sufrido un terremoto cuya onda expansiva arranca del cese de un vicepresidente del gobierno, sigue con la dimisión de tres viceministros, y puede precipitar la convocatoria de elecciones anticipadas, informa Efe.
Todo empezó con una comparecencia ante la prensa, en que el portavoz del gobierno, Piotr Müller comunicaba el martes la decisión Morawiecki, de destituir al vicepresidente del ejecutivo y ministro de Desarrollo, Jaroslaw Gowin, achacándole deslealtad e “insuficiente” trabajo. Gowin, que afirmó haberse enterado por la prensa de su cese, no tardó en reaccionar y anunció inmediatamente el fin de la alianza de gobierno que su partido, Acuerdo, mantenía con el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) desde 2019.
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Müller transmitió a continuación la invitación de Morawiecki “a todos los miembros de Acuerdo que quieran implementar el pacto que firmamos juntos” a continuar en sus puestos, con la esperanza de atraer a sus filas a alguno de los diez diputados de esa formación.
Desde 2019, Acuerdo, que obtuvo 20 escaños en las urnas, ha perdido la mitad de esos puestos en sucesivos casos de transfuguismo a las filas del PiS. Sin embargo, Marcin Ociepa, vicepresidente del partido y viceministro de Defensa, anunció su renuncia “en solidaridad con Jaroslaw Gowin”, y otros tres viceministros: Iwona Micha’ek y Andrzej Gut-Mostowy (Trabajo y Tecnología), y Wojciech Murdzek (Ciencia) han hecho efectiva o anunciado su dimisión, citando en todos los casos “lealtad” al presidente de su partido. Otros altos cargos, como el plenipotenciario para inversiones en el extranjero Grzegorz Piechowiaky, han hecho lo propio.
Las dimisiones en serie y su rapidez pone de manifiesto que la crisis latente entre Acuerdo y el PiS sólo necesitaba una vuelta de tuerca más. Algunos politólogos polacos, como Jacek Nizinkiewicz, columnista en el diario Rzeczpospolita, apuntaba que el PiS puede haber calculado mal las consecuencias de sus actos.
En lo que queda de mes, el gobierno de Morawiecki necesitará más que nunca todos los apoyos que sea capaz de cosechar, pues deberá afrontar dos momentos decisivos en esta legislatura: la aprobación de la nueva ley de medios de comunicación y el desenlace del contencioso que la Justicia polaca mantiene con Bruselas por su polémica reforma del poder judicial.
Para este miércoles estaba prevista la votación en el Parlamento de la llamada “ley anti TVN”, un cambio legislativo que impediría al canal de televisión de propiedad estadounidense TVN, crítico con el gobierno, operar en Polonia y que fue frontalmente rechazado por Gowin. Finalmente, tras varias horas de debate, se acordó aplazar la votación hasta el 2 de septiembre, además de modificarse parte del contenido a favor de ese medio. Contra esa reforma se habían movilizado colectivos de periodistas y agentes sociales. En toda Polonia se sucedieron anoche mismo las manifestaciones en contra de esa ley.
La otra gran prueba para el gobierno llegará el próximo 31 de agosto, cuando se produzca el dos veces retrasado fallo del Tribunal Constitucional sobre la primacía de la Constitución polaca sobre la legislación europea, un contencioso que ha crispado las relaciones de Varsovia con Bruselas y cuyo desenlace podría abrir la puerta a un “Polexit”, algo que también fue muy criticado por Gowin.
Nacionalismo y proteccionismo
Además, la falta de consenso en la distribución de fondos del plan de recuperación post pandemia y una reforma fiscal que, según el líder de Acuerdo, “perjudicará a millones de polacos”, se convirtieron en diferencias insalvables entre Gowin, de ideología liberal y partidario de acercarse a Europa, y el PiS que dirige Jaroslaw Kaczynski, con posturas nacionalistas radicales y económicamente proteccionistas.
Está por ver si la crisis abierta con la escisión de la alianza conservadora conduce a un adelanto en las elecciones. El principal partido de la oposición, la Plataforma Cívica (PO) de Donald Tusk, podría ser el beneficiado del primer momento de verdadera debilidad del PiS desde que subió al poder en 2015.
Según los analistas polacos, es difícil creer que Kaczynski, considerado como un gran estratega, se haya dejado llevar por un impulso y haya destituido a Gowin sin tener listo un plan que le beneficie. Pero el silencio que hasta ahora mantienen Morawiecki y él mismo no dan ninguna pista al respecto. A pesar de perder la mayoría absoluta en las elecciones de 2019, el PiS controlaba 232 escaños (frente al total de 460) con alianzas y acuerdos. Con el divorcio de Acuerdo, su poder se ha reducido a 221 votos.
Con el anuncio de Gowin de crear su propio grupo parlamentario, la incógnita de cuántos de sus diputados decidirán engrosar las filas del PiS es el factor que puede decidir el futuro político del país a corto plazo. Los tres parlamentarios de la formación anti-sistema Kukiz15 y otros dos diputados independientes han apoyado al PiS en votaciones puntuales. El partido de Kaczynski ha logrado incluso atraer a su órbita a Izquierda, en las antípodas ideológicas del PiS, y con cuyo apoyo se aprobaron los presupuestos del plan de recuperación económica.
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