Paul Collowald, pionero de la UE: “Vi nacer Europa; ahora es frágil”

Paul Collowald, pionero de la UE: “Vi nacer Europa; ahora es frágil”

Quedan pocos como Paul Collowald (Wissembourg, 98 años), testimonio, en un continente en ruinas tras la II Guerra Mundial, del nacimiento de lo que acabaría siendo la Unión Europea (UE). Collowald, francés de Alsacia y sobre todo europeo, cubrió como periodista los primeros balbuceos del proyecto común y después ocupó puestos relevantes en las instituciones comunitarias. Ahora vive en Waterloo. Por la pandemia, conversamos por teléfono.

Pregunta. Una fecha y un encuentro marcaron su vida.

Respuesta. Sí, el 12 de agosto de 1949. Aquel día me presentaron a Robert Schuman, el ministro francés de Asuntos Exteriores. Yo era un joven periodista que cubría la primera sesión de la Asamblea del Consejo de Europa en Estrasburgo. Schuman acudía a una recepción con un grupo de jóvenes. Le saludé y, terminada la reunión, fuimos caminando y conversando hacia la Prefectura, donde él se hospedaba.

P. ¿Qué le dijo?

R. “Estoy bastante preocupado”, me dijo. “No hay que volver a empezar con el tratado de Versalles y la humillación que supuso. Habrá que encontrar soluciones europeas”. Ahí escuché de su boca la palabra: Europa.

P. Poco después se publicaría la declaración Schuman, texto fundacional de la reconciliación franco-alemana y de la actual UE. ¿Por qué le impactó tanto aquel momento?

R. Por vivir yo en la frontera. Hubo anexiones sucesivas de Alsacia por Alemania. Mis antepasados conocieron la guerra de 1870, la de 1914-1918, y aún viviríamos la de 1940-1944. Es terrible. Cuando me di cuenta de que por fin había una respuesta precisa e inteligente para salir del círculo vicioso de guerras, guerras, guerras, entendí que esto me daba perspectivas. ¡Es importante tener perspectivas!

P. ¿Cómo había vivido usted la guerra?

R. Si yo hubiese residido en Burdeos, en Lyon o Marsella, mi juventud habría sido muy distinta. Pero Alsacia y Lorena eran territorios anexionados por Alemania.

P. Y se acercó a la resistencia.

R. Formaba parte de una red que distribuía folletos llamando a resistir y que ayudaba a pasar hacia Suiza para escapar a la Wehrmacht, el ejército alemán.

P. Pero lo acabaron reclutando.

R. A los padres de los chicos que se evadían los enviaban a campos de reeducación. Mi padre era funcionario. Mi madre estaba enferma. Tenía tres hermanas pequeñas. Una noche dije a mis padres: “He reflexionado, tengo la posibilidad de escapar, pero no os quiero exponer a los campos de reeducación”. Fui movilizado. Me enviaron a Polonia. Jamás había empuñado un fusil.

P. ¿Cómo fueron las cosas en Polonia?

R. Estaba en el cuerpo de ingenieros: construíamos puentes, nunca disparé. Los soviéticos avanzaban y avanzaban. La Wehrmacht reculaba y reculaba. Durante la retirada el sargento con el que estaba fue herido. Entramos en una granja. Mientras todos dormían tomé una de las grandes decisiones de mi vida. Tiré el uniforme militar, me puse un mono azul que encontré y me marché en dirección al Elba. En la otra orilla estaban los americanos.

P. ¿Qué aprendió de aquellos años?

R. Después de lo que vi, pensé que todo lo que pudiese contribuir a soluciones pacíficas sería formidable. La declaración Schuman del 9 de mayo de 1950 explica toda mi vida.

P. Usted estuvo presente en la creación.

R. Vi nacer Europa, en efecto. No había ninguna referencia histórica semejante. Desde 1870 se habían sucedido las guerras y el final de estas guerras no había conducido a la paz. Ahora llevamos más de 70 años de paz.

P. Ahora vuelven las fronteras, el nacionalismo.

R. Me veo obligado a pronunciar una palabra que está en la base de todo: solidaridad. Lo de ahora no es la guerra, pero afrontamos las complicaciones sociales, económicas y políticas que implica la covid-19. Aunque alego circunstancias atenuantes: se trata de decidir entre 27, mientras al principio solo éramos seis.

P. ¿Ve un peligro de que Europa se vuelva insignificante ante Estados Unidos y China?

R. No diría insignificante no, pero sí débil. Europa es frágil debido a la falta de solidaridad.

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