El gesto se reproduce desde hace tiempo, pero no por repetido pierde valor, sino todo lo contrario porque ella, Paula Badosa, sabe que el misterio está ahí dentro y por eso se lleva el dedo índice a la sien.
“Cabeza, cabeza, cabeza”, se dice cuando franquea uno de los instantes críticos de un duelo muy enrevesado que finalmente se adjudica ante la griega Maria Sakkari: 7-6(4) y 6-4, tras 2h 06m. Luego, las matemáticas hacen el resto y con dos victorias en el casillero y la de Aryna Sabalenka (2-6, 6-2 y 7-5 a Iga Swiatek) en el segundo pulso del día, la española se convierte en la tercera jugadora nacional que accede a las semifinales de la Copa de Maestros, después de que lo consiguieran previamente Arantxa Sánchez Vicario (1989 y 1993) y Garbiñe Muguruza (2015).
Cuando cierra ante Sakkari, la catalana (23 años) se dirige hacia la grada desde la que le arropan su equipo y sus allegados. Explota en forma de grito y estruja el puño izquierdo con fuerza, porque aunque pelotee con la derecha es zurda cerrada; es decir, como Rafael Nadal, pero a la inversa. Y como suele hacer el balear ante las emergencias, también encuentra el remedio y acaba destrabando un partido que le iba muy de cara y que se ha complicado mucho más de lo deseado, intentando la griega sacar tajada de la tensión cuando ya estaba perdida.
En el primer parcial, Badosa manda por 5-2 primero y por 5-3, 30-0 y saque después; sin embargo, se aturulla y el set se le termina haciendo bola, aunque a la hora de la verdad, en la suerte del tie-break, no titubea y encarrila. Pero se repite la secuencia en la continuación. De un posible 4-1 se pasa a un 4-4 porque se le han escapado seis opciones de rotura; llegan los fríos y otro acelerón de la ateniense, que sabiéndose contra las cuerdas agradece la oportunidad y guerrea hasta que vuelve a llevarse otro portazo en la cara.
En la franja caliente del partido, cuando podía entrar en un bucle sin retorno, no duda Badosa, que por algo es la diez del mundo y por algo está en Guadalajara entre las mejores. “He sufrido y he disfrutado a la vez”, dice.
“La clave quizá ha estado en que fui valiente en los momentos importantes”, recalca. “Creo que también es la experiencia. Empecé el año como la 70 del mundo, pasé el covid y creo que mi primera victoria contra una top-10 [son ya seis; abrió con Ashleigh Barty en Charleston] fue hace solo unos meses y necesitaba ajustar mi tenis a este tipo de escenarios y a este tipo de partidos. Necesitaba aprender”, prolonga la española, que el 18 de octubre eclosionó en Indian Wells y desde entonces suma siete triunfos seguidos, marcando territorio.
Preguntada por el salto mental que ha dado, elogia a su psicólogo, Dani de la Serna –”no quiero llamarlo psicólogo, es más bien mi mejor amigo”– y a continuación disecciona y razona. “Hace un par de años se decía que yo era la típica que puede jugar bien, pero que mentalmente estaba muy lejos de las mejores. Lo escuché tantas veces que me propuse demostrarle a esa gente que se equivocaba”, expone emocionada.
“Me puse el objetivo de ser una de las mejores mentalmente y creo que estoy consiguiéndolo. En ese sentido, he dado un paso muy grande este año”, concluye la semifinalista, que el lunes jugará contra Swiatek ya clasificada. Una vez presentada ya su candidatura.
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