El analista político Sergio Aguayo consideró que la fisura entre medios y gobierno es absurda a la luz de los enemigos comunes: la corrupción y la violencia.
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador agrede a la prensa, “da permiso” para que otros lo hagan, como se aprecia en las redes sociales, con un lenguaje lleno de calificativos que “se puede traducir en violencia abierta“, advirtió la politóloga Denise Dresser.
“Me parece que sus luchas no deberían ser contra la libertad de expresión sino contra aquéllo que la coarta, empezando por la violencia contra periodistas que sigue día tras día en este país. La lucha no debería para que un periódico revele sus fuentes, como le exigió a Reforma, sino para que la prensa y los periodistas puedan sobrevivir sin violencia”, dijo.
En la Mesa Política comentó que López Obrador “es un presidente con mucho poder, que controla casi todas palancas del gobierno, tiene una mayoría legislativa en la Cámara de Diputados y en el Senado, gobierna con pocos contrapesos, y uno de ellos es la prensa”, la cual está compuesta por “un manojo de medios y columnistas que a veces publican información crítica”, pero que tienen una mínima capacidad para poner al gobierno en jaque.
Para Dresser es preocupante que el presidente muestre tanta animadversión a la prensa, particularmente a la que llama “fifí”.
“Me consterna y debería consternarnos a todos que gaste tanta energía y tiempo atacándola, porque eso solo lo hacen los Erdogan, los Putin, los Orbán, los Maduro, los Trump y los Duterte. Eso sólo lo hacen quienes necesitan construir cotidianamente a un enemigo malo para que el pueblo bueno se lance detrás de ellos, y el presidente, dado el poder que tiene, la popularidad y apoyo, tiene todo para ser distinto a aquéllos que utilizan su tiempo para denostar a la prensa”, puntualizó.
Señaló que las peleas definitorias del sexenio de López Obrador no deberían ser contra Reforma o la “prensa fifí” sino contra “el periodismo domesticado, que es el predominante, y que todavía vive de la publicidad oficial”.
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Por su parte, el analista político Sergio Aguayo observó que existen críticas tanto del gobierno como de los medios de comunicación.
Sin embargo, apuntó, el presidente es el único que hace las críticas más feroces a la “prensa fifí” y a los “conservadores”; “su gabinete ha sido muy cuidadoso de no criticar”.
En ese sentido, añadió, “me parece que tenemos que hacer un esfuerzo todos porque escuchando y leyendo sobre la situación tan terrible en la que están los niños, que mañana celebran su día con la presencia del crimen organizado, la fisura entre medios y gobierno de López Obrador es absurda a la luz del enemigo común que tenemos, que es la corrupción y la violencia criminal“.
Por otra parte, Aguayo dijo estar sorprendido de que el presidente hiciera un llamado a Twitter y Facebook para que intervengan y frenen las campañas hechas por bots.
“Sería conveniente que alguna institución mediara y diera una opinión lo más objetiva posible sobre este enfrentamiento indudable, real, objetivo, que genera criticas, injustas a veces, merecidas en otras, en las redes sociales…
“Pienso, ya que hay tan buenas relaciones entre el gobierno de López Obrador con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que valdría la pena invitar al relator sobre libertad de expresión Edison Lanza a que dé una opinión fundamentada en hechos concretos sobre lo que está pasando”, abundó.
Si bien consideró que “se debe salvaguardar la libertad de expresión y de comentar críticamente” lo que hace o no el presidente, destacó la importancia de que los medios y analistas sustenten lo que afirman.
El historiador Lorenzo Meyer refirió que en el antiguo régimen había una pluralidad, pero en principio, todos los medios estaban bajo el dominio de dos cosas: o la cooptación o la represión.
“El entorno que estamos viviendo ahora, en torno a este tema tan importante que es el de los medios de difusión, que no se puede entender un sistema plural y democrático sin ellos, también la otra cara del tema es que en buena medida representan el pasado y que tenemos que irnos acoplando poco a poco”, indicó.
Falta de planeación, otra forma de corrupción: Dresser
En su segunda intervención, Aguayo observó que en ocasiones el presidente y su gabinete utilizan la conferencia matutina para enunciar y denunciar actos de corrupción sin demostrar nada plenamente.
“Una denuncia sin fundamento reduce la credibilidad de quien la hace, yo en mi caso, sigo esperando la evidencia que involucre a todos los responsables que sacaron de varias presidencias”, anotó.
Sobre el aeropuerto de Santa Lucía, la politóloga señaló que el proyecto “tiene serias deficiencias que no han sido suficientemente analizadas y tomadas en cuenta por un gobierno que presume esta obra como una magna creación, junto con el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas”.
“Actuar como lo está haciendo, digamos, poniendo la carreta antes que los caballos, ejemplifica errores que ya se cometieron en la obra pública y que fueron costosos“, comentó.
Desde su punto de vista, la promesa de Santa Lucia no es un proyecto de ingeniería sino un acto de fé. “Me parece que la prisa del presidente por demostrar que su gobierno es distinto al de sus predecesores, y entiendo esa prisa porque está usando el bono democrático para actuar con mucha rapidez, pero la prisa está llevando a justificar y legitimar una obra que no ha sido evaluada de manera razonable, técnica, creíble, y eso se añade a un patrón histórico”.
En su opinión, la falta de planeación es también otra forma de corrupción.
“La omisión de factores, como el cerro de Santa Paula, recién descubiertos, son un acto de corrupción. La ausencia de un proyecto ejecutivo definitivo es otra forma de corrupción. La falta de estudios que avalen la viabilidad técnica de usar ese aeropuerto cuando tantos expertos a nivel nacional e internacional han dicho que no es viable la coexistencia de dos aeropuertos de manera simultánea en el espacio aéreo del Valle de México, sin reducir el número de vuelos del aeropuerto actual”, subrayó.
Al respecto, Meyer consideró que si no se ha hecho un estudio sobre el proyecto de Santa Lucía “es una falla imperdonable”.
Recordó que todas las construcciones del gobierno anterior estaban impregnadas de corrupción, por lo que la obra del aeropuerto de Texcoco no iba a ser la excepción.
“Iba a ser la culminación de una forma de explotar la relación poder político-poder económico en detrimento de el bien común”, puntualizó.
A continuación la Mesa Política completa: