El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en su discurso de este domingo ante el Parlamento israelí.

Zelenski compara ante el Parlamento de Israel la invasión rusa con el Holocausto

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en su discurso de este domingo ante el Parlamento israelí.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en su discurso de este domingo ante el Parlamento israelí.KNESSET (Europa Press)

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien se precia de su ascendencia judía, ha comparado este domingo la invasión rusa de Ucrania con el Holocausto judío en una intervención virtual ante los diputados de la Kneset, el Parlamento de Israel. “Escuchad qué dice el Kremlin, es la misma terminología que los nazis usaron contra vosotros. Es una tragedia. Entonces querían destruir Europa y no os quisieron dejar con vida (a los judíos). Ahora nos toca a nosotros. Entonces lo llamaron la solución final”.

Enfundado en la camiseta militar verde olivo con la que ya se ha dirigido a otras Cámaras legislativas, Zelenski ha reclamado ayuda militar a Israel con una nada velada crítica a su equidistancia en el conflicto. “Podemos preguntar por qué no hemos recibido armas de Israel, por qué no ha impuesto fuertes sanciones a Rusia”, ha inquirido ante los 122 parlamentarios que han seguido sus palabras vía Zoom, en una Kneset de 120 escaños. “Ha sido vuestra decisión y tendréis que convivir con sus conciencias”, les advirtió. “Todo el mundo sabe que vuestros sistemas de defensa [como el escudo antimisiles Cúpula de Hierro] son los mejores”, ha precisado. “Podríais ayudar a nuestro pueblo, salvar vidas de ucranios judíos”, ha recriminado a su audiencia.

“El Ejército ruso está destruyendo Ucrania mientras el mundo entero mira”, ha enfatizado Zelenski, para quien “la indiferencia y el cálculo de intereses matan. No se puede mediar entre el bien y el mal”, ha apostillado. Su discurso, de algo menos de media hora de duración, ha sido transmitido en directo por televisión y proyectado también en una pantalla gigante en la plaza Habima de Tel Aviv, ágora de grandes concentraciones políticas en Israel, ante centenares de personas que enarbolaban banderas ucranias e israelíes. Con estudiada formalidad, la Embajada de Rusia había protestado pocas horas antes contra su alocución parlamentaria al reclamar a Israel una actitud más equilibrada en el conflicto.

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, ha seguido la intervención ante la Cámara legislativa, que acaba de finalizar su primer periodo de sesiones del año. El gobernante ultraconservador israelí ha sido uno de los pocos líderes internacionales en ser recibido en el Kremlin por el presidente ruso, Vladímir Putin, tras el estallido de las hostilidades. El pasado día 5 hizo visible en Moscú su papel mediador entre ambas partes en el conflicto, aunque sus asesores precisan que no ha planteado propuestas concretas de acuerdo y se ha limitado a ejercer como mensajero o intermediario de confianza entre Kiev y Moscú. En contra de sus creencias, el religioso Bennett viajó en pleno sabbat, el día sagrado judío que prohíbe expresamente los desplazamientos en avión, amparado en la dispensa que otorga la ley judaica a quienes participan en una misión para salvar vidas.

La discreción ha caracterizado hasta ahora sus sucesivos contactos telefónicos tanto con Putin como con Zelenski. Bennett se ha ausentado de reuniones del Gabinete y de actos oficiales para atender las llamadas urgentes de ambos líderes. Tras ser recibido en el Kremlin, donde mantuvo una entrevista de tres horas de duración, el primer ministro israelí prosiguió viaje a Berlín para informar en persona al canciller alemán, Olaf Scholz, quien ya le había visitado a comienzos de mes en Jerusalén. Bennett ha establecido también un canal de contacto con el presidente francés, Emmanuel Macron, y ha dado cuenta de sus gestiones a la Administración del presidente de EE UU, Joe Biden, su principal aliado.

“Aunque la oportunidad no es muy clara, tenemos la obligación moral de hacer el esfuerzo, ya que contamos con acceso a ambas partes”, se ha limitado a justificar su actitud en público el primer ministro israelí. No es una amenaza existencial, sino una disputa territorial, viene a ser su mensaje, traducido a términos bien conocidos en Oriente Próximo. Esta es la tesis que hacen circular en la prensa hebrea los asesores mediáticos de Bennett: Ucrania podrá seguir siendo un Estado independiente con su propio Gobierno solo si acepta “sacrificios territoriales”, según destaca en Twitter el analista diplomático Barak Ravid.

En apenas nueve meses en el cargo, tras haber apeado al conservador Benjamín Netanyahu, quien llevaba 12 años en el poder, el prácticamente desconocido Bennett ha encontrado una vía para ganar presencia en la escena internacional. El dilema de Israel ante el conflicto de Ucrania se ha plasmado en una retórica de equidistancia, en la que Bennett, quien adopta un perfil de neutralidad, y se reparte los papeles con el ministro de Exteriores y socio clave del Gobierno, el centrista Yair Lapid, quien sí ha condenado expresamente la invasión rusa. El Gobierno israelí, sin embargo, no se ha sumado a las sanciones económicas impuestas a Moscú por los países occidentales y sigue manteniendo las conexiones desde Tel Aviv con los aeropuertos rusos, que han sido utilizadas por oligarcas próximos a Putin como Roman Abramóvich.

La presencia militar rusa en Siria, donde la aviación israelí lanza ataques periódicos contra fuerzas proiraníes, ha llevado a Bennett a transitar por la senda de la ambivalencia diplomática y evitar tanto las sanciones a Rusia como el envío de armamento a Ucrania. Moscú, que controla el espacio aéreo sirio desde su intervención militar en favor del presidente Bachar el Asad en 2015, ha seguido permitiendo los ataques de la aviación israelí contra objetivos de las milicias proiraníes en el vecino país árabe, como el que este mismo mes causó la muerte de dos guardianes de la revolución de Irán cerca de Damasco.

Concentración para seguir el discurso del presidente de Ucrania, Volodímir, Zelenski, el domingo en Tel Aviv.
Concentración para seguir el discurso del presidente de Ucrania, Volodímir, Zelenski, el domingo en Tel Aviv.JACK GUEZ (AFP)

Diáspora soviética en el Estado judío

El jefe del Gobierno israelí acudió a Moscú a su cita con Putin acompañado por el ministro de Vivienda, Zeev Elkin, de origen ruso. Más de un millón de israelíes, un 15% de la población, proceden de la diáspora que emigró al Estado judío tras la descomposición de la Unión Soviética. La evolución de la guerra se sigue muy cerca en el Estado hebreo y, pese a la neutralidad oficial, la opinión pública se muestra abiertamente favorable a ayudar a Ucrania. La situación de los cerca de 200.000 judíos que viven en el país de Europa oriental en guerra es una las principales preocupaciones del Gobierno israelí. Por ello, ha enviado una gran cantidad de ayuda humanitaria, en particular un hospital de campaña para atender a un centenar de pacientes al día, asistidos por unos 80 médicos y sanitarios.

Las restricciones que el Ministerio del Interior israelí impuso inicialmente a la entrada de los refugiados ucranios levantó ampollas entre la población judía, que hunde sus raíces en el éxodo masivo derivado del Holocausto. Israel ha permitido el paso hasta el momento a 3.500 ucranios judíos, que gozan del derecho a inmigrar y establecerse en el país, y a 10.000 no judíos. A este grupo se le llegó a obligar a abonar una fianza a fin de garantizar su retorno a Ucrania, se le fijó un cupo inicial, que ahora ha quedado circunscrito a quienes cuenten con familiares y amigos que, en principio, se hagan cargo de su manutención y gastos.

Los refugiados no judíos deben solicitar autorización previa su entrada al país para que se les permita abordar un avión con destino a Tel Aviv. Cerca de un 10% de las peticiones han sido rechazadas. Como advierte en la prensa hebrea Sahi Cohen, director de Alianza de Israel, ONG que atiende a los ucranios, “el Gobierno israelí está siguiendo una política de erigir alambradas para impedir la entrada de los refugiados”. Lo ha recordado el mismo Zelenski en su discurso a la Kneset al reclamar visados para todos los refugiados de Ucrania.

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