El pleno del Parlamento Europeo aprobó la decisión de la Comisión Europea de incluir el gas y la energía nuclear en la clasificación del reglamento de taxonomía que establece qué inversiones pueden considerarse como sostenibles.
El pleno corrige así la posición en contra adoptada en comisión parlamentaria y tumba con 328 votos en contra, 278 votos a favor y 33 abstenciones el informe que planteaba una objeción que impedía al Ejecutivo comunitario aplicar la taxonomía y requería de una mayoría absoluta de la Cámara para salir adelante.
Para que la nueva clasificación comience a aplicarse a partir de enero de 2023 necesita superar el trámite del Consejo en donde los Estados miembro tienen hasta el próximo día 11 para presentar objeciones. No obstante, el Consejo podría bloquear la propuesta en caso de que una mayoría cualificada, representada por al menos 20 Estados miembro, plantee objeciones.
La decisión de incluir el gas y la nuclear en la clasificación de inversiones sostenibles ha sido respaldada por los populares y los liberales europeos, mientras que la izquierda, los Verdes y los socialistas la han rechazado.
En este marco, Luxemburgo y Austria han anunciado su intención de llevar ante el Tribunal Europeo de Justicia la propuesta de Bruselas, al considerar de dudosa legalidad que el gas y la nuclear formen parte de la política de finanzas sostenibles de la UE, según ha explicado el ministro de Energía luxemburgués, Claude Turmes, en un mensaje en redes tras conocerse el voto.
También la organización ecologista Greenpeace adelantó que prevé denunciar el plan de Bruselas ante el Tribunal de Justicia de la UE, una vez haya concluido su análisis legal interno sobre la decisión.
El pasado febrero, el Ejecutivo comunitario presentó el acto delegado de taxonomía, un sistema de clasificación que establece la lista de actividades económicas sostenibles en términos medioambientales en la que plantea incluir el gas y la nuclear por su función como energías de transición hacia las energías limpias.
La propuesta de Bruselas establece ciertas limitaciones temporales y de transparencia para incluir el gas y la nuclear en la clasificación de inversiones verdes. En el caso de la primera, la etiqueta de sostenible se extendería hasta 2030 y las inversiones nucleares estarían sujetas a ciertas normas para su desmantelamiento y el tratamiento de residuos.
La propuesta generó el rechazo de la Plataforma de Finanzas Sostenibles, el grupo de expertos asesores del Ejecutivo Comunitario, y de países como España, así como Austria, Dinamarca y Luxemburgo que señalaron que pone en riesgo la transición energética.
Bruselas asumió la “división” que suscitaba esta reforma ya que, como reconoció en ese momento, ni el gas ni la nuclear son energías neutras a nivel climático ni tampoco renovables. Sin embargo, defendió su papel como actividades de transición para alcanzar una economía descarbonizada en 2050, algo que se refería en el segundo párrafo del texto.
Tal división no ha hecho más que agrandarse desde la invasión militar rusa de Ucrania y la respuesta de la Unión Europea para romper con la dependencia de los combustibles fósiles de Moscú, especialmente en el caso del gas, y acelerar la transición hacia las energías limpias.
La comisión de Asuntos Económicos y Monetarios y la comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo rechazaron la propuesta de taxonomía con 76 votos en contra, 62 votos a favor y 4 abstenciones. Y el debate del pleno de la Eurocámara que tuvo lugar esta misma semana estuvo dividido con voces a favor y discordantes de las diferentes formaciones políticas.
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