El Newcastle se entrega a Arabia Saudí y se apunta a la lista de clubes-estado

La Premier League ha decidido finalmente mirar para otro lado, ignorar la evidencia, velar por sus intereses comerciales y dar su visto bueno a una operación que convertirá al Newcastle United en el club potencialmente más rico y poderoso del mundo. La principal liga inglesa ha anunciado este viernes que, después de casi veinte meses de tira y afloja, el fondo soberano de Arabia Saudí (PIF, en sus siglas en inglés), se hará con los magpies (las urracas), por 350 millones de euros. Así se conoce a este legendario equipo por el blanco y negro de su camiseta. La historia de la compraventa, por sus protagonistas y el trasfondo histórico, daría para una serie televisiva que haría las delicias de aficionados y no aficionados al fútbol. La oferta aceptada está respaldada por un consorcio financiero que incluye al PIF, a la firma de inversión PCP Capital Partners y a RB Sports & Media (de los millonarios hermanos Reuben), pero al menos el 80% del capital desembolsado procede de los saudíes.

Durante todos estos meses, las acusaciones contra el Gobierno de Riad por piratería de los derechos televisivos de la Premier en la región del Golfo, y el historial contrario a los derechos humanos del régimen saudí, pusieron en duda la operación. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos, y prácticamente toda la comunidad internacional, dan por demostrado que Mohamed bin Salmán, el príncipe heredero que mueve los hilos del país, ordenó el asesinato del periodista Jaman Khashoggi en 2018, en el consulado saudí de Estambul. El Gobierno saudí ha negado siempre estas acusaciones. El nudo de la madeja se desenredó con el habitual cinismo y pragmatismo con que se resuelven estos asuntos cuando se contemplan cantidades astronómicas. La dirección de la Premier ha aceptado finalmente la palabra del PIF de que ni el príncipe ni su Gobierno se implicarán en la gestión del Newcastle, y que el fondo soberano actúa con independencia. Eso, a pesar de que Bin Salmán actúa como su presidente y “mentor”, según la propia página web del PIF. “Desde que comenzó a hablarse de este posible acuerdo, Amnistía Internacional ha afirmado que supone un claro intento por parte de las autoridades saudíes de lavar su abominable historial de abuso de los derechos humanos a través del uso del glamur de la Premier League”, ha asegurado el portavoz británico de la organización humanitaria, Felix Jakens, a la agencia AFP.

No eran las consideraciones sobre derechos humanos, sino algo más prosaico y jugoso como los derechos televisivos de los partidos, lo que frenaba la decisión de la Premier. El Gobierno de Arabia Saudí llevaba años respaldando el boicot de la empresa catarí BeIN, dueña de la licencia de retransmisión de la Premier en la región del Golfo. Las tensiones geopolíticas de la zona estaban detrás de una maniobra que demuestra cómo el fútbol es, sobre todo, alta política. Riad, junto a Emiratos Árabes Unidos y Bahrain, acusaban a los cataríes de apoyar organizaciones como los Hermanos Musulmanes y otros grupos asociados al terrorismo de Al Qaeda, con el propósito de desestabilizar la región de Oriente Próximo. La disputa se resolvió finalmente el pasado enero, con la decisión de Arabia Saudí de levantar el veto impuesto sobre BeIN y cerrar todas las páginas web piratas.

Detrás de la operación está la enigmática y poderosa figura de Amanda Staveley, una empresaria británica que en su día fue modelo, y llegó a ocupar páginas de los tabloides por su breve romance con el príncipe Andrés, hijo de Isabel II. Staveley, dueña de la boutique de inversión PCP Capital Partners, tiene estrechos vínculos con las familias más poderosas del Golfo y de Oriente Próximo, y ha hecho de intermediaria en diversas operaciones de adquisición en el Reino Unido. Especialmente atractivos para Staveley y sus clientes han sido los clubes de la Premier. La empresaria había realizado ya dos intentos previos para adquirir el Newcastle. Con su participación en el consorcio que se ha hecho con el equipo, Staveley se sentará en la junta directiva.

La alegría de los aficionados

Un 96,7% de los aficionados del club, que lleva más de una década sin levantar cabeza, y más de medio siglo sin lograr un título relevante, han expresado su entusiasmo ante la idea de que los saudíes se hagan con las riendas del equipo, uno de los nuevos clubes-estado de la Premier, como el Manchester City. “Agradecemos a los aficionados del Newcastle su extraordinario apoyo y lealtad durante estos años, y estamos entusiasmados por trabajar pronto junto a ellos”, ha dicho en un comunicado el director ejecutivo de gobernador del PIF, Yasir al-Rumayyan.

Los festejos afuera del estadio de Newcastle United.
Los festejos afuera del estadio de Newcastle United. LEE SMITH (Reuters)

Todos menos Mike Ashley, el empresario británico dueño de la cadena de tiendas deportivas Sports Direct que durante años ha sido el propietario del Newcastle y se ha enfrentado a sus decenas de miles de aficionados. Cambió el nombre del legendario estadio, St. James’ Park, para llamarlo Sports Direct Arena; plagó de anuncios de su propio negocio las vallas publicitarias disponibles; tomó decisiones despóticas con jugadores o entrenadores, como Rafa Benítez, que la afición adoraba. Pero sobre todo, fue rácano y taimado en las decisiones de inversión de un club relegado a la mediocridad, a pesar de la fidelidad de sus bases.

Confían ahora en que los saudíes inyecten cantidades millonarias al Newcastle, para poder competir nuevamente con posibilidades por los trofeos importantes. “Les aseguramos que nuestros socios les dan la bienvenida, y que esperamos con ansia poder trabajar con ustedes para rejuvenecer uno de los clubes más importantes y veteranos de Inglaterra”, decía en una carta a sus nuevos dueños el Fondo de Seguidores del Newcastle United.

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