El salvavidas Antoine Griezmann


El Barcelona se siente liberado por la salida de Antoine Griezmann. La ficha del delantero oscilaba aproximadamente entre 35 y 40 millones brutos al año, la más alta de la plantilla después de que ya no pudiera retener a Messi —percibía unos 130 millones entre fijos y variables— antes de fichar por el PSG. El ahorro total por el jugador francés podría ascender por tanto a unos 80 millones porque ha sido cedido al Atlético por dos temporadas con una opción de compra obligatoria, aunque con condicionantes —se puede romper según los partidos jugados—. No es una cifra cualquiera si se tiene en cuenta que el déficit del club asciende a 1.350 millones y las pérdidas de la temporada 2020-2021 serán de 481 millones.

La fotografía económica es tan devastadora a la espera de la auditoría de septiembre que poder prescindir de Griezmann se presentó como una operación salvavidas porque permitía aliviar las cuentas y maniobrar en el mercado después del bloqueo provocado por la pésima gestión de la directiva de Josep Maria Bartomeu. La sostenibilidad del club exigía de forma inexcusable fichajes a coste cero (Kun Agüero, Eric García, Memphis Depay, Luuk de Jong, Demir); actualizar contratos mal formulados por variables que disimulaban los cobros; reducir gastos; y rebajar la masa salarial, tan alta que es un 30% superior a la segunda más elevada de Europa, según el club azulgrana —ha pasado de 565 a 420 millones, del 111% al 85%; la diferencia es de 145 millones, sin computar a Messi, en cuyo caso sería de 240 millones—.

El recorte es tan apreciable como la cantidad de 130 millones brutos ingresada de acuerdo a las cuentas del Barça por los traspasos a pesar de que muchos de los sueldos de los futbolistas en nómina están fuera de mercado: Emerson (Tottenham, 25 millones), Ilaix Moriba (Leipzig, 16 más 6 variables), Junior (Leeds, 15), Todibo (Niza, 18,5 más 7), Aleñà (Getafe, 5), Konrad (Marsella, 3) y Manaj (0,3, cedido al Spezia). Miranda y Monchu quedaron libres, Trincão fue cedido al Wolverhampton; y Collado está pendiente de salida al igual que Pjanic en algunos mercados que siguen abiertos. Tampoco se encontró un club dispuesto a asumir lo que cobraba Coutinho. Y, decidido de inicio que no se podía retener a Messi, al final se ha liberado también a Griezmann, sin que se sepa qué habría pasado con el 10 si antes se hubiera buscado equipo al Principito.

La intención del club azulgrana era intercambiar al delantero francés por João Félix después de que no funcionara su trueque por Saúl propuesto por el Atlético. Las negociaciones parecían muy bien encaminadas, hasta el punto de que Ronald Koeman aceptaba al portugués, muy del agrado del presidente, Joan Laporta, y Diego Simeone ha sido el máximo defensor del regreso de Griezmann al Metropolitano. Ese acuerdo, sin embargo, se frustró al final —de acuerdo a la versión azulgrana— por la oposición del consejero delegado atlético, Miguel Ángel Gil Marín. La alternativa fue negociar solo por Griezmann. Y así fue cómo a las 23h 59m 40s, 20 segundos antes de que finalizara el plazo de inscripción, se recibió el OK a la vuelta de Griezmann.

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Las sensaciones son que el Barça no solo refuerza al Atlético con el francés, un jugador por el que en el Camp Nou se pagaron hace dos años 120 millones, sino que le convierte en favorito al título de Liga. Los rojiblancos ya salieron campeones la pasada temporada después de la llegada del exazulgrana Luis Suárez y en 2014 también lograron el campeonato con David Villa. El Barça se descapitaliza cada año y se convierte en el mejor proveedor del Atlético. El adiós de Griezmann permitía al Barcelona optar al fichaje de un delantero y atender a la petición de Koeman. A pesar de que se especuló con Cavani y Dani Olmo, los azulgrana prefirieron no precipitarse, evitar un sobrecoste y reservarse la posibilidad de volver al mercado en invierno después de incorporar a Luuk de Jong.

El desencuentro

A efectos barcelonistas, Griezmann explica la deriva de la época de Bartomeu, de la misma manera que la etapa de Sandro Rosell se expresó con Neymar. El desencuentro entre el francés y el club azulgrana ha sido manifiesto después de una operación realizada a destiempo: retrasada por el jugador y después forzada por el Barcelona. Griezmann no ha encontrado su sitio, estando o no Messi, y fue pitado ante el Getafe. La figura de futbolista de equipo también jugó en su contra, más aplicado que rebelde, resignado a su suerte, aunque siempre defendido por Koeman.

Griezmann no solo condicionaba la caja, sino que también afectaba a una apuesta deportiva que en cualquier caso se empobrece con su partida y la llegada de De Jong. El ariete es una concesión a Koeman. La intención del club es reforzar la figura del técnico con la llegada del delantero suplente del Sevilla y con la renovación de su contrato hasta 2023. La continuidad del entrenador, sin embargo, está condicionada a los títulos, al juego del equipo y al cumplimiento de apuestas estratégicas del club como son la recuperación de Umtiti —se rebajará el sueldo— y la necesidad de dar más protagonismo a Riqui Puig, un jugador del agrado de Laporta. La propuesta parece un regalo envenenado para Koeman si se atiende al gusto de quien mandan en el club, al desequilibrio del plantel y a la urgencia de mover jugadores ante la falta de ingresos para no tener que hipotecar activos del Barcelona.

Acostumbrado a improvisar, el club pretende dejar de ser un pozo sin fondo a cambio de apostar por La Masia, por renovar a Dembélé y Pedri y por mejorar la captación de jugadores internacionales con Jordi Cruyff. Las estimaciones son que no podrá competir en el mercado hasta 2023. Ahora toca resistir hasta ser una entidad sostenible después de renunciar a los goles de Messi y Griezmann —ambos marcaron la última temporada 58 tantos, 20 el francés por 38 del 10— a cambio de ahorrarse un sueldo que amenazaba con el cierre del Camp Nou.

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