La OTAN no está en guerra, pero se está preparando con rapidez para ella. Desde que Rusia invadió Ucrania, la Alianza militar ha multiplicado sus recursos en los países miembros que tienen frontera con el agresor o están muy cerca. Y no se va a detener. “Vamos a elevar del nivel de batallón al de brigada nuestras fuerzas en el este”, ha anunciado el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, en la rueda de prensa previa a la Cumbre de Madrid, que se celebra entre el martes y el jueves. Ese salto supone abrir la puerta a duplicar los despliegues. Los actuales grupos de combate están formados por entre 1.000 y 1.600 soldados. Una brigada puede suponer, como mínimo, dos veces esa cifra. El noruego ha añadido, además, que los jefes de Estado y Gobierno acordarán aumentar hasta “más de 300.000″ soldados la fuerza de respuesta rápida de la OTAN en caso de conflictos, es decir, se multiplicará por más de ocho su cifra actual.
“El objetivo es lanzar el mensaje de que estamos listos para proteger y defender cada pulgada de territorio aliado”, ha advertido el noruego a modo de resumen. El renovado secretario general de la mayor alianza militar del mundo ha compuesto a su manera la famosa frase latina Si vis pacem, para bellum (si quieres paz, prepárate para la guerra).
Hay pocas pruebas más palpables de lo que ha supuesto la invasión de Ucrania en el ámbito geoestratégico -y su prolegómeno de la anexión de Crimea en 2014- que el Concepto Estratégico que la OTAN aprobó hace 12 años. En ese documento, que recoge la estrategia de la alianza para la próxima década, Rusia aparecía como un “socio” de la Alianza. En el que se va a aprobar en Madrid, el agresivo vecino del extremo oriental de Europa se definirá como “la más amenaza más significativa y directa para la seguridad”, según ha explicado Stoltenberg.
El dibujo que saldrá de este documento pretende responder al nuevo orden mundial que se está configurando, otra vez en torno a dos polos: el occidental y el que compone China con la ayuda de Moscú, ambos regímenes autocráticos. Esto llega a que por primera vez el gran gigante asiático aparezca mencionado en un Concepto Estratégico (los hay desde 1949). “Representa desafíos para nuestra seguridad, intereses y valores”, ha apuntado el secretario general, en un frase que contiene los tres elementos en torno a los que se aglutina ese nuevo mundo bipolar: la seguridad/defensa, los intereses/economía y los valores (democracia/autocracias).
Pero la OTAN tiene claro que “la amenaza más significativa y directa” está ahora en su flanco este y llega de Rusia. Para afrontarla, la organización, bajo el fuerte liderazgo estadounidense, está dispuesta a dar pasos impensables el pasado enero, apenas unas semanas antes de que comenzara la guerra de Putin en Ucrania. Ahora la organización tiene desplegados en los países del este (Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria) la mayor parte de las 40.000 tropas que tiene bajo su mando, unos 25.000 soldados, según sus propias cifras. Y Stoltenberg ha anunciado que este despliegue irá a más al anunciar ese paso de batallones a brigadas.
“El aumento de la presencia pasando de batallones a brigadas se hará en algunos países. Esto no vale para todos. Hay diferentes necesidades para cada país”, ha matizado el secretario general. Desde que empezaron a sonar los cañones en Ucrania, la OTAN ya ha duplicado por dos sus unidades operativas sobre el terreno en los países del este al pasar de cuatro batallones a ocho. Este refuerzo se ha notado mucho en países como Lituania, donde en febrero había 1.100 soldados de la Alianza y ahora hay 4.000; en Estonia, que ha pasado de 1.150 a 2.000; y, sobre todo, en Polonia, con un salto de 1.058 a unos 10.500.
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La mayor parte de la comparecencia de Stoltenberg ha estado destinada a poner sobre la mesa el esfuerzo que está dispuesta a hacer la OTAN para protegerse del antiguo socio convertido ahora en enemigo. Y ese esfuerzo pasa por poner más dinero sobre la mesa. Porque la guerra y sus preparativos, aunque sea para ahuyentarla requieren muchísimos millones de dólares y de euros. Aquí ha advertido de que el compromiso sigue siendo el alcanzado en 2014 en la Cumbre de Gales: elevar al 2% del PIB el gasto de los 30 Estados aliados: “Es un suelo, no un techo”. Es decir, es el gasto mínimo que se requiere en la organización.
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