En Colombia el centro político está de moda. Después de dos décadas de dominio de la derecha, de la mano del poderoso expresidente Álvaro Uribe, que ha señalado como un prócer a los últimos mandatarios del país, hasta parte del uribismo reconoce ya el agotamiento de su fórmula. Los ciudadanos también. Una encuesta de septiembre aseguraba que el 71% de los votantes se considera de centro. Parecería fácil aventurar que el candidato que logre liderarlo se llevará la presidencia, pero no es tan sencillo. A seis meses de las elecciones hay más aspirantes para ello que dedos en las manos. Y ninguno supera aún el 10% en intención de voto.
La historia empieza a sonar conocida. Hace cuatro años, en las presidenciales de 2018, el centro llegó dividido a las urnas y eso lastró su paso a la segunda vuelta. La unión del candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo, con Humberto de la Calle, del Partido Liberal, nunca se consolidó a pesar de los intentos de De la Calle en la recta final. Fajardo se quedó fuera en la primera vuelta por 250.000 votos. La unión de ambos le habría dado el pase para jugarse la presidencia frente al candidato del uribismo, el hoy presidente Iván Duque.
Que la historia se repita impulsa a otras opciones, en especial a Gustavo Petro. El líder de la izquierda, y cabeza de todas las encuestas hasta ahora, también fue el beneficiado en 2018, cuando superó por la mínima a Fajardo en la primera vuelta. Hasta ahora es el único candidato claro a las elecciones que se celebrarán el 29 de mayo de 2022. La derecha también podría beneficiarse de la indefinición del centro, aunque por ahora tampoco tiene candidato. Aún está por ver si se decide por uno que defienda el ala más dura de la derecha, en línea con el uribismo más clásico, o por un viraje hacia el centro derecha, de la mano de un nombre ajeno al partido Centro Democrático de Álvaro Uribe, en medio de su peor momento de popularidad.
En el centro el embrollo más que a resolverse tiende a crecer. En los últimos días incluso salieron a la luz nombres para posibles nuevas coaliciones que contribuyen a amplificar el ruido. Sergio Fajardo, con un 10% en intención de voto, aspira a liderar la candidatura de la Coalición de la Esperanza, la opción que hasta ahora engloba a los partidos y precandidatos del centro político. En ella tenía intención de desembarcar Alejandro Gaviria, que se postuló como independiente a finales de agosto, con el deseo de presentarse a la consulta de la Coalición que se celebrará en marzo (a solo dos meses de las elecciones) para decidir el candidato. Ya no será posible.
Varias reuniones a lo largo de las últimas semanas entre Gaviria, Fajardo y el resto de precandidatos del centro han acabado sin acuerdo. Los actores del desencuentro se culpan mutuamente del fracaso. La cercanía de Gaviria con el Partido Liberal de César Gaviria, expresidente de Colombia, que le ha prestado su apoyo, ha roto cualquier puente con la Coalición de la Esperanza. “No habrá cambio si no hay cambio de la política y si no enfrentamos el clientelismo que está asociado con la figura del expresidente César Gaviria”, dijo Fajardo a EL PAÍS hace unos días. Alejandro Gaviria, por su parte, lo considera un “veto” y se niega a renunciar al apoyo de los liberales.
El exministro de Salud, rector de la Universidad de Los Andes hasta el momento en el que se postuló, no ha logrado despuntar en las encuestas y se mantiene con apenas un 6% de intención de voto. Ahora apunta a la creación de una nueva coalición, a la que pretende arrastrar a algunos de los políticos y partidos que forman parte de la Coalición de la Esperanza, para celebrar una consulta paralela que apuntale su candidatura. “Todo el mundo esperaba que Alejandro iba a nutrir al centro y ha terminado profundizando los problemas que ya tenía”, sostiene la internacionalista Sandra Borda, que no cree que los miembros de la Coalición de la Esperanza vayan a abandonar a Fajardo por Gaviria.
Únete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites
Suscríbete aquí
El escenario aún está muy abierto, todo puede ocurrir, pero la música vuelve a sonar parecida a 2018. El Partido Liberal es uno de los partidos tradicionales de Colombia y, aunque en horas bajas, mueve miles de votos. Si Fajardo y Gaviria concurren por separado, podrían empujar a una segunda vuelta a Petro y al candidato que decida la derecha. La historia se volvería a repetir. El analista Pedro Medellín considera que el problema de de los candidatos de centro es que “confunden la posición política con el contenido político” y no hablan claro a los votantes, que buscan en los políticos la solución a sus problemas. “Los candidatos de izquierdas y derechas dicen cosas, la gente sabe lo que quieren. Decir que se quiere unir al centro, huir de los extremos y no pelear, eso no sirve”, asegura Medellín.
Fajardo y Gaviria se alejan cada día más. Bajo la premisa de “unir al centro” se fraguan dos candidaturas, dos consultas, dos coaliciones por un mismo caladero de votos. Mientras, Petro observa desde la cima de las encuestas y la derecha busca su mejor carta para hacerle frente al líder de izquierda. El 70% de los votantes que se declara de centro aún espera candidato.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región
Source link