¿Alguna vez has oído hablar del Concorde? Fue un avión que hizo historia, aunque su desenlace fue trágico. El 22 de noviembre del año 1977 realizó su primer vuelo directo entre Londres y Nueva York, cruzando el Atlántico. La duración del vuelo fue muy inferior a la de cualquier avión actual: solo 3 horas y 30 minutos. Y es que, ¡volaba a 2.179 kilómetros por hora!
¿Cómo era el Concorde?
La aeronave anglo-francesa era un transporte supersónico que duplicaba la velocidad del sonido. La construcción del Concorde había comenzado a mediados del Siglo XX, en plena carrera tecnológica en la Guerra Fría.
Fabricantes de Francia y Reino Unido trabajaron en esta maravilla de la ingeniería, que cambiaría para siempre la historia de la aviación. Durante sus 27 años de historia, el Concorde solo tuvo 2,5 millones de pasajeros e hizo un total de 5.000 vuelos. ¿La razón? Un billete entre Londres y Nueva York tenía un precio de 6.600 libras esterlinas, un precio muy alto para la época.
En el Concorde se servía un menú digno del mejor restaurante de lujo de París: botellas de champás, ensalada de langosta y trufa, pastel de salmón ahumado o pechuga de gallina guineana.
En el año 2000 tuvo lugar un desgraciado accidente que acabó con la vida de 109 pasajeros, además de cuatro personas que se encontraban en tierra. Hasta entonces era considerado el avión de pasajeros más seguro de la historia.
¿Podría regresar el Concorde?
Son muchos los que se preguntan si el avión supersónico más famoso de la historia podría volver a surcar los cielos. Pues bien, lo más probable es que no. ¿La razón? Recorrer largas distancias en un periodo de tiempo tan reducido suponía el consumo de mucho combustuble. El Concorde consumía nada más y nada menos que 25.680 litros de queroseno por hora.
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