Frases de Franklin Roosevelt en el día de su muerte

Un 12 de abril del año 1945 muere Franklin Roosevelt, trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos, nacido el  30 de enero de 1882 en Nueva York.

Lo recordamos en el día de su muerte a través de las frases más destacadas del político.

La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.

Haced algo y, si no resulta, haced otra cosa.

He visto la guerra y la he odiado. Digo esto una y otra vez. Espero que Estados Unidos se mantenga fuera de esta guerra.

No veo a estos Estados Unidos como un producto acabado. Todavía estamos en fabricación.

Cuando ves una serpiente de cascabel a punto de morder, no esperes hasta que lo haga para aplastarla.

La felicidad radica en la alegría del logro y la emoción del esfuerzo creativo.

Cuando llegues al final de tu cuerda, haz un nudo y aguanta.

La verdadera libertad individual no puede existir sin la seguridad económica y la independencia. Dejar a las personas hambrientas y sin trabajo son las cosas que se hacen en las dictaduras.

Júzgame por los enemigos que me he ganado.

La aspiración democrática no es una simple fase reciente de la historia humana. Es la historia humana.”

“Siempre que te pregunten si puedes hacer un trabajo, contesta que sí y ponte enseguida a aprender como se hace.

La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de aquellos que tienen mucho; es si proporcionamos suficiente a aquellos que tienen demasiado poco.

La confianza… Prospera en la honestidad, el honor, en el carácter sagrado de las obligaciones, sobre la protección y la fidelidad desinteresada en el rendimiento. Sin ellos no puede vivir.

La nación que destruye su tierra, se destruye a sí misma. Los bosques son los pulmones de nuestra tierra, purificar el aire fresco y dar fuerza a nuestro pueblo.

Creo en el individualismo… pero sólo hasta cuando el individualista empieza a medrar a expensas de la sociedad.

La prueba de nuestro progreso no es que aquellos que tienen mucho, tengan más, sino que aquellos que tienen demasiado poco tengan más, de Franklin Roosevelt.

 


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