Jair Bolsonaro intenta desactivar una bomba de relojería que él mismo había cebado con sus amenazas y discurso incendiario. El presidente brasileño ha difundido este jueves una declaración en la que se expresa por escrito en un tono y unos términos nada habituales en él. “Nunca tuve intención de agredir a ninguno de los poderes (del Estado)” o “quiero decir que mis palabras, a veces contundentes, fueron fruto del calor del momento” son algunas de las afirmaciones incluidas en la nota de diez puntos. La crisis institucional que él mismo ha alentado ha disparado las alarmas y se había traducido a primera hora de la mañana en el bloqueo de carreteras por parte de camioneros bolsonaristas en la mitad del país.
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El populista es poco dado a las declaraciones solemnes y menos a retractarse de sus palabras. Por eso llama la atención la nota que ha publicado esta tarde tras convocar de urgencia a su predecesor Michel Temer, enviar un avión a recogerlo y reunirse con él en Brasilia. Como telón de fondo, la ofensiva del presidente contra el Poder Judicial y un paro de camioneros que iba tomando fuerza en un momento en que la economía no recupera el aliento y sufre los estragos de una sequía histórica.
El mandatario quería escuchar a su antecesor, que estaba en la Presidencia cuando los camioneros paralizaron Brasil durante 10 días en 2018. Entonces, Bolsonaro los apoyó y ahora se han puesto de su lado en el pulso con el Supremo, parecían querer ir a por todas. Pero las carreteras son asunto sensible en este país porque son la vía fundamental de abastecimiento ante la escasez de líneas ferroviarias. Para la noche, las vías estaban despejadas y Bolsonaro comparecía puntual, como cada jueves, en su directo por Facebook sin hacer mención al tema del día. En Facebook habla para sus fieles; en las notas del Planalto, al Brasil institucional y de las élites.
Horas antes, las teorías de la conspiración y las noticias falsas que circulan alegremente por los móviles de millones de brasileños de toda clase y condición han creado una situación que podría parecer cómica si no fuera por la gravedad del asunto. La situación es volátil después de que el presidente arengara a decenas de miles de personas el martes con amenazas al Supremo y proclamara que desobedecería las órdenes del juez que investiga las redes bolsonaristas de desinformación.
Uno de los líderes del paro camionero es Marcos Antônio Pereira Gomes, apodado Zé Trovão, un transportista que huyó de Brasil a México cuando el Supremo ordenó hace unos días que fuera detenido por amenazas a la democracia. Ha sido arrestado en Ciudad de México. Pero antes de eso, la distancia no le impidió participar en la organización de las protestas. En un vídeo que circula por WhatsApp ordena al gremio que bloquee las carreteras desde primera hora de este jueves para parar los pies al Supremo. “Necesitamos resolver los problemas de Brasil ahora, esta semana. Bloqueemos todo”, decía.
En un intento de que los camioneros depusieran su actitud, Bolsonaro grabó un mensaje de audio. El problema es que Zé Trovão, en una muestra de las peligrosas distorsiones que causa la desinformación, ha puesto en duda la autenticidad del llamamiento presidencial. “Si el señor de verdad quiere que abramos las carreteras, queremos que se lo diga al pueblo brasileño, que diga la fecha, porque sin eso, presidente, no lo haré porque no me puedo fiar porque esto (el mensaje de Bolsonaro) puede ser antiguo”. El mandatario, que llegó al poder a lomos de una campaña plagada de mentiras y medias verdades, recibía una dosis de su propia medicina.
Bolsonaro nunca había estado tan aislado aunque mantiene una base sólida y tiene aliados pragmáticos que por el momento no dan señales de dejarle caer. El presidente Temer es uno de los dirigentes del Centrão, el gran centro, esa constelación de partidos sin ideología que le apoyan.
En su declaración, el presidente expresa su respeto por la independencia de los tres poderes, afirma que sus divergencias con el Supremo deben ser resultas en el ámbito judicial y señala que “las personas que ejercen el poder no tienen derecho a estirar la cuerda, hasta el punto de dañar la vida y la economía de los brasileños”.
El juez Alexandre de Moraes es el encargado de la investigación de sobre las redes de desinformación bolsonaristas y los actos antidemocráticos que promueven. Y eso le ha convertido en el blanco de las peores invectivas de Bolsonaro, que el martes lo puso en el disparadero ante decenas de miles de fervorosos bolsonaristas al señalarle con nombres y apellidos. Antes de publicar la nota, Bolsonaro y el juez Moraes han tenido una conversación telefónica por mediación del expresidente Temer.
Algunos de los seguidores de Bolsonaro han expresado en los comentarios de su retransmisión de Facebook su desconcierto con el cambio de discurso de su líder. Otros mantienen la beligerancia: “Estoy con usted, pero ya debería estar preparando cómo echar a esos jueces porque si no ellos le echaran”.
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