Rishi Sunak (Southampton, 42 años) es el personaje más shakespeariano de toda la tragedia que ha sido el auge y caída de Boris Johnson. De hecho, los leales al todavía primer ministro británico no han dejado de maniobrar durante la primera fase de las primarias para que los diputados conservadores eligieran a “cualquiera menos a Rishi”. Esa fue la consigna fallida ―ahora se enfrentará a la ministra de Exteriores, Liz Truss, por el puesto de Johnson―.
Cuando en febrero de 2020, el entonces ministro de Economía, Sajid Javid, dimitió de su puesto, harto de las intromisiones en su departamento del en ese momento asesor estrella de Johnson, Dominic Cummings, el primer ministro y él acordaron colocar en el puesto al joven Sunak. Apenas habían pasado dos meses de la victoria arrolladora de los conservadores en las elecciones generales. El Gobierno recién estrenado tenía ambiciosos planes de gasto por todo el país, y el nuevo ministro, un convencido del Brexit con una trayectoria académica y profesional brillante, se presentaba como el candidato perfecto para bailar al mismo ritmo que sus jefes.
Criado en la localidad de Southampton, acabó realizando estudios universitarios en Oxford, y más tarde en Stanford (Estados Unidos). Durante sus años en California, puso en marcha aventuras empresariales de éxito. Pero su tranquilidad financiera viene sobre todo de su matrimonio con Akshata Murty, la hija del multimillonario indio fundador de la empresa de servicios Infosys. A principios de año, el futuro político de Sunak entró en terreno movedizo cuando la prensa reveló que su esposa seguía acogida a la condición de no residente para pagar muchos menos impuestos de lo que le hubiera correspondido. Poco después, Murty anunció que pagaría como cualquier otro residente en el Reino Unido. Se adivinó ya la mano de los aliados de Johnson, que veían en Sunak un traidor dispuesto a maniobrar en contra del primer ministro.
Johnson se aferró a la complicidad de Sunak durante la pandemia para gastar cientos de millones de libras en aliviar las penurias de los británicos, con un esquema de retención de empleo que era una copia de los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) del resto de Europa, subvenciones y ayudas fiscales. El conflicto surgió cuando, al comenzar a salir de la crisis sanitaria, el primer ministro quería seguir gastando alegremente para recuperar fuelle electoral y superar su propio problema de popularidad, agobiado ya por los sucesivos escándalos. Sunak, guardián clásico de la ortodoxia fiscal que impusieron en el partido los años de Margaret Thatcher, se resistió a la bajada de impuestos que reclamaban, no solo Johnson, sino muchos diputados conservadores que veían peligrar sus escaños.
Su dimisión, el pasado 5 de julio, fue un detonante clave para propiciar la caída final del primer ministro. Sunak fue el primero en lanzar su candidatura para el puesto de líder del Partido Conservador, lo que llevó a los fieles de Johnson a confirmar sus sospechas de que maniobraba desde hacía tiempo contra el primer ministro. Ready For Rishi (Preparados para Rishi) fue el eslogan planteado para una campaña que sirve tanto para intentar convencer a los conservadores de que está en mejores condiciones de partida que cualquier otro como para transmitir la idea de que ha llegado el momento de que el hijo de unos inmigrantes indios de clase media ocupe el puesto de primer ministro. “La familia lo es todo para mí, y mi familia me dio oportunidades con las que ellos apenas soñaron. Pero fue el Reino Unido, nuestro país, el que les dio a ellos, y a millones como ellos, la oportunidad de un futuro mejor”, dice Sunak en un vídeo delicadamente elaborado y producido, en el que combina fotos de su pasado familiar, universitario y político con un discurso en el que esboza sus credenciales de éxito.
El exministro de Economía ha navegado fácilmente en la primera fase de las primarias, con viento a favor, sin perder en ningún momento su condición de favorito. Pero se trataba de lograr el favor de los diputados conservadores. Ahora deberá convencer a unos afiliados que, según el último sondeo publicado este martes por la empresa YouGov, están mucho más a favor de su rival en la competición, Liz Truss.
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