La sequía lleva a Cataluña a imponer restricciones en el consumo de agua en 22 municipios


La falta de lluvia que el Alt Empordà (Girona) ha vivido en este verano extremamente seco (en algunas zonas ha sido uno de los peores del siglo) ha forzado este jueves a que la Generalitat declare la alerta por sequía en 22 municipios que se nutren del acuífero del Fluvià Muga, una de las principales fuentes de abastecimiento de la comarca pirenaica. La declaración de alerta supone aplicar restricciones de consumo a todos los habitantes y al sector agrícola e industrial. La Agencia Catalana del Agua (ACA), el máximo órgano en gestión fluvial de la comunidad, ha anunciado la fijación de un límite de consumo de 250 litros por habitante y día.

La ACA ha informado este jueves de que las reservas del acuífero se sitúan en torno a los 15,4 metros sobre el nivel del mar, la cifra más baja de la última década (en 2009, bajó hasta los 14,5 metros), por lo que no quedaba otra alternativa que activar el plan de alerta.

En la práctica, esta declaración (cuando las reservas bajan del 40%) supone limitar el riego de jardines y zonas verdes, la limpieza de las calles o la limitación de llenar piscinas, entre otras. Asimismo, los agricultores deberán reducir un 25% el riego, los ganaderos un 10% y el sector industrial un 5% en los 22 municipios afectados: Agullana, l’Armentera, Capmany, Espolla, Garriguella, la Jonquera, Masarac, Mollet de Peralada, Palau-saverdera, Pau, Pedret i Marzà, Peralada, Sant Climent Sescebes, Sant Miquel de Fluvià, Sant Mori, Sant Pere Pescador, Torroella de Fluvià, Ventalló, Vilabertran, Viladamat, Vilajuïga y Vilamacolum. La ACA no pone una fecha concreta al fin de la declaración, sino que esta dependerá de cómo mejore la situación con el paso de los días y las lluvias otoñales. En el acuífero de Carme-Capellades (Anoia) la alerta por sequía lleva activada desde septiembre, aunque la ACA explica en un comunicado que su situación ha mejorado en las últimas semanas. Los dos escenarios peores siguientes son el de excepcionalidad (cuando las reservas bajan del 25%) y el de emergencia (16%), en este último se impone la prohibición total de consumo.

Los territorios que beben del sistema del Ter-Llobregat, que abastece en torno a 5 millones de personas, entre ellos Barcelona, pueden respirar tranquilos, de momento. Las reservas se sitúan en torno al 70%, lo que garantiza la demanda durante un año. Esto es así porque, a pesar de que la sequía de este verano se ha cebado especialmente con las comarcas de Girona y Barcelona, el año pasado fue uno de los mejores periodos en pluviometría desde que existen datos, lo que llenó las reservas.

El Alt Empordà es una comarca ya acostumbrada a la sequía y durante los últimos años ha padecido varios episodios la han obligado a limitar el uso de agua durante semanas, sobre todo en verano, cuando algunos municipios turísticos (como el Port de la Selva, que llega a multiplicar por 10 su población) han llegado a prohibir el uso de agua que no sea estrictamente doméstico y se han visto obligados a tirar de camiones-cisterna. Expertos del Meteocat advierten de que los episodios secos son cada vez más frecuentes en la cuenca mediterránea por culpa del calentamiento global y advierten de su empeoramiento con el paso de los años.


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