En esta tarta nos vamos a ahorrar la crema pastelera -también podemos usar crema catalana-, que contienen muchas crostatas, y utilizaremos únicamente mermelada de albaricoque; o de lo que le guste a cada uno (también iría de maravilla una mermelada de limón o de naranja amarga, por ejemplo, menos dulces). Las manzanas os recomiendo que sean rojas tipo Pink Lady o Granny Smith, para que nos aporten el punto ácido que se complemente con el jengibre y así la tarta no sea una bomba de azúcar, ya que tiene mucho de dulce por esa mermelada de la base.
El secreto de este tipo de tartas es la “pasta frolla” una masa quebrada que en el país de la bota tienen bien aprendida en todas las cocinas caseras, donde le mamme la preparan con asiduidad. Una masa que no queda excesivamente crujiente sino de fácil mordida, jugosa. También añadiremos un golpe de jengibre fresco, punzante y aromático, para que el dulzor potente se vea contrastado.
Lo más complicado de este postre, desayuno o merienda es el corte de las manzanas, que conlleva paciencia y pericia, para conseguir finas lonchas que puedan doblarse ligeramente para hacer la forma que véis en la foto (aunque eso es totalmente opcional, podéis ponerlas en gajos). Este tipo de crostata, con la masa que incorpora harina de almendra, os permite también usar otras frutas como pera pero también plátano, kiwi, caqui o melocotón. A elección de cada uno. También, añadir algo de chocolate en lugar de la mermelada o mezclar ambos.
Dificultad
La de cortar las manzanas (si queréis).
Ingredientes
Para un molde de 24 cm
Para la base de la tarta
- 230 g de harina de trigo
- 100 g de harina de almendra (o almendra muy molida)
- 160 g de mantequilla en pomada
- 1 huevo
- 2 yemas de huevo
- ½ cucharadita de levadura química
- Una pizca de sal
Para el relleno
- Mermelada de albaricoque
- Jengibre fresco
- 3 manzanas grandes rojas
Preparación
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Para hacer la pasta frolla, batir con la ayuda de unas varillas el azúcar, la sal y la mantequilla hasta conseguir una mezcla espumosa y de color claro.
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Añadir entonces el huevo y las yemas, poco a poco, siempre batiendo con las varillas hasta conseguir una crema suave.
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Por último incorporar los dos tipos de harina y la levadura y mezclar bien hasta terminar con las manos, que nos ayudarán a compactar todo. No hay que amasar, esto es muy importante, simplemente mezclaremos todo bien hasta conseguir una masa densa. Si vemos que la masa está muy pegajosa añadir un poco más de harina de trigo. Filmar la masa, aplastar ligeramente y dejar en la nevera durante 45 minutos.
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Cuando la masa ya esté bien fría estirarla, con la ayuda de un poco de harina más o entre dos papeles de cocina y un rodillo, hasta que tenga unos tres milímetros de grosor. Forrar el molde con esa masa, os recomiendo siempre usar un molde desmontable, para que sea más sencillo (tiene que ser de unos tres o cuatro centímetros de alto).
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Quitar el exceso de masa de los bordes y pinchar todo con un tenedor, para que la masa no se hinche. Volver a meter en la nevera.
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Calentar el horno a 180 ºC. Colocar la mermelada de albaricoque en el fondo, mezclada con el jengibre fresco recién pelado -con la punta de una cuchara se pela genial- y rallado.
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Cortar la manzana en cuartos y quitar el corazón. Laminar cada cuarto muy finamente.
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Disponer las manzanas creando una flor en la tarta, para que las lonchas de manzana se puedan doblar no pueden ser más gruesas de uno o dos milímetros, lo que nos permitirá hacer bien la forma redonda.
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Cuando ya esté toda la manzana colocada, pincelarlo con un poco más de mermelada (diluída con agua, para que sea fácil de extender).
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Hornear en la parte baja del horno durante 10 minutos y, después, bajar la temperatura a 170 º C, proseguir la cocción durante 25 minutos más. Si vemos que se empieza a dorar demasiado, poner un poco de papel de aluminio por encima.
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Volver a pincelar, una vez fuera del horno, con un poco más de la mermelada. Dejar enfriar completamente antes de servir a temperatura ambiente.
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