Límites temporales y cuentas privadas: guía para que los menores naveguen más seguros en las redes

Un grupo de amigas con sus teléfonos móviles.
Un grupo de amigas con sus teléfonos móviles.Gema García

Seguro que los padres de adolescentes han oído hablar de TikTok. Probablemente, sus hijos estén entre los 1.000 millones de usuarios que tiene en todo el mundo. Y, quizá, sepan que a esta plataforma se suben vídeos bailando. Lo que puede que desconozcan es que esta red social permite difundir imágenes a cientos de miles de personas, aunque solo se tenga un puñado de seguidores. También es posible que sepan de la existencia de Snapchat, pero ¿sabrán, por ejemplo, que se puede conocer la ubicación en tiempo real de los amigos en esta plataforma si tienen el GPS de su móvil activado?

En España, es legal tener una cuenta en la mayoría de las redes sociales a partir de los 13 años. El debate sobre hasta qué punto es sano que los jóvenes de esa edad sean usuarios intensivos de dichas plataformas se ha exacerbado durante las últimas semanas al calor de una investigación publicada por The Wall Street Journal (WSJ) que, citando documentos internos de Facebook (propietaria de Instagram), concluía que esta red de fotos resulta tóxica para muchas adolescentes. A los pocos días, la compañía abandonó su proyecto de crear un producto solo para niños, que había sido criticado por asociaciones de defensa de la infancia y legisladores.

EL PAÍS ha consultado a media docena de expertos si es inevitable que este fenómeno resulte perjudicial para los más jóvenes y qué pueden hacer los padres al respecto. Todos coinciden en que las redes no son intrínsecamente dañinas. El especialista en Psicología Clínica Luis de la Herrán emplea la metáfora del cuchillo para explicarlo: ‘’En sí misma esa herramienta no es mala, solo hay que aprender cuándo y cómo utilizarla’’. Por eso, los padres o tutores deben acompañar a los adolescentes hasta que tengan la madurez y los recursos necesarios para ‘’manejarse en un ambiente que puede ser hostil’’. El listado de peligros sería ilimitado, pero está al alcance de los padres reducir los riesgos.

En primer lugar, es importante que los progenitores limiten las páginas y las redes a las que pueden acceder los niños, que acoten el tiempo de uso diario y que eviten que haya dispositivos con conexión a internet en su habitación durante la noche, además de que echen un ojo a lo que publican. Para marcar los límites temporales puede recurrirse a la configuración Family Sharing en los teléfonos de Apple y, en aquellos con sistema operativo Android, a la aplicación Family Link. Existen algunas aplicaciones para el control parental como Qustodio, Kids Place o Confidant, que cuentan con algunas características gratuitas. Con ellas se pueden programar horarios, establecer una contraseña para que no accedan a determinadas funciones o bloquear contenidos. Eso sí, su uso podría poner en riesgo la intimidad del menor.

Sin marcajes estrictos

‘‘Es imposible que tu adolescente se controle solo por inspiración divina’’, dejarlos a su libre albedrío ‘’sería como dar un Ferrari a una persona que acaba de sacarse el carnet’’, explica De la Herrán. “Los niños cometen irresponsabilidades ante el difícil control de los padres’’, lamenta el abogado Jesús Odériz Echevarría. Sin embargo, esa supervisión no debe convertirse en un marcaje estricto. Raquel Pérez Bandera, abogada de Civil Four, explica que ‘’un menor de más de 14 años tiene plena libertad para dar su consentimiento en las redes y puede manejarlas como quiera. Si hubiera controles férreos sobre ellos, vulneraríamos ese derecho, salvo que fueran objeto de un delito o lo estuvieran cometiendo’’.

Lo ideal es que los menores se vayan familiarizando poco a poco con el entorno digital en general y con las redes en particular. En un artículo reciente publicado en The New York Times, la divulgadora Devorah Heitner, autora del libro Guiar a los niños en la era digital, proponía que, en lugar de dar de sopetón un teléfono inteligente a un niño para que descargue varias aplicaciones, podría empezar por enviar mensajes de texto a un amigo en un dispositivo familiar compartido, permitiéndole más adelante que se incorpore a las redes, cuando su grado de madurez y su personalidad lo aconsejen.

Graciela Padilla, directora de la revista Investigaciones Feministas y doctora por la Universidad Complutense de Madrid, es partidaria de que los progenitores también se abran cuentas en las redes sociales que utilizan sus hijos. ‘’Los padres millennials [nacidos a partir de 1981] todavía llegamos a estar en esas redes, sabemos lo que hay y conocemos sus peligros, pero, en cuanto pasamos a padres baby boomers en adelante, no tienen ni idea’’, explica. Esta especialista en redes sociales asegura que, como madre, consulta la aplicación de TikTok cada día para estar al tanto de lo que se cuece.

Otro requisito que los expertos consideran imprescindible es que las cuentas se mantengan privadas. Es decir, que, para consultarlas e interactuar con ellas, haya que solicitarlo de forma expresa. En la mayoría de las redes, los perfiles de los menores son privados por defecto, pero puede cambiarse fácilmente la configuración, convirtiendo esas cuentas en un potencial objetivo de acosadores de todo el mundo. ‘’Ya no existen las fronteras como tales’’, explica el teniente Daniel Moreno, del Equipo de Mujer-Menor de la Unidad Técnica de la Policía Judicial de la Guardia Civil. Y Padilla también insiste en esa idea: ‘’Veo niñas enseñando el ombligo, con uñas larguísimas como Rosalía, muy maquilladas… Y se produce un dilema: la niña cree que es feliz y libre, pero al segundo no solo la ve su entorno, también gente en Manila o en Katmandú”.

Moreno incide precisamente en la necesidad de hablar con los menores para explicarles el peligro de conductas que los adolescentes perciben como inofensivas. “Ellos hacen mucha exposición de su intimidad y eso supone más riesgos; de ahí que sea muy importante la labor de concienciación y prevención’’, comenta. En ese diálogo, es importarte asegurarse de algo que parece muy obvio, pero que, con la proliferación de herramientas muy sofisticadas, cada vez lo es menos: que los niños diferencien el mundo virtual del real, con lo que eso implica. ‘’La edición que se hace de los vídeos y de las fotos es un riesgo porque llega a presentar algo tan diferente a lo real que existe el peligro de no entender que solo se trata de una fantasía’’, explica De la Herrán.

La investigación del WSJ concluyó que a un tercio de las chicas que se sentían mal con su cuerpo, Instagram las hacía sentirse aún peor. ‘’Cuanto más tiempo están expuestos a falsos modelos que no se corresponden con la realidad, mayor es el riesgo de que se depriman o tengan ansiedad y tristeza’’, explica el psicólogo. Los expertos consideran, por ello, que las familias deben prestar especial atención a la aparición de estos síntomas, además de fomentar los hábitos saludables (como no pasar demasiadas horas en estas plataformas) y potenciar su espíritu crítico.

Los problemas con las redes suelen emerger en la adolescencia, pero, en ocasiones, sucede antes. Si un menor de 13 años se abriera una cuenta (inventando una edad falsa), los padres podrían exigir a la compañía que la eliminara. Las empresas, como en el caso de TikTok, ofrecen la opción de solicitar el bloqueo del usuario y la eliminación del contenido, pero el abogado Odériz Echevarría insiste en que, aun así, la plataforma podría enfrentarse a consecuencias legales por no haberlo detectado.

Las plataformas preferidas por los menores

Para poder llevar a cabo estas recomendaciones, puede resultar útil conocer las funciones básicas de las redes y plataformas sociales más populares entre los menores de edad en España:

TikTok

Qué es: Plataforma en la que los vídeos cortos acompañados de música son los protagonistas. Lo más habitual es que los usuarios compartan bailes, pero no hay ninguna limitación de contenido más allá de la duración.
Edad mínima: 13 años.

Privacidad: Las cuentas públicas son más habituales que las privadas, pero, si tiene menos de 16 años, TikTok crea directamente una cuenta privada, aunque al segundo siguiente el niño puede cambiar los ajustes y hacerla pública. Entre los 13 y los 15 años, se encuentra inhabilitada la opción de descargar los vídeos de su perfil, pero no la de recomendar su cuenta al resto de usuarios (en caso de que la hayan hecho pública). El algoritmo no discrimina en función de la popularidad y los vídeos recomendados pueden llegar al otro lado del planeta aunque no tengan ningún ‘me gusta’.

Dentro de la app: Hay publicidad.

Más consejos: https://www.tiktok.com/safety/es-es/guides/

Instagram

Qué es: Es una plataforma de imágenes, aunque también hay vídeos, conexiones en directo y mensajes privados, además de las llamadas historias (imágenes que permanecen durante 24 horas y que pueden dirigirse a todos los seguidores o solo a los amigos seleccionados).

Edad mínima: 13 años.

Privacidad: La cuenta puede ser pública o privada. Es habitual que los usuarios opten por la opción privada, que limita los mensajes de desconocidos a una solicitud que el usuario debe aceptar de forma específica.
Dentro de la app: Hay publicidad tanto en las publicaciones permanentes como en las historias y a través de ambas opciones se puede completar una compra. Recientemente se ha desarrollado un apartado específico, con el mismo protagonismo que tienen las publicaciones de los usuarios, destinado solo a las compras.

Más consejos: https://help.instagram.com/154475974694511

Snapchat

Qué es: Plataforma de vídeos y fotos, pensada sobre todo para selfis destinados a amigos cercanos y familiares.
Edad mínima: 13 años.

Privacidad: Incluye la opción de localizar en un mapa y en tiempo real a los amigos. Solo pueden ver la ubicación los amigos seleccionados, si lo elige el usuario. La opción de contactar está disponible tanto para los amigos como para el resto de usuarios de la plataforma. También existe la posibilidad de crear un perfil público (y de enviar imágenes al mapa global de la plataforma), pero solo pueden activar la opción los mayores de edad.

Dentro de la app: Hay publicidad.

Más consejos: https://assets.ctfassets.net/gqgsr8avay9x/60HGeq7lGysoFlH8bucYUs/0b28b4cd6f0422c79687e981a1373c32/ParentGuide_2021_es_ES.pdf

YouTube

Qué es: Es la principal plataforma de vídeo y la aplicación más utilizada por los menores de edad: según un informe de la aplicación de control parental Qustodio (elaborado con una muestra de 100.000 familias entre España, Reino Unido y Estados Unidos), fue la predilecta entre el 76% de los menores españoles.

Edad mínima: 14 años. Existen diferentes opciones de control parental según la edad. En primer lugar, se recomienda YouTube Kids hasta los 12 años, una versión filtrada, con control parental, opción de bloqueo y limitación de los canales o vídeos que el progenitor seleccione. También permite restringir el tiempo de pantalla. Si los usuarios tienen ya 13 años, los padres pueden elegir entre tres versiones supervisadas con diferentes niveles de control, según la edad que vaya teniendo el menor.

Privacidad: En YouTube Kids el niño no puede crear contenido, solo verlo. Todos los vídeos a los que accede se almacenan en el historial dentro de su perfil. El padre es el que crea el canal del menor, para lo que debe introducir su propio año de nacimiento e iniciar sesión con su cuenta de correo. De su hijo solo se almacena el nombre y la edad. Para acceder a las opciones exclusivas de los padres, YouTube le hará una pregunta como cuánto es 3 x 4, aunque el chico tenga ya 12 años. YouTube Kids no da la opción de comentar las publicaciones, el niño solo puede buscar y ver vídeos (filtrados por la plataforma y por sus progenitores) y seguir las recomendaciones automáticas. Nada más.

Dentro de la app: Hay publicidad (también en YouTube Kids) y en la versión normal también enlaces dirigidos a compras.
Más consejos: https://support.google.com/youtube/answer/2802272?hl=es

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