Muchos años antes del estreno en septiembre de la serie original de Movistar+ La Fortuna, dirigida por Alejandro Amenábar, ya las crónicas de la prensa local y regional en Andalucía avisaban de “una auténtica película de Piratas en el Estrecho de Gibraltar”. Solo que, en este caso, sin ficción. La voz de alarma de que las costas gaditanas estaban siendo saqueadas por una empresa cazatesoros norteamericana llamada Odyssey Explorer, eje inspirador de la narración de Amenábar, la da hacia finales de 1998 el abogado y experto en Derecho Marítimo Lorenzo Pipe Sarmiento (Bilbao, 69 años), residente durante 20 años en Sotogrande (Cádiz). Su denuncia constante, su persecución solitaria y empecinada por las aguas del Estrecho (hacía fotos y grababa a diario las prospecciones de los enormes robots que cargaba el barco pirata) no solo sacó a la luz pública una labor tan desconocida como ilícita, letal para la conservación de nuestro patrimonio —hasta entonces también una actividad multimillonaria que cotizaba en bolsa—, sino que obligó a cambiar leyes para la protección de nuestro acervo cultural e incluso de la territorialidad de nuestras costas.
Pipe Sarmiento, retirado en su Bilbao natal tras su aventura andaluza, sigue siendo a día de hoy un lobo de mar solitario. “Los veinte años que viví en Cádiz salía todos los días a navegar con mi mujer Magdalena. Una tarde vimos un barco y me escamó, traía unos magnetómetros enormes que detectan el metal a mucha profundidad y lo puse en conocimiento del servicio marítimo de la Guardia Civil de Algeciras”, recuerda el abogado, que atiende por teléfono a EL PAÍS desde su Bilbao.
Algunos han querido ver a Sarmiento en el personaje que encarna en la serie el actor gaditano Manolo Solo, en este caso un legionario retirado que, desde su atalaya en la playa de Algeciras, investiga al Odyssey hasta la obsesión, registrando fotográficamente cada movimiento, cada entrada y salida de las aguas jurisdiccionales españolas, cada fondeo… “Así lo hice yo durante ocho años”, rememora el experto: “El caso salta a los medios locales en 2006 y se hace público a escala nacional e internacional en 2007, cuando se conoce el hallazgo del tesoro que los piratas norteamericanos habían encontrado, decían, en aguas del Atlántico, algo que no tiene rigor ni puede ser así: Odyssey llevaba desde el 98 robando pecios en el Estrecho”, explica acalorado; “aunque lo del legionario no puede referirse a mí, es un disparate”, protesta entre risas.
Otro de los reproches que Sarmiento le hace a la serie de televisión respecto a la historia en la que se inspira es, precisamente, su planteamiento inicial: Álex Ventura (encarnado por Álvaro Mel) es un joven e inexperto diplomático, destinado en el Ministerio de Cultura, que se ve convertido en líder, junto con la archivera Lucía (Ana Polvorosa), funcionaria en su mismo departamento, de la misión que pretende recuperar el tesoro submarino robado por un aventurero norteamericano que recorre el mundo saqueando barcos hundidos (en la serie, el veterano actor Stanley Tucci, un trasunto del dueño y fundador de Odyssey Explorer, Greg Stemm). “En la historia real, los funcionarios no hicieron absolutamente nada. Todo lo contrario, fueron los culpables. Los verdaderos héroes de este caso fueron los periodistas”, afirma. Sarmiento, de hecho, se convirtió en la garganta profunda de muchos medios de comunicación del Campo de Gibraltar y del resto de prensa regional andaluza, a los que proveía de fotografías e instruía sobre Derecho Marítimo e Internacional para denunciar lo que sus ojos veían a diario. “Hasta los llevaba en mi barco para que vieran cómo robaban… y les insultábamos, ¡en inglés!”, recuerda.
Sarmiento insiste en las diferencias del relato televisivo con la realidad, más desasosegante: “La historia real nada tiene que ver con la que se relata en La Fortuna: en 2001, cuando nos empezamos a preguntar en serio qué hacía el Odyssey en las aguas españolas del Estrecho, descubrimos que tenía los permisos pertinentes que le había concedido el Gobierno de Aznar, que además declaró el área en la que trabajaba el barco zona de conflicto, lo que le quitó la competencia a la Junta de Andalucía. Tampoco cambió nada cuando llegó Zapatero. El expolio se produjo por los permisos que dieron el director general para América del Gobierno Central y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que nunca actuaron de manera coordinada, ni cuando estaban enfrentados políticamente ni cuando fueron del mismo color”, asegura el experto en Derecho Marítimo.
Tanto es así que Sarmiento sostiene que los cazatesoros de Odyssey expoliaron “más de veinte barcos hundidos en el Estrecho ante la inacción pública, y eso no sale en la serie por ningún lado”. Sus tesis, vertidas en libros como Expediente Odyssey: el mayor expolio bajo el mar (Cultivalibros, 2012), defienden incluso que “la de la fragata Mercedes —en la serie, La Fortuna— es una historia inflada”. Y se explica: la versión oficial dada por la empresa norteamericana cuando dio a conocer en 2007 la recuperación de un tesoro hundido —solo el anuncio le valió la subida de sus acciones en bolsa— situaba al barco en el Atlántico. Sin embargo, “el Odyssey siempre estuvo en el mar de Alborán. Tan solo diez días en esos ocho años salió al Océano. En ese poquísimo tiempo no se puede sacar más de medio millón de monedas a 1.200 metros de profundidad, no hay quien se crea eso”, insiste Sarmiento, que asegura haber visto cómo Odyssey extraía del mar “hasta cañones de bronce y los sacaba por Tánger en avión hacia Estados Unidos”.
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