Astou Ndour culminó el domingo en Chicago uno de los grandes sueños que comenzó a dibujar de niña en su Dakar natal. “Desde pequeña quise ser jugadora de baloncesto y mis padres me dejaron soñar con ello. Me animaron a jugar e intentarlo y siempre les estaré agradecida”, contaba hace cuatro meses en EL PAÍS la pívot, de 1,98m y 27 años, que la pasada madrugada se convirtió en la tercera española en ganar la WNBA. Ndour completa así un podio en el que estaban Amaya Valdemoro (que conquistó tres anillos con Houston Comets en 1998, 1999 y 2000) y Anna Cruz (que logró el título con Minnesota Lynx en 2015). “En todos mis dibujos del cole pintaba niñas con un balón de baloncesto y empecé a jugar con seis años. Crecí con Michael Jordan y Pau Gasol como referentes y me levantaba de madrugada para ver los partidos de la NBA. A las niñas que se me acercan les digo que estudien y jueguen. Que no tiren la toalla nunca. Que se concentren en sus objetivos y luchen por ellos. Yo peleo para que tengan recursos, lápices y mochilas, para que impulsen esos sueños”, explicaba Ndour en junio, rememorando su viaje iniciático, forjado entre la pasión y la casualidad, despejando siempre la adversidad con optimismo y entrega.
La puerta se abrió con el viaje a España de una de sus amigas de la infancia, Aminata Diop, para hacer una prueba con el Gran Canaria. Allí le preguntaron si conocía a más jugadoras con proyección en su país y surgió el nombre de Astou, que llegó a Las Palmas en 2008, con 14 años y 55 kilos, casi 20 menos de los que pesa ahora. Sus condiciones innatas estaban lastradas por la anemia y un físico enclenque. Pero el exseleccionador Domingo Díaz y su mujer y también entrenadora, Begoña Santana, la acogieron en su casa, la tutelaron dentro y fuera de la pista, y la sacaron adelante. En Canarias obtuvo la oportunidad y la nacionalidad española y comenzó a coleccionar hitos a base de entrega, determinación y carisma. Ha jugado en las ligas de España, Turquía, Italia y Rusia, y suma cuatro medallas en seis torneos con la selección española. “Nunca me puse límites. De pequeña nunca tuve unas zapatillas, por ejemplo. Me entrenaba con unas sandalias de plástico, pero nunca me quejé porque quería seguir intentándolo”, recuerda Ndour cada vez que habla de su fundación para niños en Senegal, Astou Ndour Sports-Études. “La idea es unir el deporte y la educación, que son las armas más poderosas para cambiar el mundo”, explica la jugadora de Chicago Sky, franquicia que en la última temporada ha compaginado compitiendo también en Europa con el Hatay turco.
“Me encanta su entusiasmo y sus ganas de trabajar, y a la vez su tranquilidad para consolidar el crecimiento y la evolución constante que ha tenido”, señala la pionera Amaya Valdemoro, antes de repasar la biografía de Ndour. “No lo ha tenido nada fácil. Primero le tocó salir de su país natal para buscar la oportunidad y luego de su país de adopción para forjar su carrera. El camino que ha seguido en la selección española sirve de metáfora. Cuando ella empezó a despuntar aún estaba Sancho Lyttle y, como no había hueco para las dos, durante mucho tiempo ella se machacó en las concentraciones previas a los campeonatos y cuando llegaba Sancho tenía que dejarle el puesto”, desarrolla Valdemoro, que coleccionó sus tres anillos en la frontera del cambio de siglo. “Aquella gran oportunidad a mí me llegó muy pronto, con poco más de 20 añitos… Era la segunda temporada de existencia de la competición… Y anoche era muy emocionante ver el pabellón de Chicago abarrotado, no cabía un alma. Pensaba: ‘madre mía, esto es deporte profesional, esto es lo que puede ocurrir en España si se alcanza la difusión que hay allí’. Veía las finales y repasaba todo el recorrido de la WNBA en estos 25 años de la liga estadounidense. Empezó muy fuerte, luego hubo un bajón y ahora está recuperando el máximo nivel. En Estados Unidos están empeñados en que sea una competición importante y en que el papel relevante de la mujer en la sociedad se vea también en el baloncesto”, repasa Valdemoro.
Ndour fue elegida en el número 16 del draft de la WNBA de 2014 por San Antonio Stars; el puesto más alto de una jugadora española hasta la elección de Raquel Carrera el pasado abril en el puesto número 15 por las Atlanta Dream. “Desde que la conozco no ha parado de trabajar y al final esa perseverancia da sus frutos. Es muy buena persona y merece todo lo bueno que la pase”, cuenta Anna Cruz, campeona en 2015. “Amaya y yo sabemos lo que cuesta ganar un anillo. Es una experiencia única que Astou me ha hecho revivir con su conquista. Me siento una afortunada por haber sabido aprovechar la oportunidad que en su día me dieron Nueva York y Minnesota”, continúa Cruz, que se consagró a los 29 años con un papel importante en Minnesota. “Me sirvió para crecer muchísimo personal y deportivamente, para ganar confianza y para sentirme querida y valorada por mis entrenadores, Bill Laimbeer y Cheryl Reeve. Jugué muchísimo y tuve más protagonismo del que esperaba. Las cosas salieron bien. Ahora es el momento de Astou y debe celebrarlo a lo grande”, completa Cruz.
La cartografía estadounidense de Ndour comenzó con dos temporadas en San Antonio y otras dos en Chicago, adonde volvió este curso, tras su paso por Dallas, para tocar el cielo con las Sky. En total 144 partidos en la WNBA a una media de 5,4 puntos y 3,3 rebotes en 14 minutos en pista. En los tres partidos de la final ante Phonenix: 18 minutos, cuatro rebotes y un punto. “Este anillo la ayudará a ganar el reconocimiento social que Astou merece”, retoma Valdemoro. “Durante las finales hemos visto a Candace Parker, a sus 35 años, ejercer de altavoz del equipo. Hay que valorar la repercusión que han tenido estos duelos no solo en Chicago y Phoenix, sino a nivel global a través de las redes sociales. Muchos jugadores de la NBA y el mismo Barack Obama han contribuido a ese seguimiento masivo. Parker se ha convertido en la reina de Chicago. Después de los títulos de Jordan ningún equipo había llevado el título a la ciudad y ella, tras 13 temporadas en Los Ángeles, ha conseguido el anillo en su casa. Ha sido espectacular”, resume Valdemoro.
El impulso de Valdemoro abrió el camino y el hito de Ndour lo consolida. ¿De dónde saca fuerzas para enlazar la doble temporada en Turquía [Hatay] y la WNBA [Chicago Sky] y después sumarse cada verano a la selección?, le preguntaban a Ndour en junio, antes de afrontar el Eurobasket y los Juegos. “La fuerza viene de la pasión. Llegará el tiempo en el que no pueda hacerlo, pero disfruto del día a día. Sinceramente, hay veces que piensas si vale la pena todo ese esfuerzo y todo el viaje, pero disfruto de lo que hago, de conocer países diferentes y gente maravillosa. Y, sobre todo, tengo el impulso de ser referente para las niñas que me dicen que se inspiran en mí. Cuando te sientes cansada, inmediatamente, piensas en ellas y sigues adelante. Me emocionan sus mensajes”, contaba Ndour. Palabra de una campeona de la WNBA.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.