Los talibanes refuerzan su rápido avance con la toma de Kandahar, la segunda mayor ciudad del país

El avance de los talibanes en Afganistán parece imparable, y mucho más rápido de lo que se esperaba cuando la pasada primavera las tropas internacionales que mantenían a raya a la milicia fundamentalista iniciaron la retirada definitiva tras 20 años. El grupo se ha hecho con el control en las últimas horas de Kandahar, en el sur del país, según informan fuentes del gobierno local a Reuters. Esta ciudad, la segunda más grande de Afganistán (614.000 habitantes), es el hogar espiritual de los talibanes y gran feudo pastún.

La caída de Kandahar este viernes suma una nueva victoria a las cosechadas un día antes, una de las jornadas de mayores conquistas de los insurgentes desde que lanzaron la ofensiva en mayo: los talibanes tomaron este jueves Ghazni, ciudad clave para acceder por carretera a Kabul (a solo 150 kilómetros), y Herat, la tercera mayor urbe. La milicia integrista asegura además que se ha hecho con Qala-i-Naw, en el noroeste del país, antigua base de tropas españolas, y Lashkar Gah, en la provincia de Helmand, asediada desde hace semanas.

Estados Unidos, que teme que los insurgentes se planten a las puertas de Kabul antes de 90 días, anunció que enviará 3.000 soldados para garantizar la seguridad mientras evacua a la mayor parte del personal de su Embajada en la capital, donde solo dejará una plantilla mínima, según informó el Departamento de Estado.

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El portavoz, Ned Price, recalcó que se mantendrá personal para continuar con las tareas diplomáticas y consulares. El Pentágono recalcó que siguen adelante los planes de completar el repliegue militar para el 31 de agosto a pesar de que, en menos de una semana, los fundamentalistas se han hecho con el control de 12 capitales de provincia.

Los insurgentes se mueven rápido, conquistando a su paso territorio casi a diario. En estos momentos controlan una tercera parte de las capitales de provincia, un varapalo para las tropas afganas. Solo cuatro grandes ciudades, incluida Kabul, siguen bajo control del Gobierno, y dos de ellas están siendo fuertemente asediadas por los talibanes.

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En algunos casos las conquistas han sido fáciles, por la poca resistencia que oponen unos líderes locales que dan por inevitable la victoria talibán, pero en otros lugares se registran intensos combates con las fuerzas del Gobierno, que ya no cuentan con el potente apoyo aéreo que antes les brindaban las tropas extranjeras. Actualmente hay combates en nueve de las 34 provincias afganas, donde en las últimas 24 horas 217 combatientes talibanes han muerto y 108 ha resultado heridos, según el balance diario del Ministerio de Defensa afgano.

La toma de Ghazni, en el suroeste, es vital porque incrementa las posibilidades de llegar a Kabul. Esta localidad es clave porque enlaza con la autopista que conecta la capital con Kandahar, lo que significa que los fundamentalistas controlan los principales accesos estratégicos desde el norte y el sur después de la caída de la ciudad de Pul-e Khumri hace dos días. “Ghazni ha caído esta mañana [jueves] y las fuerzas de seguridad se retiraron de la mayor parte de la ciudad”, anunció Amanullah Kamrani, subjefe del Consejo Provincial de esa urbe. Los talibanes entraron en la ciudad desde varias direcciones y tomaron la mayoría de los edificios gubernamentales, como la casa del gobernador y la sede de la policía.

La conquista de Herat no es menor. La ciudad es uno de los principales centros comerciales y ejes de Afganistán, al compartir frontera con Irán y Turkmenistán. En la base de Herat estuvieron las tropas españolas 14 años, hasta 2015, cuando cerraron la misión.

Qala-i-Naw también cayó ayer en manos de los talibanes y “la mayoría de las fuerzas de seguridad se retiraron a la base provincial del Ejército”, aseguró un diputado por Badghis en la Cámara Baja del Parlamento nacional, que pidió el anonimato, informa Efe.

Jefe del Ejército

El presidente afgano, Ashraf Ghani, realizó el miércoles una visita relámpago a Mazar-i-Sharif, la gran ciudad del norte asediada por los talibanes, para intentar coordinar una respuesta que frene el avance de la guerrilla, que ya controla más de un cuarto de las capitales de provincia. Esa misma noche, un nuevo jefe de las fuerzas armadas, el general Hibatullah Alizia, asumió el mando de las tropas gubernamentales.

Kabul aún no se ha visto directamente amenazada por el avance de los talibanes, pero la inesperada velocidad de la ofensiva, que se ha acelerado en las últimas dos semanas, plantea dudas sobre si el Gobierno afgano será capaz de controlar la situación y hasta cuándo. Washington no solo calcula que los talibanes podrían tomar Kabul en un plazo de 90 días, sino que la ciudad puede quedar aislada mucho antes, entre los próximos 30 y 60 días.

Pese a ello, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha resaltado que no frenará el repliegue de sus tropas. El portavoz del Departamento de Defensa de EE UU, John Kirby, se limitó a reconocer ayer el “deterioro de la situación”. Por otra parte, reiteró el llamamiento de Biden a las autoridades locales para hacer frente a la ofensiva talibán. “Hemos trabajado duro para mejorar la competencia y la capacidad [de las fuerzas de seguridad] afganas en el campo [de batalla], pero en algún momento la competencia y la capacidad deben ser cuestión de los propios afganos”, remachó.

Mientras, el conflicto está provocando ya un éxodo de gente que huye de los combates y los talibanes.

La ONU calcula que desde principios del año casi 390.000 personas han sido desplazadas por la violencia. Miles de afganos han llegado estos días a Kabul, mientras otros intentan buscar refugio en Pakistán.


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