Carlos Arévalo (Betanzos/1993) es el hombre del momento. El pasado fin de semana se alzó como el primer español en ganar dos medallas de oro, en el K4 500 metros y el K1 200, en un Mundial de Piragüismo celebrado en Halifax (Canadá). Tras quedarse fuera de los Juegos Olímpicos de Río en 2016, el gallego sopesó dejar el deporte profesional y decidió seguir otro sueño que tenía desde pequeño, entrar en las Fuerzas Armadas. El apoyo incondicional de su familia y los valores que le aportó su etapa como militar le impulsaron a llegar hasta dónde ha llegado hoy, habiéndose ganado un sitio de lujo en la historia del deporte español.
¿Cómo se siente?
Estoy en una nube. He cumplido con creces las expectativas que tenía para este campeonato y me siento muy bien. Nosotros estábamos centrado en conseguir el K4 500 porque era el mayor objetivo de la temporada. Conseguir eso ya fue increíble y después vino el K1 200. Para la segunda prueba no sabía cómo me iba a encontrar y si iba a estar en forma… Era una incógnita porque no lo estábamos preparando mucho. Lo gané y fue una sensación increíble.
¿Le ayudó moralmente ganar la prueba en equipo para después afrontar la individual?
El paleo del K4 se adapta muy bien al K1 y creo que es el motivo por el que pude conseguir ese logro. Moralmente me ayudó mucho. Ya había logrado conseguir el objetivo de la temporada y fue una relajación enorme a la hora de afrontar la siguiente prueba y un subidón porque pensé ‘voy a salir a comerme todo’.
¿No se veía con posibilidades para ganar el K1 200?
No me lo esperaba. Las expectativas eran salir y ver cómo estaban las cosas. Venía de hacer unas muy buenas series clasificatorias, en las que me había encontrado muy bien pero los tiempos con mis rivales habían sido muy parecidos. Son 200 metros, 34 segundos, en los que puede pasar de todo. Una mala palada y puedes pasar de ganar a quedar el último. No sabía lo que iba a pasar.
¿De quién se acordó en el momento de euforia tras la victoria?
En ese momento solo puedes pensar que lo has conseguido. Es tal el subidón que no te acuerdas. Cuando acabamos una prueba, nos gusta comentar las sensaciones que hemos tenido al momento. Después del K4 nos gusta hablar nada más acabar porque cuando pasa un tiempo nos olvidamos de lo que sentimos. Lo mejor es explicar las cosas en caliente.
No pudo estar acompañado por su familia, ¿a quién fue su primera llamada?
Después de ganar el K4 llamé a mis padres, y la segunda llamada fue para mi novia.
¿Qué influencia ha tenido Saúl Craviotto en usted?
Saúl para mí es la referencia de cómo hay que ser como deportista. No solo es un compañero, también es un amigo. Cuando era pequeño quería ser como él o como Carlos Pérez. Saúl pasó de ser mi referente a compartir embarcación conmigo. Es el sueño de cualquier chaval.
¿Es consciente de que usted también es un gran referente para las nuevas generaciones?
Por supuesto que lo soy. Lo veo muy reflejado en los niños que están en mi club de piragüismo en Betanzos. El futuro depende de los jóvenes y todo lo que pueda hacer para que los chavales se interesen más por nuestro deporte o entrenen un poquito más, para mí es todo un orgullo.
¿Cómo se han vivido en Betanzos sus victorias?
El piragüismo es uno de los deportes más importantes. Tenemos unas condiciones magníficas y un club con un ambiente muy bueno. El pueblo siempre está súper agradecido con la labor que hacemos con el piragüismo. Mis padres me han contado que el pueblo está alocado, que están recibiendo muchísimos mensajes y apoyo. Me lo intentan transmitir todo y no dan abasto.
Tras quedarse fuera de los Juegos de Río en 2016 valoró dejar el deporte profesional. ¿Cómo recuerda ese momento tan duro con el paso de los años?
Quise hacer un patrón profesional para coger fuerzas. Dentro siempre me quedó el gusanillo de continuar con el piragüismo. Fue un momento duro, me vi sin beca, totalmente apartado… Ya tenía una edad y sentí la presión de tener otras cosas en la vida porque el deporte se acaba. En ese momento decidí cumplir mi otro sueño que era entrar en las Fuerzas Armadas. La verdad que fue lo mejor que hice en mi vida, fue todo un acierto.
¿Cómo le da la vuelta psicológicamente a una situación tan complicada?
Soy una persona que cuando me planteo un objetivo, soy bastante cabezón. Ser cabezón tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Entre las buenas está que siempre que te planteas algo luchas de todas las maneras posibles por conseguirlo. Yo iba intentando y poco a poco te van saliendo las cosas otra vez. Es una rueda. Según vas entrenando mejor, te vas sintiendo mejor y las cosas van saliendo.
¿Quién fue su mayor apoyo en ese momento?
Mi familia estuvo desde siempre a mi lado y me han apoyado en todas las decisiones. Cuando le explicaba a mis padres lo que quería hacer, jamás me pusieron una pega, siempre me ayudaron en todo.
¿Siempre le llamó la atención las Fuerzas Armadas?
Es algo que desde pequeñito quería hacer. Si lo del deporte no salía, siempre fue mi segunda opción. Me quedé fuera de Río, oposité y conseguí mi plaza. En 2017 me destinaron a Asturias, que fue cuando retomé con el equipo nacional.
¿Qué le aportó esa experiencia?
Los valores que aprendí en las Fuerzas Armadas, muchos se comparten con el deporte. El sacrificio, el esfuerzo, la dedicación, el compañerismo, la disciplina, el obedecer al jefe… Son valores que se sincronizan muy bien, sirven para el deporte, para la vida militar o la cotidiana. Eso fue lo que me ayudó a enderezarme y a tomar el rumbo por el que tenía que ir mi vida. El resultado parece que ha sido el correcto. Mi vida cambió a mejor.
¿Cómo valora la evolución del piragüismo de cuando empezó hasta ahora?
Mis primeros pasos en este deporte fueron con 9 años. Comencé en Betanzos, iba a ver a mi hermano Hugo a todos los campeonatos y yo era todavía muy pequeño para competir. Cuando tuve la oportunidad de montarme en una piragua y no me lo pensé dos veces. Creo que ahora mismo el piragüismo está en su mejor momento históricamente. Antes era un deporte que tenía movimiento y sabíamos que iba a tener futuro. Pero ahora, con todos los referentes que tiene, sobre todo cuando llegó Saúl Craviotto, Carlos Pérez, David Cal y Pérez Rial, fue un antes y después para el piragüismo porque empezaron a ganar medallas para España. Todo lo bueno que está pasando ahora se lo debemos a ellos. Muchos chavales no hubiéramos empezado si no les hubiésemos tenido a ellos como referentes.
¿Tener a Javi Hernanz, un excompañero, de presidente de la Federación Española de Piragüismo, cómo ayuda al deporte?
Tener conocimientos en piragüismo a la hora de llevar una institución basado en este deporte es esencial y muy beneficioso. Lo tiene todo muy reciente y entiende muy bien nuestras necesidades y empatiza con nosotros.
¿Su cabeza ya está en los Juegos Olímpicos de París?
Por supuesto. Yo siempre me planteo objetivos a corto y largo plazo. Toda mi vida gira en torno a esos objetivos. Mi objetivo principal a largo plazo es conseguir el oro en el K4 500 en París. La cabeza está allí y quiero llegar a ese momento en las mejores condiciones posibles y poder luchar por conseguir ese sueño.