Si vives en Madrid y este verano te apetece darte un baño refrescante para huir del sofocante calor, no es necesario que te vayas hasta la costa. A menos de una hora de la capital, en la provincia de Guadalajara, se encuentra el Chorro de Valdesotos, una poza de poca profundidad situada en un entorno natural de gran valor paisajístico. Un lugar maravilloso para mayores y pequeños.
Chorro de Valdesotos
Llegar hasta la poza es muy sencillo. Tienes que ir hasta Valdesotos y dejar el coche en el aparcamiento que hay a la entrada del pueblo. Desde la localidad, hay una ruta de dos kilómetros de longitud hasta el Chorro de Valdesotos. Está muy bien señalizada, así que no hay pérdida.
El sendero está en muy buenas condiciones, así que niños pequeños también pueden recorrerlo sin problema. Ahora bien, si vas con un bebé, mejor deja el carro en el coche y llévalo en una mochila de porteo.
El Chorro de Valdesotos es una poza natural de hasta tres metros de profundidad. No es una buena idea saltar desde las rocas porque podrías hacerte daño. Como resulta lógico, los menores deben ir acompañados de un adulto en todo momento.
No hay ningún puesto de socorro ni de vigilancia, así que es importante no quitarles la vista de encima a los niños ni un solo segundo. Debes llevar ropa de baño, así como una toalla y escarpines para meterte en la poza.
¿Qué ver en Valdesotos?
Para un día de excursión, puedes dedicar la mañana a bañarte en la poza y la tarde a visitar Valdesotos. Es un pequeño pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara, cuya población es de tan sólo 20 habitantes. Por lo tanto, es un auténtico remanso de paz, perfecto para descansar y desconectar de la rutina.
El principal monumento de la calidad es la Iglesia de Santa Catalina. A escasos metros se encuentra el Ayuntamiento de Valdesotos. Sin lugar a dudas, el gran atractivo del municipio es la arquitectura negra popular.
A pocos kilómetros de distancia de Valdesotos se encuentra el Monasterio de Bonaval, que actualmente está en ruinas. La entrada es gratuita hasta el 30 de junio de 2023, así que merece la pena aprovechar la ocasión.
Su origen data del siglo XII de la mano de un grupo de frailes procedentes del monasterio de Balbuena (Valladolid). Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1992, y en 2017 comenzaron una serie de obras de rehabilitación.
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