El florista de la casa real británica se rinde ante la Mezquita de Córdoba: “Es extraordinaria”

El diseñador floral Shane Connolly lleva 32 años aportando su trabajo a cientos de eventos, ceremonias y exposiciones. Ha escrito cinco libros, impartido talleres y asumido la decoración floral de dos bodas reales: la de Carlos y Camilla, duques de Cornualles, en 2005, y la de Guillermo y Kate, los duques de Cambridge, en 2011. Sin embargo, esta semana, este norirlandés (Belfast, 58 años) se enfrenta a un reto distinto a todos los demás: llevar a cabo una instalación puramente creativa, artística, sin evento social de por medio, en el Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral de Córdoba.

“Es uno de los lugares más extraordinarios en los que he estado en mi vida”, exclama a propósito de este jardín, uno de los más antiguos del mundo, donde va a participar como uno de los nombres estrella de la edición de 2021 de Flora, el festival internacional de arte floral que se celebra desde 2017 en la ciudad andaluza. “Es un espacio que me inspira mucho respeto por su naturaleza y por su función como lugar de oración, así que me he acercado a él con reverencia. No quiero que sea una expresión de mi ego, sino un ejercicio de respeto. Por eso estoy hilando muy fino. Quiero que la gente tenga la impresión de que mi instalación lleva ahí desde siempre. Con suerte, será reconfortante y amable, también con el medio ambiente”.

Charlamos con Connolly por teléfono un par de días antes de que viaje a Córdoba para supervisar la instalación final de esta obra site specific que será visible para el público hasta el 20 de octubre. Flora, que este año celebra su cuarta edición, es un festival atípico que cada año invita a una selección de artistas florales internacionales a intervenir espacios emblemáticos de la ciudad en una programación abierta. Este año, el equipo liderado por la directora, María Van den Eynde, y el director artístico Emilio Ruiz Mateo, ha ideado una programación plural y ambiciosa tras el parón impuesto en 2020 por la pandemia. Junto a Connolly, participan Tom de Houwer (Bélgica), Tableau (Dinamarca), Terabitia y la colaboración entre Inés Urquijo y Nuria Mora (España). Flora se celebra con el impulso de Zizai Hotels y la colaboración de otras entidades públicas y privadas.

Un instante de los preparativos de la instalación de Shane Connolly en Flora 2021, en Córdoba.
Un instante de los preparativos de la instalación de Shane Connolly en Flora 2021, en Córdoba.Laura M. Lombardía

Cada año, los artistas proponen sus ideas, a medio camino entre lo teatral y lo conceptual, y las materializan con ayuda del equipo local. En el caso de Connolly, cuenta, esta colaboración ha sido imprescindible, ya que, en su cruzada a favor de la sostenibilidad, únicamente trabaja con flores de cercanía y de temporada. “Ha sido complicado, pero el equipo de Flora ha encontrado un proveedor que cultiva flores en Andalucía y habitualmente las exporta. Las suyas son las únicas que voy a emplear en la mezquita”. La instalación que ha concebido, Vidi Aquam, es una fuente de 65 metros de largo formada por cinco fuentes redondas unidas por canales que evocan la forma de los alcorques del patio. En ella, 10.000 claveles para recordar a las víctimas de la covid-19: un gesto que contextualiza el leit motiv de esta edición del festival, “La fuerza”, en la resiliencia frente a la pandemia.

Hasta bien entrada la veintena, Connolly no supo que ser florista era una profesión. “A mis padres les encantaba la jardinería y mi madre adoraba las flores, porque tenía muy buen ojo para los colores, la ropa y la decoración, así que me viene de ella, pero no se me pasaba por la cabeza dedicarme a ello profesionalmente”, recuerda. “Me matriculé en psicología en la universidad y el segundo día ya supe que aquello no era lo mío, pero aun así me quedé cuatro años. Lo odiaba. Y cuando me licencié y me mudé a Londres, conocí a unos amigos de amigos que tenían un jardín precioso y me invitaron a verlo, porque sabían que me encantaban los jardines”. Aquel encuentro, cuenta, fue una revelación. “Se dedicaban a organizar flores para eventos, no tenían tienda, lo cual era algo totalmente nuevo para mí. No sabía que uno pudiera dedicarse solo a la parte creativa. Así que, aunque trabajé un año como psicólogo, empecé a ayudarles los fines de semana y en mis días libres. Un año después, tuve claro que quería dedicarme a ello. Tenía 23 años”.

Un proyecto floral de Shane Connolly.
Un proyecto floral de Shane Connolly.Nathanaël Corre

Tras pasar dos años trabajando en una prestigiosa firma londinense de decoración floral, fundó su propio negocio en 1989. “Fue un gesto bastante arrogante, pero cuando eres joven no eres consciente de tus limitaciones”, rememora. “No tenía plan de negocio. Abrí una cuenta bancaria a nombre de Connolly and Company y empecé a hacer flores. La verdad es que he tenido mucha suerte”.

A esa suerte providencial hay que añadir una especial sensibilidad por una cuestión, la sostenibilidad, que se ha convertido en el núcleo de su estilo personal. “Llegué a las flores porque me encanta cultivar plantas, ese ciclo me fascina”, confiesa. “Plantar una semilla, verla crecer, esperar a que florezca o dé fruto y a que haya otra semilla y el ciclo comience de nuevo”. Pero cuando empezó su andadura profesional, la sostenibilidad no formaba parte de la ecuación. “No sabía ni que existía esa palabra, pero de forma intuitiva siempre he preferido trabajar con flores de temporada y de cercanía”. El cambio de paradigma llegó con el cambio de siglo. “Llegó un momento en que me di cuenta de que había un gran problema en el sector de las flores por la cantidad de productos químicos que se utilizaban o con la espuma que la gente usa para colocar las flores”.

Durante un viaje a San Francisco, paseando por un mercado de flores, encontró un puesto que proclamaba que toda su mercancía había sido cultivada en un radio inferior a 50 kilómetros. “Me di cuenta de que nadie en Inglaterra estaba haciendo eso”, explica. “Este oficio no va de egos, sino de acercar las flores a la gente, mostrar lo frágil que es la naturaleza, y lo bella que resulta esa fragilidad. El único modo de hacerlo es utilizar las mejores flores, que son las de temporada. El único sentido de trabajar con flores es glorificar la naturaleza”.

Shane Connolly es un campeón de la sostenibilidad floral pero, para buena parte del mundo, también es el florista de la casa real británica, un royal warrant –algo así como proveedor oficial de la corona– que quedó de manifiesto en sus dos proyectos más conocidos: las bodas de los duques de Cornualles, en 2005, y de los duques de Cambridge, en 2011. En el primer caso, el detonante fue el interés por la sostenibilidad que comparte con Carlos, príncipe de Gales, y su esposa Camilla. “No puedo hablar de nada personal porque no sería discreto, pero sí puedo decir que he trabajado con la duquesa de Cornualles cuando se casó con el príncipe de Gales”, cuenta, “y es una auténtica mujer de campo que lleva los jardines y las plantas en la sangre. Cuando se casaron, todas las flores que utilizamos procedían de sus jardines. Eso es una declaración de sostenibilidad. Habrá gente que piense que esos gestos están solo al alcance de unos pocos, porque mucha gente no tiene jardín, pero siempre hay una forma de encontrar un productor cerca de ti, o en tu país. Lo que sea con tal de no importar flores de Colombia o Kenia. Primero, mira lo que tengas cerca”.

Flores de temporada para una boda real.
Flores de temporada para una boda real.

Cuando seis años después se celebró la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton, Connolly sugirió flanquear con arces el recorrido de los novios en el interior de la abadía de Westminster, en un gesto que evocaba la inspiración vegetal primigenia de la arquitectura gótica del edificio. “Aquella boda me dio un toque de confianza. Fue un placer y un honor. Y, sobre todo, fue lo más sostenible posible. Los árboles que pusimos en el pasillo siguen creciendo 10 años después en el jardín de la pareja”.

Aquellos hitos, cuenta Connolly, dieron un empujón a su trayectoria y le permitieron proyectar su discurso más allá del negocio, que también se vio favorecido. “Lo positivo de un evento así es que la gente piensa que tienes unos estándares determinados, un nivel, y lo negativo es que dan por hecho que eres muy caro. Y eso es un problema”.

En las instalaciones florales de Shane Connolly, las flores nunca se insertan en espuma plástica, sino en jarrones y vasos que evitan residuos y reducen el uso de materiales contaminantes.
En las instalaciones florales de Shane Connolly, las flores nunca se insertan en espuma plástica, sino en jarrones y vasos que evitan residuos y reducen el uso de materiales contaminantes.Thomas Alexander

Connolly ha emprendido una cruzada por aportar cultura al mundo floral –”hay que salir de tu zona de confort y, si quieres ser artista floral, tienes que elevar tu oficio, llevarlo a otro nivel, estudiarlo todo el profundidad”– y también sensatez. “En el mundo de las flores, hay muchos profesionales atrapados en el verano. Creen que las flores son inseparables del verano. Y siempre utilizan rosas y peonías”, explica. “Lo curioso es que las peonías, en Inglaterra, solo se dan durante tres semanas al año, tal vez cuatro. Y en el mercado las encuentras desde marzo hasta octubre. Las redes sociales también tienen parte de culpa. Hay muchas novias que vienen y piden sus flores favoritas. Se casan en noviembre, pero quieren rosas y peonías. ¿Por qué no casarse en verano? Esto sucede porque en las redes sociales muchas fotos están descontextualizadas. O, lo que es peor, porque hay floristas que importan flores para tener el color que quieren. La gente elige flores como si eligiera los cojines del sofá. Quieren una roja aquí, otra amarilla allá. Y piensan así, en lugar de mirar a su alrededor, encontrar las flores que haya en ese momento y hacer que luzcan lo más bonitas posibles”.

No solo flores; también plantas de temporada protagonizan el estilo de Connolly.
No solo flores; también plantas de temporada protagonizan el estilo de Connolly.Nathanaël Corre




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