Puigdemont, a su vuelta a Bruselas: “He venido aquí a trabajar”

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha regresado a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas este lunes por la tarde, después de aterrizar en Bélgica a mediodía procedente de Cerdeña, donde fue detenido el jueves por orden del Tribunal Supremo español y puesto en libertad el viernes. El eurodiputado catalán ha llegado por uno de los infinitos pasillos de la Eurocámara con paso cadencioso y tranquilo, y se ha detenido ante un muro casi infranqueable de periodistas que lo esperaban a la puerta de la sala:

—¿Contento de estar aquí?, le han preguntado.

—Sí, sí. Contento también de estos días que hemos pasado en Alguer [la localidad a la que se dirigía para asistir a un festival de cultura popular catalana]. Ha sido muy interesante, muy productivo desde todos los puntos de vista y he podido reencontrarme con muchísima gente a la que hacía tiempo que no veía.

Puigdemont, residente en Bélgica desde 2017 y perseguido desde entonces por la justicia española, motivo por el que fue detenido en Cerdeña, ha pedido paso entre las cámaras y micrófonos para acudir a la comisión parlamentaria de Comercio Internacional, de la que es miembro, pero en la que, según detallan fuentes de la Eurocámara, no se le había visto apenas hasta ahora. Este lunes ha acudido puntual al debate sobre comercio con Estados Unidos.

Según ha narrado el político independentista, tras aterrizar en Bruselas ha podido hacer “cuatro cosas domésticas”, como ver a sus hijas, que este curso se han trasladado a vivir con él a Waterloo. “He ido a recoger a las niñas y he venido aquí a trabajar”, ha dicho. Junto a él se encontraba el eurodiputado y exconsejero de la Generalitat Toni Comín, también perseguido por el Tribunal Supremo por su participación en el procés independentista y que es su mano derecha al frente del llamado Consejo por la República.

Puigdemont ha explicado que, aunque no está muy al corriente de la estrategia jurídica de su caso —“no he tenido tiempo de ponerme todavía al día”, ha señalado—, tiene previsto presentarse a declarar el día 4 de octubre ante el Tribunal de Apelación de Sassari, tal y como le ha requerido el juez. “Como se pueden imaginar, no es sencillo porque las comunicaciones no son fáciles y coincide con una semana de pleno, pero iré”, ha especificado, para añadir que se sienten “preparados”, ha añadido. “Nosotros siempre hemos ido con plena confianza y con los deberes hechos”.

La justicia italiana deberá decidir entonces si tiene en cuenta o no la euroorden dictada contra Puigdemont por el juez del Supremo, Pablo Llarena. La defensa del político catalán considera que su detención y una posible extradición contravienen la decisión del Tribunal General de la UE del 30 de julio, en la que se concluye que “nada permite suponer que las autoridades judiciales belgas o las autoridades de otro Estado miembro puedan ejecutar las órdenes de detención europeas emitidas contra los demandantes y puedan entregarlos a las autoridades españolas”. Según este auto, las autoridades españolas han asegurado que el procedimiento contra Puigdemont ha quedado congelado mientras el Tribunal de Justicia de la UE decide una cuestión prejudicial planteada por el juez Llarena.

El equipo jurídico de Puigdemont tiene previsto presentar ante la justicia europea un escrito de medidas cautelarísimas para que le devuelvan la inmunidad provisional que le arrebató con el citado auto del 30 de julio. Pero de momento no lo han hecho, aseguran fuentes de la defensa. Toni Comín también había sostenido el viernes pasado que el expresidente estaba aún protegido por la “inmunidad de desplazamiento” de la que goza como eurodiputado, por lo que debía poder moverse libremente para realizar sus actividades como europarlamentario, incluidas las reuniones de Comisiones que tenía previstas en Bruselas este lunes.

Finalmente, Puigdemont ha llegado a tiempo. Tras comparecer en torno a un minuto ante los micrófonos, el muro de periodistas se ha abierto y el eurodiputado ha accedido a la sala Alcide de Gasperi de la Eurocámara, con sorprendente revuelo para los presentes en su interior.


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