Una bicicleta se compone de más de 40 piezas de procedencia muy diferente, en su mayoría de Asia, que los fabricantes españoles deben ensamblar para formar sus propios diseños. En los últimos años, el sector de las dos ruedas en España está viviendo profundos cambios. El más llamativo es el bum de ventas: según el informe anual presentado este martes por la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE), en 2021 se vendieron más bicis que nunca en el país, 1.571.368 unidades, y la facturación alcanzó un nuevo récord de 2.887 millones de euros. Pero la metamorfosis va mucho más lejos: lo que afecta tanto a las cadenas de suministro de estas piezas y la creación de empleo en el país, como al propio concepto de bicicleta, ya que el consumidor cada vez busca más las eléctricas, con un motor y una batería entre sus componentes.
“Nunca antes se han vendido tantas bicis, nunca se ha facturado tanto y nunca se ha generado tanto empleo”, incide Jesús Freire, secretario general de AMBE, que explica que “ya había antes una tendencia de crecimiento, pero la pandemia lo aceleró todo, de golpe hemos subido varios escalones”.
Curiosamente, el auge de las dos ruedas durante la crisis sanitaria (en especial a raíz del confinamiento) vació los almacenes de bicicletas y desbordó las plantas de producción, lo que multiplicó los tiempos de espera en el suministro de estas máquinas e hizo replantearse al sector su alta dependencia del exterior. Tras las cifras récord de 2020, las ventas se mantuvieron disparadas el año pasado, en parte por los retrasos acumulados. Y lejos de decaer el aumento de la demanda, en 2021 todavía se vendió más y se facturó más. No solo de bicicletas: según los datos de AMBE, los mayores crecimientos se dieron en las ventas de calzado (+23,3%), cascos (+30,8%), componentes (+10.27%) y textil (+13,8%).
Pero cuando ya era difícil cubrir la alta demanda de estos vehículos a pedales, llegaron entonces las dificultades de logística para el conjunto de los productos a escala mundial. Como incide Miguel Pina, consejero delegado de la marca española Mondraker, “se ha producido la tormenta perfecta”. Su empresa de fabricación, ubicada en Elche (Alicante), tiene el control de las bicicletas desde el principio, en la ingeniería y el diseño, pero luego manda fabricar las piezas a empresas de otros países, el 70% de las cuales vienen de Asia. Como detalla, si antes de la pandemia el tiempo de espera para el aprovisionamiento de los encargos era de media de unos 90-120 días (aparte del mes de viaje para el transporte), ahora mismo los plazos están por los 600 días, cerca de 20 meses.
Esto ha tenido una respuesta desde el sector. “Muchas marcas lo que quieren ahora es europeizar su cadena de suministros”, comenta José Luis García Alegre, consejero delegado de Rotor, empresa que fabrica componentes para la bicicleta en España, como bielas, platos, pedaliers, bujes… Como incide, sus ventas crecieron un 40% el año pasado, orientándose en un producto de alta gama, de mayor precio.
Esta relocalización en la fabricación de las bicis se refleja también en el informe anual de AMBE, que arroja un crecimiento del 7,14% en el número de fabricantes y un incremento en el empleo cercano al 3%. Asimismo, los datos del sector documentan muestran un aumento de los puntos de venta, reparación y alquiler hasta alcanzar la cifra de 3.028 establecimientos, y concluye que casi 25.000 familias en España viven de manera directa de este sector.
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De las más de 1,5 millones de bicis vendidas el año pasado en España, un 38,7% fueron de montaña, las que tienen más demanda en nuestro país, y un 29,7% para niños. Sin embargo, el informe de AMBE destaca de forma especial las más de 223.561 unidades eléctricas, pues a pesar de suponer un 14,2% del total, se trata de una las categorías que experimentaron un mayor crecimiento y la que generó un mayor volumen de negocio.
El consejero delegado de Mondraker lo tiene claro: “La modalidad eléctrica va a cambiar el paradigma de lo que es una bici. En unos años, cuando alguien diga que se ha comprado una bicicleta, se dará por supuesto que tiene algún tipo de asistencia eléctrica”.
La elección de este tipo de bicis eléctricas que cuestan de media 2.861 euros revela también otra tendencia y es el aumento de lo que se gastan los consumidores en estos vehículos, ya sean de montaña (con un precio de 832 euros de media), de la nueva variante de ruta, gravel (de 1.116 euros), o de carretera (de 2.303 euros). Estos precios más altos en productos de alta gama aumentan el margen para relocalizar la producción, lo que no ocurre con modelos más básicos con los que no se puede competir con Asia. Sin embargo, para algunos compradores se está llegando a niveles que no tienen mucho sentido.
Aparte del ocio y el deporte, otro de los argumentos para el mayor uso de la bicicleta es su mucha menor huella ambiental para la movilidad de las personas en las ciudades. Paradójicamente, el informe de AMBE muestra una reducción de 12% de las ventas de las bicis urbanas en el país. Según Freire, en España esto debe matizarse, pues hay mucha gente que utiliza la bici de montaña también en ciudad. Asimismo, el sector considera que en este ámbito también resulta especialmente interesante la modalidad eléctrica.
“La bicicleta eléctrica es una revolución y para 2024 se espera que ya se vendan más eléctricas que tradicionales”, asegura García Alegre, que piensa que esta variante con motor y batería va a resultar mucho más atractiva para desplazarse en las ciudades y para el reparto de mercancías en la última milla. “En España vamos con cierto retraso respecto a algunas ciudades europeas, pero soy optimista con lo que veo”.
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