La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se declaró el domingo candidata a las elecciones presidenciales francesas del próximo abril. Hidalgo (San Fernando, Cádiz, 62 años) lo anunció con un discurso ecologista, feminista y social en una zona portuaria junto al río Sena en la ciudad normanda de Ruán.
“Estoy preparada”, declaró en un acto del Partido Socialista con una bandera francesa y otra europea al fondo emblemas de su formación política en el escenario. Y añadió: “He decidido ser candidata a la presidencia de la República francesa”.
La política franco-española, acompañada de alcaldes de su partido, prometió poner fin “al desprecio, a la arrogancia, a la condescendencia”. En su opinión, estas actitudes, así como la concentración del poder en una sola persona desconectada de los problemas del país, han marcado el quinquenio en el poder del actual presidente, el centrista Emmanuel Macron. Hidalgo defendió un modelo francés basado en “la consideración de la vida en común y el respeto”.
El anuncio oficial no es ninguna sorpresa, pero forma parte de la coreografía ineludible para todo candidato. Por la noche la candidata preveía dar una entrevista el telediario de la cadena pública France 2 y –otro paso obligado para cualquier aspirante– la próxima semana publicará un libro titulado Une femme française (Una mujer francesa).
“Debemos transformar nuestro modo de vida y nuestra economía, porque el planeta es nuestro único refugio y fuente de vida”, dijo. “Quiero que estas mamás que educan solas a sus hijos no queden abandonadas a la precariedad y a la inseguridad. Estas mujeres que lo pasan mal, peor remuneradas que los hombres, obtendrán por fin la igualdad plena y entera de salarios”.
La alcaldesa de París –nieta de un represaliado por el franquismo, hija de inmigrantes económicos que se instalaron en Francia cuando ella tenía dos años y francesa por elección– se embarca en una aventura incierta. Los sondeos previos al anuncio de la candidatura la situaban por debajo del 10%, muy lejos de las dos primera posiciones que, en las presidenciales, dan acceso a la segunda vuelta.
Todos los sondeos, desde hace meses, pronostican que serán Macron y la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, los finalistas en 2022. Macron es el favorito, según los mismos sondeos.
Pero el antecedente de hace cinco años obliga a relativizar estos pronósticos. Macron era entonces una hipótesis que pocos tomaba en serio. Y acabó ganando. Es posible que en los próximos días haya un efecto Hidalgo tras oficializar su candidatura y que suba en los sondeos.
Otro obstáculo para la alcaldesa de París es la división de la izquierda. La izquierda populista de La Francia Insumisa tiene un candidato: Jean-Luc Mélenchon. El partido Europa Ecología/Los Verdes están en pleno proceso de primarias. El Partido Socialista (PS), que estuvo al borde de la extinción cuando su candidato en 2017 obtuvo poco más de un 6% de votos, confía en haber encontrado en Hidalgo a una tabla de salvación.
Hidalgo no pertenece a la categoría de políticos que desde pequeño se miran al espejo y se ven presidentes. Si ganase, seguiría los pasos de Jacques Chirac, alcalde de París antes que presidente. Y sería la primera jefa del Estado y la primera nacida en el extranjero.
Hidalgo es una socialdemócrata europeísta y defensora de una idea de laicidad a la francesa, lo que la distancia de la izquierda de Mélenchon y de algunos ecologistas, acusados a veces de complacencia con el islamismo. Su primera dificultad consistirá en atraer suficientes votos de ecologistas y mélenchonistas para imponerse como la candidata natural de la izquierda y optar así a clasificarse para la segunda vuelta.
Como alcaldesa desde 2014, cargo que mantendrá durante la campaña, la candidata socialista afrontó los atentados islamistas de 2015 y estuvo al frente de una ciudad global. Puso en marcha una revolución ecológica con la peatonalización de la ribera del Sena y la explosión durante la pandemia del transporte en bicicleta. Al mismo tiempo, ha afrontado el descontento de muchos automovilistas, las críticas por la suciedad de las calles y la inseguridad y la deserción en 2018 de su número 2, Bruno Julliard, acusándola de ineficacia y falta de humildad. En 2020 salió reelegida con comodidad.
Un concepto clave en la campaña será el de los cuidados, la protección y el respeto. Significa, según Hidalgo, respeto por la naturaleza, por la vida humana y el derecho a morir dignamente, por los trabajadores que estuvieron al pie del cañón durante la pandemia y merecen mejores salarios, para los hijos de la inmigración que sufren discriminaciones.
“Quiero empezar por poner fin al desprecio, a la arrogancia a la condescendencia de quienes conocen tan mal nuestras vidas, pero deciden lejos de nosotros sobre todo, todo el tiempo y sin nosotros”, dijo sin mencionar a Macron ni la revuelta de los chalecos amarillos que han encarnado el descontento con el presidente durante su mandato. “Esto crea tantas cóleras, tantas revueltas, tantas injusticias que envenenan el país, que nutren la desconfianza y en el fondo socavan la democracia. El quinquenio que termina debía unir a los franceses y los ha dividido como nunca”.
Hidalgo quiere apoyarse en los alcaldes de las ciudades que han sido un bastión del PS durante los años de travesía del desierto. Frente al centralismo, propone más poder local. Frente a la concentración de las decisiones en el Elíseo, más deliberación y el diálogo con los agentes sociales y la llamada Francia de los territorios.
Y este es otro obstáculo para Hidalgo: su identificación con París, símbolo en Francia del centralismo y del alejamiento de las ciudades ricas y globales respecto a la Francia de las ciudades pequeñas y medianas. El camino hacia el Elíseo empieza cuesta arriba.
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