El paté es un alimento muy conocido, que generalmente se toma como entrante. Entre sus ingredientes, se elabora con grasa animal e hígado de animales como el pollo y el cerdo, a los que se les añaden distintos aderezos. A la hora de comer el paté, hay varios detalles en los que debes fijarte para saber si está en perfectas condiciones o, de lo contrario, desecharlo.
Este es un alimento que requiere unas condiciones de almacenamiento muy concretas porque si no se daña rápidamente y puede causar problemas de salud. Hay tres cosas a las que debes prestar atención:
- Cuando el paté está malo, uno de los primeros cambios que sufre es el del color. Se ve con un color extraño, con puntos blancos o negros en la superficie. Una señal muy clara de que hay bacterias en el paté y, por lo tanto, no es apto para su consumo.
- Otro de los signos que indican que el paté no está bueno es el olor a podrido. Se puede percibir incluso dentro de la nevera.
- Y, por último, la textura también cambia a viscosa.
Al igual que ocurre con otros alimentos, el moho es el principal indicador del mal estado. Por supuesto, hay que tirar el paté, ya que su alto contenido de humedad favorece el crecimiento del mojo bajo la superficie, el cual genera toxinas.
Es más, el paté incluso puede contener bacterias del género ‘Listeria’, que proliferan con mayor facilidad si lo dejas fuera de la nevera. La listeriosis es una infección que ocurre cuando una persona ingiere algún alimento contaminado con esta bacteria, y los síntomas más comunes son: letargo, pérdida de apetito, dificultad respiratoria, vómitos y erupciones cutáneas.
¿El paté se puede conservar?
El paté sí se puede congelar, pero al ser muy rico en contenido graso, durante el proceso de congelación el sabor y la textura se pueden ver afectados.
Para congelarlo, lo mejor es cortarlo en pequeñas porciones en forma de cubo si está abierto. Si no está abierto, puedes dejarlo como está.
Luego, coloca las porciones separadas en una bandeja y métela en el congelador. Una vez congeladas, puedes ponerlas en un recipiente hermético en una bolsa para congelador. Para evitar que se peguen, separa las capas con papel para hornear.
Recuerda sellar muy bien el recipiente o la bolsa para que no entre nada de aire. El paté en el congelador puede durar hasta seis meses.
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