“Somos un pueblo pequeño, si no ayudamos todos no salimos adelante”, afirma Marta Gutiérrez, de 21 años, mientras empuja con una escoba el lodo desde la calzada a la acera en una calle del centro de Guadamur (Toledo, 1.700 habitantes). La joven no recuerda nada que iguale los estragos causados por el temporal del miércoles: “Hemos tenido mucho miedo”. Decenas de jóvenes como Marta respondieron este jueves al llamamiento de la alcaldesa, Sagrario Gutiérrez (PP), y, desde las ocho de la mañana, llenaron las calles del municipio para recoger adoquines y ramas y achicar el lodo arrastrado por las riadas. Las lluvias en Guadamur fueron torrenciales —50 litros por metro cuadrado entre las tres y las cinco de la tarde—, pero no tanto como para que el alcantarillado local no las pudiera desaguar por sí mismo. Sin embargo, en el pueblo desembocan las aguas de localidades colindantes como Cobisa o Argés, las más golpeadas por la gota fría que el miércoles azotó el este y el centro peninsular. Y la red de saneamiento se desbordó. Luis López, vecino de 24 años, resalta el sentimiento de los jóvenes: “Aquí nos conocemos todos. Al ver a nuestra gente pasarlo mal nos sale solo ayudarnos”.
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Un grupo de voluntarios, cubiertos de barro, trata de achicar con una bomba el metro de fango acumulado en el auditorio: “Seguimos asimilándolo, pero estamos todos a una para limpiar todo esto cuanto antes”, cuenta Héctor Cuartero, de 20 años. Las aguas han levantado trozos de carretera e inutilizado instalaciones del pueblo como el parque, la piscina, el teatro o el gimnasio. Ángel Alonso, concejal de Juventud, celebra la respuesta juvenil: “Han prestado sus camionetas, sus tractores… Se ha unido más gente de la que esperábamos”. El agua, de un metro de altura, arrastró coches, farolas e incluso un monolito de granito que preside la plaza del pueblo. Además, Guadamur se ha quedado sin agua para limpiar las calles porque la corriente ha partido el conducto que, desde Toledo, a 15 kilómetros, le abastece. Han tenido que acudir a pozos.
En vídeo, las imágenes más impactantes de la gota fría en Toledo.
Los voluntarios se dividen en grupos para cubrir las zonas más dañadas y consiguen despejar las carreteras que cruzan el pueblo para facilitar que los camiones cisterna y los tractores continúen las obras. Pero señalan algunas partes que serán insalvables, como el parque a la entrada del municipio. La alcaldesa teme en particular por el yacimiento visigodo de Guarrazar, que se encuentra en las inmediaciones. Sin embargo, los restos arqueológicos no han sufrido daños graves a pesar de que las aguas han derribado todo el vallado que lo rodea. Gutiérrez señala que “están acostumbrados a grandes lluvias”, pero esta vez la cantidad ha sido demasiada e incide en que “toda el agua acumulada en los pueblos más afectados ha ido a parar aquí”.
Fotogalería: Las inundaciones, en imágenes
A pesar de que bastantes casas han sido construidas con altura para hacer frente a las inundaciones, casi todas han sufrido daños. La alcaldesa y el teniente de alcalde calculan que 200 hogares se han visto afectados. López observa la imagen del lugar donde ha crecido: “Duele ver así las casas en las que hemos jugado de niños”, lamenta mientras señala la marca de agua que refleja el nivel que alcanzó el agua, un metro aproximadamente.
El temporal ha llegado a primeros de septiembre, antes de que los estudiantes vuelvan a clase en Madrid o Toledo. Otra vecina, Ana Villafán, asegura que ningún joven ha eludido la emergencia: “No lo piensas. Sales para ayudar y punto”. Marta Gutiérrez resume el sentir de los jóvenes de Guadamur: “Estamos todos muy unidos. Esto nos destroza y tenemos ese sentimiento de querer cuidarlo. Somos de aquí. Tenemos que hacerlo”.
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