El paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, en el Museo Paseo Sierra de Atapuerca, en Burgos, el pasado marzo.Ricardo Ordóñez (EL PAÍS)
José María Bermúdez de Castro (Madrid, 69 años) reconoce que la mayor parte de su producción literaria no es en castellano. El paleontólogo, codirector de los yacimientos de Atapuerca, en Burgos, es un referente mundial en el estudio de la evolución humana y la ciencia relevante se publica en inglés. “Estoy seguro de que los primeros artículos que escribí en español, hace ya muchísimos años, prácticamente no se han citado. En español hemos perdido el tren de la ciencia y escribimos en inglés”, reconoce. Pese a ello, el pasado diciembre fue elegido académico por el pleno de la Real Academia Española (RAE) para ocupar la letra K, quizá para combatir en esa complicada batalla del idioma.
Desde ese puesto, como lo hizo en su momento la bióloga Margarita Salas o ahora el físico José Manuel Sánchez Ron, aportará su experiencia para que la academia siga cumpliendo su función, reconocida en sus estatutos, de velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebre la unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. En ese proceso de adaptación, el lenguaje de la ciencia es una fuente de continuas novedades que requiere especial atención, y él promete todo su esfuerzo: “Cuanto más se me haga trabajar, mejor. Para mí es un gran regalo y quiero corresponder”.
Pregunta. ¿Es posible incrementar el uso del español en la ciencia si la producción científica de los hispanohablantes sigue siendo minoritaria?
Respuesta. Sin duda, si la ciencia fuera española, habría muchísimos términos en español. Pero las revistas de alto impacto, donde se publican los resultados científicos están en inglés, con lo cual es una situación complicada. Nosotros somos muy buenos en literatura, música, pero en ciencia hay muchos científicos fuera, porque es donde pueden prosperar.
P. Si miramos la historia de la de la evolución de nuestra especie, en los últimos 50.000 años se ve una tendencia a la homogeneidad. Hace 50.000 años convivíamos con otras especies humanas como neandertales, erectus o denisovanos. Ahora hay una sola. Y con las lenguas pasa lo mismo. Hace 200 años en la Tierra se hablaban cientos de lenguas que hoy han desaparecido. ¿Cómo ve al español ante esa homogeneización?
R. Si lo aplicas a la biología, se ve con los propios neandertales. Sus grupos se ven aislados y reducidos durante la última gran glaciación y al final Homo sapiens se queda con todo el planeta. Puede pasar algo parecido con las lenguas y además es mucho más rápido.
Estamos en una globalización a la que no es ajena la lengua. Las lenguas viajan también con las personas. Y en países en los que haya muchas lenguas, porque hay muchos grupos humanos, las que tienen pocos hablantes, tienden, si no a desaparecer, a ver su uso reducido. El español, como el inglés, el francés o el chino son las que tienen más presencia y las que se aprenderán además del idioma concreto de un lugar. Son las lenguas que puedes utilizar cuando llegas a cualquier país, aunque, obviamente, la lengua más útil en ese sentido es el inglés. Este fenómeno es planetario. Pero en cualquier caso, hay que defender el español como se pueda, porque es una lengua muy preponderante en el planeta, muy bonita y es nuestra lengua.
P. La ciencia es una actividad donde se valora la objetividad, pero en la que también pueden tener mucha influencia los aspectos subjetivos que se incorporan con el lenguaje. Hace unos días vimos el caso de la flurona, un neologismo que mezcla partes de la palabra gripe y coronavirus en inglés para referirse a la coinfección por ambos virus. Era algo que llevaba pasando desde el principio de la pandemia, pero se le pone un nombre nuevo y de repente se desata el pánico. El lenguaje, también en el ámbito científico, tiene un efecto que puede cambiar la percepción de un mismo hecho completamente.
R. Sí, es curioso cómo nos quedamos maravillados ante palabras nuevas. Y además es interesante que es un nombre inglés, que parece que vende más, como se hace cuando se quiere vender más un producto. Me parece absurdo, pero no sé, nos quedamos como extasiados, como si fuese algo mágico.
P. ¿Es posible saber cuándo surgió el lenguaje?
R. Yo creo que el lenguaje tiene muchísimos años de antigüedad, 40.0000 años y posiblemente más. Dentro del proyecto de Atapuerca, Ignacio Martínez Mendizábal y Mercedes Conde Valverde han hecho uno de los trabajos más bonitos que conozco sobre el tema a través de la audición. A mí me parece que es la mejor forma que tenemos de acercarnos al lenguaje porque las partes blandas del aparato fonador, la lengua, la laringe, las cuerdas vocales, los pulmones, desaparecen casi todas. Y con el cerebro, que es lo que controla todo, sucede lo mismo. Todo esto no nos queda en el registro fósil. Lo que sí nos queda es el órgano receptor.
Ignacio Martínez y Mercedes Conde, junto con ingenieros acústicos, han generado modelos utilizando las variables métricas, morfológicas, etcétera, que hay en el oído medio y el oído interno de los fósiles. El resultado es que la audiometría de los neandertales prácticamente coincide con la nuestra. Podían percibir consonantes.
Tenemos un aparato fonador muy complejo y gracias a ese aparato fonador y a la comprensión que tenemos de las vocales podemos establecer palabras con los diferentes fonemas y entender su significado
Muchos mamíferos, como los chimpancés o los monos, cuando aúllan, producen una vocal, pero nosotros tenemos consonantes, que son muy complicadas de pronunciar. Tenemos un aparato fonador muy complejo y gracias a ese aparato fonador y a la comprensión que tenemos de las vocales podemos establecer palabras con los diferentes fonemas y entender su significado. Si ves un audiograma de un chimpancé, que es completamente distinto del nuestro, o un audiograma de un neandertal, que es como el nuestro, parece evidente que los neandertales escuchaban las mismas frecuencias y con la misma intensidad que lo hacemos nosotros. Por eso, para mí está muy claro que esto implica capacidad para entender una lengua.
Yo estoy prácticamente convencido de que los neandertales tenían un lenguaje como nosotros. Y seguramente podrían emitir también una serie de sonidos que les servirían para describir su medio natural. Igual no te pueden decir, mira un tigre o un león, pero sí mira ese bicho que es peligroso.
Para mí está muy claro que los neandertales hablaban. ¿Qué lengua? No lo sé, pero desde luego tenían capacidad para emitir una serie de sonidos que podían incluir consonantes parecidas a las que tenemos nosotros, que son complejas. La R, por ejemplo, no lo pronuncia cualquiera. A un británico le costaría mucho y nosotros tenemos esa capacidad por nuestro aparato fonador y porque lo hemos aprendido desde que nacemos escuchando a nuestros padres.
Las lenguas forman parte del legado cultural de la humanidad y hay que conservarlas y esa diversidad no se debe perder
Estoy convencido de que los neandertales podían hablar y posiblemente podíamos entendernos de alguna manera cuando nos encontramos en el corredor levantino. En los yacimientos donde hay Homo sapiens aparecen herramientas propias de los neandertales. Hay un intercambio clarísimo de la información material entre ellos y nosotros. Y, por tanto, seguramente el lenguaje no era muy diferente y favoreció el intercambio e incluso la hibridación que se produjo.
P. La aparición del lenguaje potenciaría la capacidad de socialización humana, esencial en nuestra especie, pero la aparición de distintos idiomas también es algo que fomenta la aversión hacia los diferentes, un rasgo que también es muy propio de los humanos. ¿Es posible que esta tendencia a la homogeneización de las lenguas que estamos viviendo con la globalización suponga una pérdida de diversidad, pero también pueda ayudar a reducir los antagonismos entre grupos humanos?
R. Está claro que el lenguaje nos une, pero también nos separa. La globalización es posible gracias a que somos capaces de entendernos mediante un vehículo que es la lengua común. La diversidad está desapareciendo en parte y si vas a un hotel en China, por ejemplo, vas a encontrar habitaciones muy parecidas a las que tenemos en España. Todo se ha ido homogeneizando poco a poco y la lengua también tiende a esa homogeneización.
Las lenguas forman parte del legado cultural de la humanidad y hay que conservarlas y esa diversidad no se debe perder. Pero al final, para comerciar o atraer clientes en un mercado global o hablas el idioma preponderante o no consigues nada.
P. ¿Cuáles son sus objetivos como científico en la RAE?
R. Para empezar, ya sabes que esto para mí fue una sorpresa muy agradable, porque no me postulé yo. Entonces aún no sé exactamente cuál es el papel que puedo tener en la RAE. No voy a trabajar en cuestiones de filología y tampoco soy experto en lexicografía. Yo soy científico y trabajaré en todo lo que me pida para aplicar ese conocimiento y esa experiencia. Esto va a coincidir casi con mi retirada profesional de la de la ciencia, así que tendré mucho más tiempo para emplearlo en estas cuestiones.
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