Larry David firmó un éxito muy rotundo cuando produjo Seinfeld, una de las comedias de situación icónicas de los noventa. ¿Qué podía hacer después de eso? Una autoparodia, en la que no se corta en confesar su desconcierto y en burlarse de sus miserias: Curb Your Enthusiasm (en HBO Max). En un capítulo de la séptima temporada, en 2009, más de una década después del fin de Seinfeld, David monta una caótica reunión de los protagonistas de esa serie para filmar un final mejor que el que fue. Ese capítulo extra no existió o, mejor dicho, solo existió ahí. Era metaficción.
David satirizaba esa tendencia a resucitar éxitos pasados. HBO tiene un gran catálogo, porque en sus inicios no tenía rival y luego invirtió mucho en derechos, así que tira a menudo de nostalgia. La plataforma montó la reunión de los protagonistas de Friends, como hizo las de Juego de Tronos y Harry Potter. Un formato facilón que complace a los fans y quizá les anime a un nuevo visionado de los originales, a los que en realidad no aporta nada.
Sexo en Nueva York fue rompedora a finales de los noventa: por descarada, por desafiar tabúes, por el glamur. Lo más discutible, la frivolidad de unas treintañeras ansiosas de estar en las mejores fiestas y tener los mejores zapatos de la ciudad, era su atractivo. Pero a las seis temporadas sumaron dos películas románticas que se alejaban demasiado de su espíritu gamberro. Tres de las cuatro protagonistas han retomado sus papeles en And Just Like That, estrenada el pasado diciembre por la misma HBO. Que es digna, desde luego más que las películas, pero no podía ser lo que fue. Sexo en Nueva York resistió el 11-S, tras el cual se volvió menos festiva; la secuela nos lleva al mundo pospandemia que apenas empezamos a habitar. Pero ni los personajes ni los espectadores somos los mismos a los 30 que a los 50. Ni este mundo belicoso y aún no del todo pospandémico tiene el glamur de los felices noventa.
Paramount prepara el regreso, dos décadas después, de Frasier. Una comedia deliciosa en su día sobre unos tipos pretenciosos, pedantes e infelices. No hacía ninguna falta. La veré.
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