Deeply concerned, hondamente preocupados. La muletilla diplomática habitual para responder a cualquier conflicto de calado ha servido este lunes al Consejo de Seguridad de la ONU, reunido para evaluar la situación en Afganistán, para mostrar su inquietud por los acontecimientos y su compromiso con la defensa de los derechos humanos ante la conquista talibán.
Solo Rusia, miembro permanente del Consejo -el máximo órgano de la ONU-, se permitió una velada crítica al papel de EE UU y su supuesta incapacidad a la hora de formar a las fuerzas armadas afganas durante los últimos veinte años. Ni siquiera China, asimismo miembro permanente y uno de los beneficiarios del cambio de régimen en Afganistán, disintió del llamamiento unánime a proteger a los civiles ni del temor generalizado a un eventual repunte del terrorismo en la cuna de Al Qaeda.
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El secretario general de la ONU, António Guterres, llevó la voz cantante en la reunión, convocada de urgencia, mientras el embajador afgano emitía una desesperada llamada de socorro. “Hemos sido testigos una y otra vez de cómo los talibanes han roto todas sus promesas y compromisos en el pasado”, clamó Ghulam Isaczai, representante permanente afgano ante la ONU. Guterres, por su parte, manifestó su inquietud “en especial, por los relatos de crecientes violaciones de derechos humanos contra las mujeres y las niñas afganas, que temen un regreso a los días más oscuros”, en alusión al Gobierno talibán expulsado por la intervención internacional en 2001.
La presencia de fuerzas de la ONU en Afganistán, así como la del resto de organizaciones de ayuda que aún siguen en el país, será vital “para la suerte de 18 millones de personas, casi la mitad de la población” en riesgo de padecer una nueva crisis humanitaria, recordó Guterres. “Nuestra presencia se adaptará a las condiciones de seguridad, pero ante todo nos quedaremos y ayudaremos al pueblo afgano”, dijo el portugués, mientras en las redes sociales no pocos criticaban la ausencia estos días de fuerzas de la ONU en el aeropuerto de Kabul.
La representante de EE UU en la ONU, Linda Thomas-Greenfield, abundó en la necesidad de permitir una evacuación adecuada de los extranjeros y afganos que quieran abandonar el país. “Todos los ciudadanos afganos y expatriados [extranjeros] que deseen salir deben poder hacerlo de manera segura”, dijo Thomas-Greenfield, no sin recordar que el presidente Joe Biden ya advirtió el sábado a los talibanes que cualquier acción que ponga en peligro al personal estadounidense “tendrá una respuesta militar rápida y contundente”.
Moscú se reúne con los talibanes
El embajador ruso, Vasili Nebenzia, se permitió dar un voto de confianza a los talibanes, con los que su Gobierno “interactuará” manteniendo su legación en Kabul abierta y con la reunión de su embajador, este martes, con representantes talibanes. También celebró como hecho positivo que se haya evitado, al menos hasta el momento, “un baño de sangre generalizado entre la población civil”. Nebenzia llamó a la calma y aconsejó no dejarse llevar por el pánico como el que se vive en las pistas del aeropuerto internacional de Kabul.
“Según los informes de que disponemos, los talibanes ya han tratado de restablecer el orden público y han dado garantías de seguridad para los civiles y el personal de las misiones diplomáticas. En estas circunstancias, la Embajada de Rusia en Kabul sigue funcionando con normalidad”, subrayó, si bien Moscú hará depender el reconocimiento formal del Gobierno talibán de sus acciones.
Dado que la reunión se celebró a puerta cerrada, no se han conocido las reacciones de China, el primer país que este lunes se mostró dispuesto a mantener “relaciones amistosas” con los nuevos gobernantes de Afganistán.
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