La reconquista de Griezmann

Griezmann, en el entrenamiento de este viernes.
Griezmann, en el entrenamiento de este viernes.EFE/Atlético de Madrid

En el fútbol hace tiempo que el pragmatismo devoró a los sentimientos. A esto no es inmune ni Diego Pablo Simeone, que tantas veces ha hecho hincapié en “el sentido de pertenencia” para explicar al Atlético ganador que ha construido. Las crudas reticencias de parte de la hinchada rojiblanca al regreso de Antoine Griezmann no son ignoradas por el entrenador ni tampoco por el club, pero ambos están firmemente convencidos de que la decisión solo puede deparar una mejora de los resultados que contribuyan al crecimiento de la entidad. Tampoco el futbolista es ajeno al revuelto que ha generado, pero todos están convencidos de que el reencuentro ha hecho más fuerte al plantel. “Yo entiendo absolutamente a todo el mundo”, razonó este sábado Simeone antes de apostillar: “Y lo que más entiendo es que necesitamos seguir compitiendo de la mejor manera y yo busco lo mejor para el equipo y para el Atlético de Madrid”. Ante la grada reticente no tendrá mejor defensor Griezmann. La gestión de su retorno comienza este domingo ante el Espanyol en Cornellà (14.00, Movistar LaLiga) y continuará el miércoles, ya en el Wanda, en la Champions ante el Oporto.

Los focos están puestos tanto o más en Simeone que en Griezmann. Con su recompra, el preparador argentino se enfrenta a un exceso de estocaje en los puestos de ataque de un equipo que, sin el francés, conquistó la última Liga. Todo lo que toque el técnico para incluirle en el once supondrá mandar al banco a uno de los jugadores que fueron decisivos en el título liguero. La nómina de delanteros a dirigir sin herir sus sensibilidades es extensa, jerárquica y peculiar por las circunstancias personales de cada uno. Griezmann se suma a Luis Suárez, Correa, Lemar, João Félix y al brasileño Matheus Cunha, por el que este verano el club pagó 30 millones de euros al Hertha de Berlín.

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La gestión pública del elenco de gallos a administrar la comenzó este sábado Simeone cuando fue preguntado si le caben a la vez el once Luis Suárez, Griezmann y João Félix. “Podemos jugar con las características de los jugadores que tenemos. Podemos jugar con cuatro atrás o tres. La parte delantera ha crecido en la competencia interna. Están ellos tres más Correa, Lemar y Cunha. Son las opciones que tenemos para esos tres puestos”, respondió el Cholo, al que el fichaje de Griezmann parece haber aumentado su sentido lúdico del juego. “La competencia será importante y saldrá beneficiado el aficionado, el club…”. Simeone ya manejó una compleja elección de delanteros con el River Plate con el que ganó el Torneo Clausura de 2008 y el Burrito Ortega era un símbolo que competía con un ramillete de atacante ilustre: “Estaban Abreu, Alexis, Falcao, Buonanotte, Rosales, Ríos, que era un chico que recién salía… Eran todos delanteros muy buenos e importantes, que coincidieron en la temporada en la que ganamos la liga en River”.

La seguridad de la entidad y del técnico en el éxito de la operación se basa tanto en las condiciones del jugador como en la buena onda que mantiene dentro y fuera del campo con el entrenador que le pulió y le hizo crecer hasta situarle en posición de poder construir una de sus bravuconadas de chiquillo díscolo más recordadas: “Quiero sentarme a la mesa de Cristiano y Messi”. Con 30 años, Griezmann llega en plena madurez, licenciado con nota en el cholismo futbolero y con las mismas ganas que Luis Suárez de demostrar a la dirigencia del Barcelona que se equivocaron despreciándole. Además, se incorpora a un plantel que ha ejecutado el paso adelante que le pidió a su técnico con un fútbol menos especulativo que a él mismo también llegó a hastiarle en sus últimos meses como rojiblanco.

El Atlético, como el entrenador, también comprendió rápido que no debía dejar escapar la ocasión de reclutar a un futbolista cuya fuga le obligó a denunciar al Barcelona ante la FIFA por haber negociado en secreto. Miguel Ángel Gil, máximo accionista del club, nunca se había encontrado en una posición tan favorable en una negociación ni con el club vendedor, ahogado por su situación económica, ni con el futbolista a comprar. La condición que Griezmann le puso a Joan Laporta, presidente azulgrana, de que solo saldría al Atlético facilitó el advenimiento del Barcelona a una cesión por dos años, uno más uno, con cláusula de compra condicionada a la disputa de un 50% de los partidos en el primer curso. Según fuentes del Atlético, el jugador no solo aceptó la reducción de más de un tercio de su sueldo en el Barcelona, 26 millones de euros brutos, sino también firmó que ganará lo mismo en las dos temporadas si se ejecutara la opción de compra. La maniobra de la dirigencia no tenía otro fin que evitar las subastas que protagonizó Griezmann en cada uno de sus veranos como rojiblanco hasta llegar a firmar un último contrato, que luego rompería de manera unilateral con el pago de la cláusula de rescisión (124 millones de euros), cercano a los 20 millones de euros netos por curso. Contra ese adiós tan abrupto para la entidad y dañino para la afición rojiblanca juega Griezmann para concretar su reconquista. Le avalan su fútbol y Simeone.

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