El belga François Gemenne, especialista en geopolítica del cambio climático.
La guerra caliente es el título del libro que acaba de publicar junto a otros dos autores el belga François Gemenne (Lieja, 41 años), especialista en migraciones y geopolítica de la crisis climática. Según advierte este profesor de la Universidad de Lieja e investigador del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC), el aumento de la temperatura del planeta supone nuevos desafíos para la seguridad y la defensa de los países. Eso tiene que ver con la mayor competencia por los recursos, la soberanía alimentaria, los movimientos migratorios, pero también con la energía. Como lamenta, es triste que tenga que ocurrir una guerra como la de Ucrania para que los Estados europeos se den cuenta del grave error que supone depender todavía del gas y el petróleo de Vladímir Putin.
Pregunta. ¿A qué llama “guerra caliente”?
Respuesta. Evidentemente, es una referencia a la Guerra Fría, pero en este caso se trata del conjunto de los impactos del cambio climático que van a transformar las políticas de seguridad y defensa. El calentamiento del planeta genera nuevos factores de conflicto.
P. ¿A qué se refiere?
R. Todos los datos muestran que un mundo más caliente es también un mundo más violento. Esto se produce como consecuencia de una mayor competencia por los recursos, de la tierra en particular, con el resurgimiento de terrorismos, sobre todo, en la zona del Sahel, que se alimentan directamente de los impactos del cambio climático. Va a haber más competencia y tensiones por la tierra y, a la vez, nuevas misiones para los ejércitos, porque van a ser más solicitados para operaciones humanitarias.
P. ¿Cuáles son las claves de la geopolítica de un mundo más caliente?
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R. A medida que los impactos climáticos se vuelvan más evidentes y problemáticos, hay países que van a perder partes importantes de su territorio, van a perder elementos esenciales para su soberanía alimentaria, porque la agricultura se va a volver difícil, y estas poblaciones pueden levantarse contra las naciones responsables de esta situación. Vemos también que las cuestiones energéticas están directamente ligadas a los conflictos. Tanto los científicos del clima como los expertos en seguridad y defensa están de acuerdo en la necesidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, porque es un riesgo para el clima, pero también para la seguridad y la paz.
P. Esto tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora mismo en Ucrania.
R. Absolutamente. Si hace 10 o 20 años se hubieran puesto en marcha políticas de transición energética, hoy no seríamos tan dependientes de Rusia por el gas y el petróleo. Y esto mismo provocó también que Europa dejara hacer a Vladímir Putin en Chechenia, Crimea o el Donbás, mientras envenenaba a sus oponentes. De alguna forma, no queríamos enfadarnos con nuestro dealer [en inglés, distribuidor o camello] de hidrocarburos.
P. ¿Con las energías renovables se pueden reducir estos conflictos?
R. La ventaja de las energías renovables es que permiten una autonomía energética mucho mayor, son energías mucho más descentralizadas. Nuestro problema hoy con los hidrocarburos es que crean dependencias con regímenes autoritarios, pues estas energías son controladas por países como Rusia, Qatar, Venezuela…
P. Pero para fabricar las energías renovables se necesitan también minerales que se localizan solo en determinados países.
R. La independencia energética nunca es perfecta. Efectivamente, resulta necesario disponer de materiales para todas las fuentes de energía. La gran pregunta hoy es saber de quién queremos depender. ¿Queremos depender los unos de los otros dentro de la Unión Europea, con una verdadera estrategia energética europea, o no nos importa depender de regímenes autoritarios como Rusia? Parece evidente, pero lo cierto es que todavía no hemos conseguido cambiar esto.
“El conflicto de Ucrania puede ser un acelerador de una verdadera política energética en Europa”
P. ¿Con más energías renovables habrá menos Vladímir Putin?
R. Con más energías renovables los Vladímir Putin tienen menos poder. No son perfectas, pero sí tienen esta ventaja.
P. ¿La guerra de Ucrania puede afectar a la lucha contra el cambio climático?
R. Es muy triste que haya hecho falta una guerra para que de pronto se preste atención a los argumentos sobre la sobriedad energética o la soberanía alimentaria, pero el conflicto de Ucrania puede ser un acelerador de una verdadera política energética en Europa.
P. Pero el conflicto también está provocando decisiones en sentido contrario, como la puesta en marcha otra vez de centrales de carbón.
R. De forma inevitable se van a producir algunos retrocesos temporales. Pero quiero ser optimista, pues aparte de la amenaza climática, ahora mismo hay otros dos argumentos de peso: la certeza de que las energías renovables permiten reducir nuestra dependencia de regímenes autoritarios y la actual explosión de los precios de la energía en muchos países europeos. Aumentar las energías renovables es también la mejor forma de evitar que se dispare la factura energética.
P. Los impactos del cambio climático van a provocar también más desplazamientos de personas.
R. Hay regiones que van a volverse, literalmente, inhabitables, ya sea porque se van a inundar, porque haga mucho calor o porque se vuelva imposible cultivar cualquier cosa.
P. ¿La gravedad del cambio climático va a depender en buena medida de lo que ocurra en las fronteras con la inmigración?
R. Está claro que el cierre de las fronteras va a provocar dramas. Frente al aumento de los impactos climáticos, el aumento de las desigualdades o el aumento de los regímenes autoritarios, evidentemente, una mayor apertura de las fronteras permitiría organizar y regular mejor las migraciones en el mundo en interés de todos.
P. ¿Qué le parece la acogida de Europa a los refugiados de Ucrania?
R. Lo que nos demuestra la acogida de refugiados de Ucrania en Europa es que cuando queremos es posible. En tres semanas hemos acogido a cerca de dos veces más ucranios que todos los refugiados sirios recibidos por Europa en el espacio de dos años. Cuando la crisis de los refugiados de Siria, se decía que la situación en Europa iba a explotar, que era insostenible. Ahora con los de Ucrania vemos que se puede cuando se le pone voluntad política para organizar la inmigración.
P. La guerra ha dejado en segundo plano el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) en el que usted también ha participado. ¿Qué destacaría de este trabajo?
R. Este informe subraya hasta qué punto son urgentes las políticas de adaptación y cómo el cambio climático puede provocar migraciones y conflictos. El problema es que esperamos siempre a las crisis para reaccionar. Los mensajes del IPCC son avisos para la anticipación. No hay que esperar al último momento, pues ya será demasiado tarde.
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