Muebles, ventanas, cuadros. Nada raro. Por su estética parece una casa normal, pero no lo es: el activista medioambiental y actor Jon Kortajarena y la modelo Vanesa Lorenzo se encuentran en una casa pasiva (o passivhaus), un estándar en la fabricación y reforma de viviendas que garantiza que se aprovecha al máximo la energía que en ella se consume y se minimiza la mancha en el planeta. Una clase de reforma que, aunque cuesta un 15% más que una convencional, se amortiza en 10 años y es una manera muy eficaz de ejercer la sostenibilidad en el hogar. Pero las posibilidades son mucho más amplias: en el vídeo que encabeza este artículo, Kortajarena y Lorenzo ahondan en qué se puede hacer, como ciudadano y consumidor, para vivir en casas más ecológicas.
Como indica Kortajarena, aunque no vivamos en una de estas viviendas sostenibles, existen muchas fórmulas cotidianas para refinar nuestros hábitos hogareños. El problema es que no siempre conocemos el impacto negativo o positivo de nuestra cotidianidad en el medio ambiente. Sin ir más lejos, dejar el frigorífico abierto durante mucho tiempo supone la misma contaminación de CO₂ que un trayecto Madrid-Córdoba en alta velocidad, según una equivalencia del estudio Activismo en casa: 12 gestos cotidianos para luchar contra el cambio climático, elaborado para Ikea y La Casa Encendida.
La ‘vivienda pasiva’ no deja escapar el calor, es prácticamente hermética, silenciosa y usa el aire exterior para acondicionar el ambiente
Orgullo de ser un activista imperfecto
Pero, ¿qué tiene una vivienda para ser considerada pasiva? En primer lugar, es un ejemplo de eficiencia energética: no deja escapar el calor, es prácticamente hermética, silenciosa y usa el aire exterior para acondicionar el ambiente. Es otra herramienta para contribuir al cambio de vida en los hogares, un camino al que también quiere contribuir la industria. Así lo explica Mónica Chao, directora de Sostenibilidad de Ikea en España: “Las empresas podemos contribuir ofreciendo productos sostenibles, que consuman el menor número de recursos. Y fomentando decisiones de compra que no tengan un impacto negativo en el planeta”.
El aislamiento de una passivhaus, de 10 centímetros de espesor, le recuerda a Lorenzo a las masías catalanas, construcciones tradicionales que, con sus muros anchos, guardaban bien el calor. La modelo, en su casa del campo, con vallas de madera reciclada y gallinas que corretean, trata de filtrar el agua del grifo, compra a granel y usa productos ecológicos. Volver a lo de antes. Porque, como remarca la modelo, mejor ser un activista imperfecto que un inmovilista.
Ser activista incluso sin saberlo
Ikea tiene una misión: para 2030, quiere impactar positivamente en los hábitos de consumo de mil millones de personas. “En nuestro país ya hemos inspirado a 29 millones a tomar decisiones de compra más sostenibles y saludables”, afirma Mónica Chao, directora de Sostenibilidad de Ikea en España. Para ello, la compañía trabaja en múltiples ámbitos: desde prolongar la vida de sus productos hasta ofrecer alimentos asequibles y sostenibles o facilitar el acceso a energía ecológica comunitaria.
En este plan global se enmarca #ActivistaSinSaberlo, una campaña que promueve acciones del día a día para que, lo sepamos o no, contribuyamos a un mejor planeta: entre otros, usar dosificadores en la grifería, reciclar, poner bombillas LED o comprar y gastar con cabeza. Con estos gestos, asumibles por cualquiera, viviremos de manera más saludable y reduciremos nuestra huella ambiental.
‘Orígenes’, el principio de la solución
“¿Podemos vivir de un modo más sostenible? “Basta de palabras huecas, hay que actuar”. Con estas declaraciones como motor, el actor y activista Jon Kortajarena reunirá en la serie Orígenes y a lo largo de 12 capítulos a otras tantas personalidades que quieren cambiar el planeta y que abordarán semanalmente los grandes temas que harán de él un lugar más sostenible: agua, bosques, energía, personas… Una serie que quiere ser una oportunidad para reflexionar, aprender y ser parte de la solución.
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